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El hombre en busca de sentido. Víctor Frankl.

  • yosorep
  • 25 dic 2020
  • 10 Min. de lectura




Víctor Frankl es uno de los referentes más destacados de la psicología del s. XX. Sin ser tan conocido como los otros dos referentes de la escuela vienesa de psicoterapia, Sigmund Freud y Alfred Adler, no es menos importante, y para mí más transcendente y humano con en el desarrollo de su "logoterapia".


Su teoría psicológica, basada en el existencialismo, fue desarrollada antes de su entrada en los campos de concentración nazi de los que sobrevivió. Pero en aquella etapa del campo de concentración, su teoría tomo consciencia plena y práctica de la teoría que defendía y que como dije, ya antes le separó de los enfoques psicológicos de Freud y Adler. El Hombre en busca de sentido, la obra que revela el paso por esta experiencia personal, da un sentido sensible, personal y concreto a los dramas que las estadísticas mediáticas y corrientes insensibilizan en el subconsciente de cada uno de nosotros.


Esta obra es una referencia de sus teorías psiquiátricas, que buscan la rehumanización de la teoría científica con el "análisis existencial", y que desarrolla de manera práctica y técnica con la denominada logoterapia.


Es profundamente esperanzador y plenificante escuchar y entender las palabras de este hombre. Un hombre que es más que el héroe que confusamente puede transmitirnos su historia; ya que debemos aceptar y entender lo fundamental de su idea: la humanidad propia y de cualquier persona, susceptible de la crítica y de los errores y debilidades de las personas. Frankl no es, insisto, el hombre-héroe, deslumbrante e inigualable que un efecto superficial y mediático pueda aparentar. Frankl es el hombre normal. Que sufre y acepta humanamente lo que la vida le trae, y que le salva su fortaleza para superar los fracasos y el carácter de una persona-hombre que es capaz de recomenzar. Siempre. Eso lo hace admirable y digno de imitación. Su capacidad de reconocer, percibir su debilidad y saber manejarla con entereza.


Su historia es un ejemplo de encuentro continuo con la desesperanza, donde se enfrenta con el hambre, la muerte, la soledad, la falta de amigos y familia, de trabajo..., y al tiempo con la fe promotora del encuentro esperanzado consigo mismo y con la humanización trascendente de su vida.


El libro supone en sí un ejercicio propio de VF de superar la herida infringida en el campo con toda la serie de indignidades vividas en propia persona y ajenas. Es la verbalización de sus más profundas emociones en el afán de superar su experiencia personal.


El hombre en busca de sentido es considerado obra cumbre y patrimonio intelectual de la humanidad. Con mérito literario por su prosa, y filosófico en su profundidad, la pretensión del escritor es puramente científica Pero en ello, a su vez derrocha humanismo, en un retrato diáfano de las capacidades humanas, tanto de su grandeza como de su miseria. Pone al punto y claro, la capacidad del hombre en su potencialidad de alcanzar la mejor versión propia. Para uno mismo y en trascendencia universal.


Es también en definitiva una defensa de la libertad intrínseca humana, de la esperanza y las ganas de vivir, y de la forja del carácter estoico que acumula sabiduría en la experiencia. El libro no hace más que transmitir de aquella experiencia, la práctica aplicada de su teoría ya escrita antes de entrar en el campo. Es la experiencia de vivir, sufrir y casi morir aquel libro; de ratificar y validar su teoría y la de su libro.


Desarrollemos la teoría del prisionero 119.104.....


El sentido de la vida: acción.



El SENTIDO DE LA VIDA, hoy día, requiere una re humanización de la persona, que sin ser fácil como objetivo propio y personal, si se concibe como algo realmente necesario. Y para ello, más allá de los conceptos teóricos de VF y su escuela, con el análisis existencial de fondo, y con la posibilidad profesional del uso de técnicas propias reconocidas: logoterapia, se hace necesario un compromiso activo de la persona.


El SDLV, puede ser entendido en muchos casos como una necesidad propia para mantener GANAS DE VIVIR. Por mantener una actitud vital –superviviente-, que en muchos casos es entendida como un concepto amparado en ideas filosóficas, creencias personales. Una visión global de la existencia y una serie de proyectos vitales. Todos aspectos teóricos y que debiendo ser comunes, en la mayoría de los casos, pecan por tan teóricos, de ser abstractos, ambiguos e inmateriales.


Descritos en algún caso como METASENTIDO, no son desechables, pues su contenido o dimensión espiritual : “significado” , acerca a la realidad transcendental del sentido de la vida, que es y debe ser una materialización, acción y concreción de actos que transciendan a la persona.

VF, se fija y concreta el SDLV no en un análisis intelectual, sino en un comportamiento : “una cuestión de hecho más que de fé”.


Nota: TRANSCENDER, Y AUTOTRANSCENDER IMPLICA DIRIGIRSE HACIA ALGO O ALGUIEN DISTINTO DE UNO MISO, BIEN SEA PARA REALIZAR UN VALOR, BIEN PARA ALCANZAR UN SENTIDO O PARA ENCONTRAR A OTRO SER HUMANO.




Punto de Partida.



Tenemos que partir de una realidad propia y personal, de un día a día único. Si bien con condiciones generales, pero que se producen en las vidas personales de cada uno de nosotros y que en cierto modo podría indicarse como nuestro “sufrimiento personal”. VF, lo describe en su libro sobre la realidad vivida en un campo de concentración, pero cada uno de nosotros , hoy , podemos vivirlo en cada una de nuestras realidades personales, distintas e incomparables, pero reales y propias.


Vivimos en algunos casos situaciones en los que seguir vivos cada día es una batalla a costa de los demás, y en muchos casos también a costa de nosotros mismos. Es la supervivencia en “nuestro campo de concentración”, que ni nos permite “realizarnos como persona” , ni transciende a los demás como debiera.


El punto de partida debe ser el reconocimiento de nuestro día a día y reconocer al menos tres aspectos que nos alejan de una verdadera “vida propia”.


APATIA


El día a día nos permite mantener una situación o “modo”, que nos permite pasar las horas y días de manera indolente y sin provecho. Se produce un mecanismo de defensa emocional que en realidad es la propia muerte emocional. Una anestesia, que nos hace reprimir nuestra vida interior a niveles elementales, alejándonos de la propia libertad –que divinamente- recibimos como personas.


Ya no somos nosotros mismos, ni lo que deseablemente quisiéramos o nos hubiéramos planteado en algún momento. Ya nos importan menos cosas o extremamente nada; de manera que creamos un mecanismo de defensa que nos permite la impasibilidad ante sufrimientos propios y ajenos. Aceptamos parte importante de las cosas cotidianas que nos sobrevienen, y permitimos, y conformamos con el desempeño irrefrenado de nuestra mente dualista, que solo nos lleva a añorar el pasado, y pensar en el futuro como consuelo y solución a nuestras carencias actuales y el sufrimiento.


De esta manera, no cuidamos incluso aspectos personales y físicos, como pueden ser la alimentación (hambre), la sexualidad y la vida de pareja, la falta de sentimientos afectivos, empatía y desprecio por la cultura y la propia formación: excepción eso sí, de la política y la religión “convenida”. Niveles de “bajeza” física e intelectual , […] alejados de un mundo interior más rico y dotado de paz espiritual.


Alternativa: sólo mirando a nuestro interior, reflexionando, y conociéndose a sí mismo- y en sentido religioso confiando en Dios, agradecido y glorificándolo-, podemos alcanzar la salvación. Nuestra salvación a través de el amor como meta última y más alta a la que puede aspirar el hombre: la salvación del hombre consiste en el amor y pasa por el amor. Un amor a nosotros mismos que cree en el amor de Dios por nosotros y que debe transcender hacia las personas que nos rodean; pero que debe hallar su sentido más profundo en nuestro yo íntimo, amado de Dios.

Sólo de este modo podremos protegernos de la apatía, la desolación y la pobreza física y espiritual.



SUFRIMIENTO


El sufrimiento es relativo. Se expande por el alma y la conciencia del hombre de manera regular, como un gas en una habitación. Sin embargo, cada uno de nosotros lo percibimos, aceptamos y afectamos de manera distinta. Y en su componente, digamos opuesto u otra cara de la moneda, podemos encontrar la "felicidad negativa" (ausencia de dolor) o alegría relativa. Que recibimos o experimentamos cuando buscamos una experiencia de placer que nos haga olvidar el sufrimiento. Aunque sea vana y fungible.


Evitamos ese sufrimiento con las experiencias con recompensa más próximas posible, renunciando incluso en muchos casos a la propia personalidad, a la conciencia individual, a los principios y valores más fundamentales de la persona; en muchos casos extremos perder el reconocimiento de la vida y la dignidad humana. Y en la mayoría de los casos la capacidad de actuar como un ser con mente propia, con voluntad e integridad personal.


JUGUETE DEL DESTINO


En muchos casos esta apatía y evitabilidad del sufrimiento, puede acabar degenerando en una actitud indolente y con falta de iniciativa. Actitud evitativa de la toma de decisiones, de manera que no tenemos sentido de control de la vida que tenemos, de manera que estemos en una situación de VIDA PROVISIONAL, caracterizada por duración indeterminada y sin metas reconocidas.




Libertad interior.



Todas las circunstancias que rodean a la vida diaria, con el entorno que lo influye, componen el frecuente punto de partida tratado anteriormente; donde la apatía y las consecuencias propias que la acompañan, hacen pensar que el hombre, la persona, no tiene opción alguna de resolver la inevitable determinación de este entorno.


Se concibe y acepta que el hombre y su personalidad, y su actitud en general, sea determinada por todos estos condicionantes, biológicos, psicológicos y sociales, que en definitiva lo hacen ser juguete del destino y mantenerse en esa vida provisional ,sin metas, y carente de sentidos.

Sin embargo desde una óptica experiencial y también desde principios humanos –y espirituales- , se puede aseverar que el hombre tiene capacidad y posibilidad de ser libre. De mantener y desarrollar ese estado fundamental de libertad humana que la persona tiene desde el principio.


Es una opción contrastada, que el hombre puede –y debe- mantener ese reducto de libertad “espiritual” que predestina una camino propio y personal. Que le permita elegir destino y tomar decisiones propias, alejadas del miedo y de las circunstancias pasadas, y basadas en el momento presente, conservando su propia libertad e independencia mental.


Por eso, la experiencia demuestra que en las condiciones más adversas, el hombre tiene la opción y la posibilidad personal de tomar decisiones y elegir su propio camino. Y las opciones de elección se presentarán de continuo , siendo la persona la que tome la actitud y la forma activa de acción de decidir por sí mismo, alejándose de un destino que no sea el propio. Evitando ser moldeado por el miedo y la apatía. En definitiva, no son los condicionantes físicos, sociales, y psicológicos los que deben determinar nuestra vida, sino una decisión personal y libre, que nos permita elegir nuestro mejor opción de ser y manteniendo siempre la dignidad humana que es nuestra y merecemos.


Como dijera Dostoievski: “Sólo temo una cosa: no ser digno de mis sufrimientos”.


El sufrimiento que supone todos los condicionantes anteriormente mencionados , cobra sentido con el uso de esa libertad que tenemos, que nadie puede arrebatarnos y que insisto, debe conferir y dar sentido a la vida.


Para encontrar el sentido de ese sufrimiento y de la vida, no solo una vida de acción basada en valores y contemplación serían necesarias. Sino que una actitud erguida ante ese destino o sufrimiento es necesaria y fundamental, para convertir a este último en una parte sustancial de la persona, como el destino y la muerte, para poder completar la existencia:

“ Una vida […] cuyo sentido dependiera del azar de miles de arbitrariedades que conforman la vida[…], no merecería ser vivida”.


El destino, un regalo.


“la actitud con la que un hombre acepta su destino y el sufrimiento que este conlleva , la forma en que carga con su cruz, comporta la singular coyuntura de dotar de sentido profundo a su vida”. El sufrimiento particular que no es aceptado y entendido, no es aprovechado. Este puede ser un punto de inflexión o una palanca para poder encontrar el sentido de nuestra vida. Pero para ello es necesario aceptarlo primero, mantener nuestra dignidad; atesorar y mantener valores morales, y así poder enriquecernos como personas, y hacer digno y ser digno de dicho sufrimiento.


Estas metas morales que suponen esta aceptación del sufrimiento, no son fácilmente alcanzables, pero nos permiten llegar a un nivel de madurez interior que nos permita con la libertad interior elevar al hombre por encima de un destino adverso; cualquiera que se presente en la vida. De este modo podremos convertir cualquier sufrimiento en la vida en la ocasión de conseguir una hazaña interior.



El sufrimiento.


La "vida provisional" definida como estado continuo, indefinido y atemporal – de manera subjetiva-, es un estado que nos aleja de toda perspectiva futura y de vivir el presente, el cual pasa inapreciadamente y sólo tiene reconocimiento en retrospectiva, en recuerdos y pensamientos sobre días pasados.


Hemos mencionado que el hombre tiene la opción y posibilidad de elegir, y por tanto evitar esta situación de vida provisional o ponerle fin. Caso contrario no tendrá posibilidad alguna de establecer metas futuras, y caerá en el riesgo de no poder resolver en el día a día, con acciones positivas, todas aquellas situaciones que en muchos casos les ayuda a resolver esta misma situación provisional, con crecimiento espiritual y personal. Posibilidad de autorrealización y de alcanzar la grandeza humana.


Y para todo ello, como hemos mencionado anteriormente, el sufrimiento y su forma de aceptarlo juega un papel importante. Porque el sufrimiento, como parte sustancial de la vida y entendido con una actitud de aceptación, puede ser la palanca que nos acerque a una madurez interior, que reforzada en la esperanza, nos puede permitir alcanzar metas futuras.


"Quien tiene un por qué para vivir,

puede soportar casi cualquier cómo”.


Nietzsche.


En definitiva, se hace necesaria la aceptación del sufrimiento, pero no de un modo determinista y pasivo, sino como algo que ya hubiera sucedido y que permita, con una idea clara y precisa del mismo, poder hacerle frente con acciones propias y transcendentes hacia una meta superior.




“El sentimiento que se convierte en sufrimiento deja de serlo en cuanto nos formamos una idea clara y precisa de el”.


Spinoza.



Pero es preciso tener claro ese por qué y esa meta futura, que permita mantener la esperanza.



El sufrimiento debe hacernos ver que en realidad esta vida recibida no tiene sentido si no la entendemos en una dirección opuesta a lo habitual, en el que más que pedir, preguntar o exigirle a la vida, debemos preguntarnos qué nos pide ella. Entenderla, para poder salvarla, y convertirla en “nuestra ola” y no enfrentarse a ella.


El sufrimiento formaría parte de la aceptación de una responsabilidad u obligación que la vida nos propone, pero que necesita de un proceso personal y único de búsqueda de respuestas correctas a las preguntas que la vida nos hace, y siempre con una conducta recta y adecuada, de valor moral.


Y hemos de incidir en la circunstancia de que es de cada persona el compromiso, la búsqueda y la meta. Cada uno tiene su propia cruz; un destino propio e irrepetible que otorga a cada persona un valor único, que con la actitud apropiada nos acerca a el logro personal: “Cuando un hombre descubre que su destino es sufrir, ha de aceptarlo porque el sufrimiento se convierte en su única y singular tarea”.


Dos apuntes importantes para terminar:


El sufrimiento como logro: Revelado el significado del sufrimiento, tenemos la oportunidad de materializar nuestro destino y realizar las acciones diarias y reconocer todo ello como logro.


Algo nos espera: pero definitivamente el sufrimiento no es aprovechado y convertido en meta sino es a través de un trabajo o acción creadora, que tiene toda su base fundamental en el AMOR. Sin el amor, no podemos aceptar el sufrimiento; sin el no podemos realizar la meta, sin el no podemos transcender el sentido de nuestra vida. Hemos de conocer el por qué , y soportar cualquier cómo, pero sin amor no será posible.




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