top of page

HABITOS ATOMICOS. James Clear. (I)

  • yosorep
  • 2 feb
  • 18 Min. de lectura

 

               Empieza el libro de James Clear, “Hábitos Atómicos”, en gran medida un libro que escribe de manera experiencial y casi autobiográfico, definiendo las dos palabras que forman parte de su título:


·        Atómico: cantidad extremadamente pequeña de una cosa; unidad más pequeña e irreductible que conforma un sistema mayor. También es una fuente de una inmensa energía o poder.


·        Hábito: rutina o práctica que se realiza de manera regular; una respuesta automática a una situación específica.


Las explicaciones de las dos palabras del título del libro describen de una manera resumida el desarrollo de las ideas que en el libro se desarrollan.


 

Antes de entrar en los detalles del libro, empieza por un acontecimiento de su vida que apunta a la génesis de la serie de prácticas, experiencias y conocimientos que le han llevado a vivir la vida que ha vivido y desarrollar todas las técnicas y experiencias que han dado lugar a su conocimiento de la materia que desarrolla.


Un accidente en la vida no tiene por qué ser el motivo del cambio, ni del desarrollo de una forma de vivir determinada, pero lo que si es seguro, que la forma en que vives si puede determinar al tipo de vida que puedes tener, y ahí, independientemente de los acontecimientos que nos depara la vida, cada persona si tiene la posibilidad de elegir, decidir y actuar.


James Clear (JC), nos cuenta que desarrolla sus hábitos a partir de la etapa universitaria, tras un accidente dos años antes, del que le costó recuperarse. En aquella época nos dice, no con estas palabras, que haber ido destacando cada año en su carrera académica y deportiva se basa en hacer cosas distintas a los demás.


Al final, los resultados que todos ven son el trabajo de todos los días: hábitos de sueño, orden en la casa, alimentación y deporte, entre otros, le hacía sentir que tenía control sobre su vida. Eso es, sentir seguridad.


Toda la mejora y la seguridad se la proporcionó el hábito como rutina o conducta que se practica con regularidad, de manera automática con el tiempo, y que requiere la consistencia de la repetición. Al final, la actividad del hábito no supone directamente ni de manera inmediata un resultado. Eso no quiere decir que no se busque, pero como veremos más adelante, cuándo llega no está en nuestras manos, y en muchos casos, el hábito es el trabajo recurrente sobre una potencialidad que no tiene siquiera que aparecer, aunque normalmente aparezca. Yo lo llamo opcionalidad.


JC saca una conclusión y describe como los retos de la vida nos dan lecciones fundamentales, pero no es necesario empezar por encontrarnos esos retos. Pero en cualquier caso, “los hábitos que en un principio pueden parecer pequeños y poco significativos, se transformarán en resultados extraordinarios si tienes la voluntad de mantenerlos durante años”. (…) “la calidad de nuestra vida depende de la calidad de nuestros hábitos. Si mantienes los mismos hábitos que tienes ahora, tendrás resultados equivalentes. Si mejoras tus hábitos, cualquier cosa es posible”. Este es el mantra del potencial en la vida, de la opcionalidad que personalmente defiendo y quiero definir.


El potencial de este libro entonces está en convertirse en lo que cada cual propone y hacer el libro propio para desarrollar el potencial que cada uno tiene dentro. Para ello comparte su experiencia, los consejos prácticos, en definitiva, la sabiduría (conocimiento + experiencia) llevando a la práctica lo que Naval Ravikant dice: “para escribir un gran libro, primero tienes que convertirte en ese libro”.


De todos modos, esta experiencia, como todas las demás no es un punto final. Comparto con otros que todo está inventado, casi todo es evolución. Y la evolución es nuestra pequeña parte del papel personal que aportamos para mejorar nosotros mismos. Aplicando acción continua y tiempo nos convertimos en nuestros propios expertos, y humildemente podemos llegar a ser la señal de otros. No es necesario hacer revoluciones, de las que, por otra parte, pocas hay. Sino aplicación de método, acción y tiempo.


 

Principios fundamentales: pequeños cambios generan grandes diferencias.


 

Es lo más habitual quedarnos con los datos finales o los resultados de las cosas que vemos que la gente ha conseguido. Incluso es lo menos, pero alguien puede no ser consciente de donde está por lo que hace. Normalmente esta inconsciencia suele darse en los malos resultados.


Pero para un caso o para otro, siempre es consecuencia de pequeñas ganancias marginales o pérdidas. Y a esto no se le da valor. Ni siquiera por nosotros mismos.


Al contrario, es más habitual la presión a conseguir grandes cambios de manera más rápida. Es un caso tipo de inercia conductual. Y esto además de un problema de conducta es consecuencia también de desconocimiento matemático sobre la capitalización compuesta, que también aplica a los comportamientos. “Los hábitos son el interés compuesto de la superación personal” y como en la bolsa, en largo plazo y comprando siempre, el techo es el infinito de la opcionalidad. En el caso de hábitos negativos, con suerte, no podemos llegar a menos de cero. Un lugar desde el que muchas veces encontramos el impulso o rebote.


La dificultad mental que supone superar el lento efecto de los hábitos positivos facilita el abandono o la vuelta a los malos hábitos. Y como en definitiva el hábito es el que determinará la diferencia entre la persona que eres y la que podrías ser, es necesaria una continuidad recurrente. Como dice José Luis Izquierdo, conocido como Mago More, cada hábito es un muro de ladrillos. Si un día no lo pones o lo pones mal, mejor tirarlo y empezar de nuevo, antes de que nos caiga encima.


No importa del lugar que partes, sino ser constante en la trayectoria a tu objetivo. Si te desvías desde el principio sin empezar o corregir, puede que llegues a Washington en vez de Nueva York. Lo que importa es la trayectoria apropiada y mantenida en el tiempo y podrás comprobar en el futuro el resultado de tus hábitos.

 

Pero entender el progreso no es fácil. JC pone un ejemplo muy revelador con el hielo que no empieza a derretirse hasta que no se llega a 0 grados. Y aún así deberemos seguir de forma gradual subiendo la temperatura para llegar al resultado.


De este modo, un patrón que se repite es que los grandes hitos y resultados son la acumulación de acontecimientos previos que han ido acumulando el potencial requerido para el cambio.


Existe un punto crítico, que no conocemos cuando llegará, en el que se fragua el cambio y el resultado empieza a vislumbrarse. Mientras, tendremos etapas iniciales y medias donde nos asomamos al umbral de desilusión. La linealidad no es lo común en el mundo donde la complejidad es característica intrínseca del mismo. Por eso muchas veces no somos capaces de entender y ser conscientes que la sensación de permanecer en el mismo sitio es propia de cualquier proceso acumulativo, donde en muchos casos la exponencialidad posible del proceso, puede ser imperceptible en etapas tempranas.  Este umbral se puede convertir en un punto crítico.


Cuando somos capaces de iniciar un compromiso de hacer pequeños cambios de conducta en nuestra vida, estos no serán efectivos sin la consciencia apropiada. Y esta consciencia incluye reconocer que los resultados tangibles no se presentarán de inmediato y que correremos el riesgo detenernos. Y es necesario, para que los cambios se produzcan el paso diario y que no nos detengamos cuando alcancemos la meseta potencial latente en la que nuestro esfuerzo no tiene los resultados perceptibles, pero estamos acumulando potencial y opcionalidad.



Y es que parte de la consciencia que requiere el proceso del hábito, debe entender que el trabajo no se desperdicia, solo se acumula. El resultado se desencadenará más allá de nuestra prisa y con el apoyo de la paciencia y la constancia.


Si la mayoría no suele ver en el resultado el trabajo y esfuerzo que lo produjo, nosotros si debemos reconocerlo y alimentar ese esfuerzo. Solo este esfuerzo es el que hace el resultado posible.

 

Los hábitos se desarrollan como las fuerzas geológicas que se acumulan antes de un movimiento sísmico o el trabajo de un cantero que rompe la piedra no en el último golpe, sino en los acumulados. Debemos continuar afianzando raíces antes de que las ramas crezcan y podamos ver frutos.


 

Olvida las metas y céntrate en sistemas.


 

La sabiduría que prevalece señala que el establecimiento de metas específicas y viables es condición básica para alcanzar los resultados. Pero JC nos dice que, desde su experiencia, los resultados tienen más que ver con los sistemas. Y aquí, considero que James Clear, además de llegar a esta conclusión por la experiencia, también realiza el trabajo o alcanza la epifanía de ser consciente del mundo en el que vivimos y su complejidad. Descubre que son los procesos y sistemas los que llevan a los resultados, tal y como descubre y desarrolla Donella Meadows en su obra Pensar en Sistemas.


Confundimos las metas, que son los resultados a los que llegamos o llegaremos, con lo que de verdad es útil para llegar: el sistema. Y ese sistema se dota de un camino y una serie de procesos que, repetidos y encadenados, con sus flujos de entrada y salida, nos lleva a los resultados.


Cuando hablamos del camino como proceso, muchas veces hemos escuchado a la gente que tiene éxito que lo importante es disfrutar del camino. Por tanto, la duda que nos aborda ahora es si es más importante la meta o el proceso. Si pudiéramos llegar a la meta sería un premio. Yo además añado, mirar de reojo a la meta es importante, y tenerla clara también, pero el camino disfrutado y recurrente hace más fácil forjar el hábito y, por tanto, y en definitiva, llegar al resultado.


Las metas son buenas para saber la dirección y saber lo que deseamos, pero son los procesos los que nos hacen progresar y llegar a un destino. Mirar constantemente al marcador no hará que mejoremos. El marcador funciona por sí mismo, pero el resultado se mejora revisando y realizando el proceso. Diseñar, aplicar y disfrutar del sistema es lo que permite alcanzar las metas.


Una serie de problemas y preguntas resuelve JC a estas alturas:


·        Los ganadores y los perdedores comparten las mismas metas. Tenemos prejuicios al juzgar las metas de los demás, confundiendo éxito con supervivencia. Solo vemos a las personas que ganan o supervivientes, y olvidamos a personas con las mismas metas que no fueron los primeros. Pero quizás alcanzaron un logro razonable. Pero en cualquier caso no fue la meta la que los llevó ahí, sino un sistema de mejoras pequeñas y continuas.


·        Alcanzar una meta consiste únicamente en un cambio momentáneo. La paradoja de la mejora nos lleva a que, en algunos casos, cuando alcanzamos un resultado, este solo dura esa ocasión o pocas más. Si detrás no hay un desarrollo de cambio basado en un sistema, el cambio y la meta no será perdurable. Un orden en tu vida no se produce por una sola comida saludable o un fin de semana deportivo. Cuando queremos cambiar los resultados, no son estos el problema. El problema y la solución está en los sistemas recurrentes, y los resultados serán perdurables en tanto en cuanto estos sistemas estén resueltos. Estos sistemas arreglarán solos los resultados.


·        Las metas restringen la felicidad. “Una vez que alcance mi meta seré feliz”: error. Una vez que alcance esa meta buscaré otra meta para ser feliz. Esta situación de relación entre meta y felicidad es un estado continuo de posposición de la felicidad. Esta situación típica genera un conflicto de exclusión: o alcanza la meta o eres un fracaso. Restringir al éxito o condicionarlo a un solo resultado restringe tu felicidad y satisfacción. Por el contrario, si te enfocas y enamoras del proceso, del sistema que has elaborado para la meta, no tendrás que esperar al resultado para disfrutar, y aceptarás las variaciones del camino que propone el sistema, aprenderás resolviendo, y quizás encuentres una meta distinta, pero ni siquiera peor.


·        Las metas no coinciden con el progreso a largo plazo. En muchas ocasiones, cuando llegamos a la meta o alcanzamos el objetivo, nos olvidamos los beneficios que nos llevaron hasta ahí. Se produce el efecto yoyo. Habremos perdido la motivación. Cuando el propósito de definir metas sirve para convertirte en el ganador de una sola ocasión, estamos desperdiciando una oportunidad de mejorar. Centrarse en el largo plazo y seguir participando del juego te permite seguir aplicando el proceso para mejorar personalmente. “Tu compromiso con el proceso, y no con la meta, es lo que va a determinar tu progreso”.

Por tanto, el problema no está en la incapacidad de cambiar los hábitos, sino en cambiar los sistemas. “No te elevas al nivel de tus metas. Desciendes al nivel de tus sistemas”.


 Descubre cuáles son los sistemas que te benefician. Ejecútalos cada día de manera recurrente, modifícalos y controla sus flujos. Se paciente y construye tu muro de ladrillos cada día hasta hacerlos excepcional e indestructible.


 

Los hábitos moldean tu identidad (y viceversa).



Pocas cosas pueden tener un impacto más importante en tu vida que la mejora de tus hábitos. Quizás no seas consciente, pero merece la pena intentarlo y perseverar. Para ello la motivación no es necesaria, e incluso se puede convertir en un problema, porque no siempre se puede mantener.


Los hábitos son una semilla que se cuida siempre y se riega cada día, porque necesitan echar raíces antes de mostrar los frutos, los cuales una vez alcanzados, ya no se olvidarán ni desaparecen. Los tendremos ahí de manera perenne.


Pero James Clear nos indica que los hábitos son un proyecto desafiante por dos motivos fundamentales:


1.      Tratamos de cambiar algo que no es lo que debemos cambiar.


2.      Tratamos de cambiar nuestros hábitos de manera equivocada.


 

Las tres capas del cambio de conducta.


 

JC distingue tres capas en el proceso de cambio de conducta que incluye, como si fuera una cebolla, tres niveles que desde fuera hacia dentro son:


·        Resultados. Este nivel está relacionado con las metas que nos proponemos. Tiene que ver con lo que obtienes.

 

·        Procesos. Este nivel se relaciona con el cambio de hábitos y sistemas. Tiene que ver con lo que haces.

 

 

·        Identidad. Este nivel más profundo tiene que ver con cambiar tus creencias, como ves el mundo y a ti mismo, los juicios que haces a los demás y a ti mimo. Tiene que ver con lo que crees.



 

Los hábitos que perduran, aquellos con los que mejoramos cada día, aunque sea un 1%, tiene que ver con la dirección que sigue el cambio.

 

 

Lo común es intentar cambiar los hábitos centrándose en aquello que queremos alcanzar: las metas. La alternativa apropiada es la contraria. Es necesario construir hábitos basados en un cambio de identidad para que sea perdurable. Lo que importa es ser. Lo que importa es quién queremos ser.


Para eso debemos renunciar a la identidad que nos relaciona con los hábitos que queremos abandonar e identificarnos con lo que queremos ser. Debemos comprar y vender las creencias que nos identifiquen con lo que queremos ser. Es un poco “finge hasta que lo seas”. En caso contrario, la identidad que queremos abandonar saboteará de manera continua nuestro proceso.


 

“Detrás de cada sistema de acciones hay un sistema de creencias”. Es decir, el sistema de creencias es el que moldea el sistema, una identidad quien moldea los hábitos. Se trata de hacer congruente conducta e identidad.


Existe un tipo de motivación que favorece los hábitos. Es la motivación intrínseca que hace que un hábito se convierta en parte integral de tu identidad. Es la motivación que te da orgullo por sentir lo que eres y forma parte de tu identidad. Cuando este orgullo funciona el hábito se hace de forma natural.


“El verdadero cambio de conducta es un cambio de identidad”. Podemos iniciar un hábito por motivación, pero si no soy o no me creo lo que significa ese hábito, no podré mantenerlo, cultivarlo hasta echar raíces y hacerlo verdadera parte de mi identidad.


Tu conducta es un reflejo de lo que eres, por lo que tienes que creer que eres lo que quieres antes de serlo, y empezar por seguir con el proceso. Entonces, hacer lo correcto será sencillo, porque será lo que quieres ser al principio, y después, cuando tu conducta e identidad se sincronizan definitivamente, actuarás como la persona que eres.


Cuando no crees lo que quieres ser o aceptas lo que otros dicen que eres, avanzas por la vida en una situación de adormecimiento cognitivo, en el que sigues a ciegas las normas asociadas a esa identidad.

Cuando las acciones y pensamientos propios están fuertemente vinculados con tu identidad, se evita disonancias y su negatividad. Esta situación puede ser también la mayor barrera del cambio a hábitos positivos cuando no eres o no te crees lo que quieres ser y tus comportamientos contradicen tus metas.


En el sentido de todo lo que estamos viendo, siendo conscientes que la verdadera razón por la que no cumplimos los hábitos es la imagen que tenemos de nosotros, es conveniente y necesario no aferrarse a una versión de identidad. El proceso es una evolución y un progreso, y ello requiere desaprender algunas cosas aprendidas. Por lo que un estado alerta de edición de creencias y actualización es un valor para formar tu identidad.


 

El proceso de dos pasos para cambiar tu identidad.

 


Pero tu identidad surge a partir de tus hábitos. No naces con las creencias, las aprendes y refuerzas con la experiencia de tu vida. Los “hábitos son la manera como encarnas tu identidad” con el orden, la creatividad, el trabajo, la salud, las relaciones…Y cada una de las conductas que repites refuerzan la identidad que lleva asociada esa conducta.


Por las cosas que hacemos forjamos nuestra identidad y las evidencias de las conductas repetidas conforma la creencia de quienes somos, de nuestra identidad. Nacemos siendo nada, nos convertimos en lo que somos y forma parte de nuestra entidad gracias a los hábitos y conductas que lo confirman.

Y aunque tu identidad no es solo consecuencia de los hábitos que desarrollas, su importancia y prevalencia, su repetición y recurrencia, generan los cambios más importantes de tu identidad. “El proceso de construcción de hábitos equivale en realidad al proceso de convertirse en la persona que eres”.


Es un proceso de evolución, no de revolución. Gradualidad es consustancial a hábito. Día a día generamos microevoluciones que forman nuestro ser. Así que debemos tener la precaución “negativa” de ser conscientes que cada acción que realizas es un punto a favor de la persona en que te conviertes, sea la deseada o no. Eres lo que crees y haces acumulativamente, y la significación o importancia del cambio no viene de lo extremo, sino de lo regular y recurrente.


Los hábitos son el camino que conduce al cambio de identidad. La manera más práctica de cambiar quién eres es cambiar lo que haces. Así, cada hábito ya hemos descubierto que no busca un resultado en sí, sino que busca encontrarte, saber quién eres o deseas ser, y te enseña a confiar en ti mismo.


No necesitas ser perfecto, ni siquiera es posible. Eliges ser lo mejor de ti con la mayoría de los hábitos positivos y deseados contra los negativos o que no son la preferencia de identidad propia. El pecado existe y la conversión también. Pero debes ser consciente quién quieres ser, y demostrarte a ti mismo tu esencia con pequeñas victorias diarias.


Para ser consciente de la persona que quieres ser debes preguntarte sobre ello. Cuáles son tus principios, qué valores defiendes, en qué quieres convertirte; y a partir de ahí empezar a dar pequeños pasos para ser actuando como la persona que quieres y dando ejemplo y refuerzo a tu identidad.


En muchos aspectos, parte del proceso me hace pensar que está encadenado con la teoría psicológica analítica de Carl Jung y el proceso de individuación, aunque en el caso del suizo busca algo más profundo que querer ser. Busca la esencia o lo que soy.


 

Circuitos de retroalimentación.


 

Es una de las claves del libro. El doble sentido de los hábitos y la identidad. Ambos se refuerzan y moldean. Unos llevan al otro con reciprocidad y el enfoque debe estar en convertirse en la persona que necesitas y quieres, capaz de alcanzar la meta que se proponga y no en alcanzar la meta en sí.

 

Pero en definitiva el norte se sitúa en el cambio de identidad, y usaremos los hábitos y las creencias para ello. Pero nunca sin saber antes quién quieres ser. Sabiendo quién, llegaremos al qué hacer o cómo desarrollar los procesos y los hábitos que nos lleven a la identidad deseada.


Los hábitos consisten pues en convertirse en alguien, y ese alguien será capaz de alcanzar la metas y objetivos que se proponga. Te convertirá en tus hábitos.


 

Construir mejores hábitos en cuatro sencillos pasos.



 James Clear introduce las conclusiones experimentales del psicólogo Edward Thorndike (1898), que concluye que “las conductas seguidas de consecuencias satisfactorias tienden a repetirse, las conductas que se producen de consecuencias desagradables tienden a no repetirse”, para desde ahí responder a qué son los hábitos y por qué nuestro cerebro se molesta en desarrollarlos.


Define hábito como “conducta que se ha repetido lo suficiente como para volverse automática”, en un proceso de aprendizaje basado en el método de ensayo y error, pero que tiene detrás una recompensa que incentiva la repetición de la conducta.


El proceso que conlleva el hábito implica a un trabajo del cerebro que analiza y cataloga los eventos que preceden al resultado y la recompensa, generando un proceso de retroalimentación que descarta actos inútiles y repite y refuerza los que aprovecha hasta la formación de los hábitos. Se automatiza el proceso cuando los resultados se repiten, en una suerte de solución automática, confiable, que relaja la necesidad de decidir.


El hábito está regalando al cerebro la relajación de la actividad, una desconexión de la necesidad de probar y errar y aceptar reglas de decisiones, que en algunos casos llega incluso a heurísticas decisorias en problemas similares.


Los hábitos son atajos mentales aprendidos gracias a la experiencia. Aprendes unos pasos y los aplicas de manera automática. Es una solución básica y funcional que muchas veces olvidamos. Aplicar lo que funcionó en el pasado para resolver el futuro.


La mente consciente es un cuello de botella decisorio, ya que el cerebro solo puede poner atención a un problema a la vez y eso debe hacer que destine su capacidad a la tarea más esencial. Eso hace que la mente inconsciente sea la que deba ejecutar las conductas aprendidas y libera recursos para el cerebro.

Los hábitos tienen la tarea cognitiva fundamental de liberar esa carga del cerebro consciente.


Una falacia común que está en contra de los hábitos es que estos restringen la libertad. Los hábitos hacen la vida aburrida, es lo que nos señalan estas personas contraponiendo hábitos a libertad. La realidad es que no solo se complementan, sino que cuando tenemos hábitos para cosas recurrentes dejamos tiempo libre al resto de decisiones y opciones. Los hechos corroboran que las personas sin hábitos carecen de tiempo y libertad disponible en comparación con las personas que los poseen. Por ejemplo, los mejores hábitos financieros, permiten libertad financiera, y con esta la posibilidad de disfrutar tiempo y tomar decisiones importantes. Cuando logras simplificar las tareas fundamentales de la vida, puedes crear espacio mental para el pensamiento libre y la creatividad. Es aplicación pura de la pirámide Maslow.


“Construir hábitos en el presente te permite hacer más en el futuro”.


 

  Cómo trabajan los hábitos.


 

Charles Duhigg con su libro El poder de los hábitos, es la referencia de partida de James Clear para indicarnos que el proceso de construir un hábito se divide en cuatro pasos:


·        Señal.

·        Anhelo.

·        Respuesta.

·        Recompensa.

 

JC nos dice que nuestro cerebro pasa de manera ineludible por estas cuatro etapas cada vez que se pone en marcha un hábito.


La señal es una suerte de desencadenante o gatillo del proceso que actúa en el cerebro iniciando una conducta. Esta señal es una información que anticipa un beneficio o recompensa que originariamente era una recompensa primaria (alimento) y que actualmente y en sociedades más desarrolladas son "recompensas secundarias" (dinero, fama, estatus, reconocimiento), que, sin ser esenciales para la supervivencia física directa, si lo son de manera indirecta y social, y que también aumentan las posibilidades de supervivencia y reproducción.


La mente busca las pistas en nuestro interior y exterior para encontrar las posibles recompensas y necesidades que queremos satisfacer, y si estas son descubiertas, empieza a funcionar el sentimiento de anhelo que nos lleva a la acción directa.


El anhelo es la motivación que en su estricta semántica nos conmina a hacer lo necesario para completar el hábito. Parece que se requiere un mínimo de motivación para dar el paso a la acción. Entonces el hábito es un cambio de estado, ese cambio de estado es lo que buscamos, no el objeto o propia acción que lo provoca. (ejemplo escuchar música-relajación). El fin final es un cambio de estado interno.


Los anhelos son subjetivos, es decir, difieren de una persona a otra. No todas las señales motivan a todas las personas ni de la misma manera.


Con la respuesta entramos directamente en la acción del hábito, ya sea con una acción material o con un pensamiento. La respuesta depende de dos fuerzas contrapuestas tensión/resistencia contra la motivación, y por supuesto de la habilidad para desarrollar la acción. Por supuesto, son capacidades que se auto desarrollan con el propio hábito. La respuesta nos sirve para conseguir una satisfacción y aprender.


La recompensa es resultado que buscamos del proceso y que generó la señal. Por tanto, la recompensa provoca un beneficio intrínseco cuando satisface tu anhelo en la motivación, y aunque este sea momentáneo, es completamente funcional y práctico.


El cerebro es un detector y ávido buscador de recompensas. Busca el placer y así mismo, los resultados de placer y decepción ejercen una función de retroalimentación que influye de manera fundamental en los hábitos.


Una conducta insuficiente en cualquiera de las etapas, no se convertirá en un hábito. Sin los primeros tres pasos, la conducta no ocurrirá. Sin un cuarto paso, la conducta no se repetirá.


1.      Señal>acción.

2.      Anhelo>motivación.

3.      Respuesta>facilidad de la acción.

4.      Recompensa>satisfacción.




“En resumen, la señal desencadena el anhelo, el anhelo motiva la obtención de una respuesta y la respuesta nos brinda una recompensa. La recompensa satisface el anhelo y finalmente, queda asociada con la señal que desencadena el ciclo”.

 

 


Todos juntos forman el ciclo de los hábitos, un patrón de retroalimentación neurológico que permite crear hábitos automáticos. Y este patrón no es consciente y a la vez es ubicuo en cada uno de los actos que realizamos cotidianamente.


Este ciclo consta de dos fases:


·        Fase del problema: señal y anhelo.


·        Fase de la solución: respuesta y recompensa.


Conforme nos vamos haciendo adultos vamos repitiendo patrones que se quedan en hábitos que sin darnos cuenta conducen nuestra vida. Actos que repetimos desde que nos levantamos hasta que nos acostamos cada día, con sus correspondientes patrones que comienzan con una señal. Es un proceso de programación mental automática, con pautas de pensamiento y acción.


 

Cuatro leyes para el cambio de conducta.


 

Una vez que conocemos y entendemos el proceso de los hábitos: señal, anhelo, respuesta y recompensa, JC establece una serie de reglas que permitan crear buenos hábitos y romper los que no lo son. A modo de introducción para crear un buen hábito establece una serie de leyes que ejercen influencia en la conducta humana y facilitan las distintas fases del proceso para hacerlo repetir hasta hacerlo hábito.



Y para hacer el proceso inverso de eliminación de los hábitos, debemos hacer una inversión de las leyes anteriores:



Pero para aprovechar estas leyes, nosotros debemos en cada caso hacernos las preguntas apropiadas:


·        ¿Cómo puedo hacerlo obvio?


·        ¿Cómo puedo hacerlo atractivo?


·        ¿Cómo puedo hacerlo sencillo?


·        ¿Cómo puedo hacerlos satisfactorio?


Si comprendemos el funcionamiento de las leyes fundamentales y hacernos las preguntas, aplicando la acción apropiada, tendremos la posibilidad de crear buenos hábitos y eliminar los malos. Todo a pesar de la esencia humana y la segunda ley de entropía que nos lleva al desorden. Nuestros hábitos son moldeados por los sistemas que hay en nuestra vida.


James Clear. Autor del libro Hábitos Atómicos
James Clear. Autor del libro Hábitos Atómicos

 

コメント


©2020 por emprendimiento liberal. Creada con Wix.com

bottom of page