Hábitos Atómicos IV. James Clear.
- yosorep
- 17 mar
- 14 Min. de lectura
Cerrar la cuarta y última entrada de este libro se ha retrasado por motivos personales. Pero este resumen y conclusión, después de un tiempo, no deja huérfanas las ideas que de por sí son convenientes aunque hayamos perdido la continuidad en el desarrollo planeado.
PASAR DE SER BUENO A GRANDIOSO.
La realidad a cerca del talento.
El secreto para maximizar tus posibilidades de éxito es elegir el campo de competencia apropiado. En las actividades cotidianas, desde la actividad física, a la profesional, y por supuesto en los hábitos, serán más sencillas y satisfactorias en tanto en cuanto sean compatibles con tus inclinaciones y habilidades. Se trata de participar donde mas probabilidades estén a tu favor.
La verdad de que las personas contamos con distintas habilidades no confirma la teoría del determinismo biológico. No estamos avocados al fracaso por la influencia de nuestros genes, porque esta herencia tiene dos polos. Porque, lo que es una fortaleza genética es a su vez una debilidad en un contexto o ambiente diferente. Lo que puede ser una ventaja en situaciones favorables puede no serlo en las desfavorables.
Entonces, el ambiente determina la idoneidad de nuestros genes y la utilidad de nuestros talentos naturales, tanto para las características físicas como las mentales.
Nuestra competencia depende del contexto en el que se desarrolla, por lo que tiene sentido que si quieres destacar y recibir la retroalimentación positiva que supone, seleccionar el ambiente o contexto en que desarrolla la actividad es crucial. Y ojo, esta retroalimentación no se colma en la que viene de fuera. Ni siquiera es la más importante. Será importante el reconocimiento propio y personal que hagamos.
Los genes no determinan tu destino, solo tus áreas de oportunidad. “Los genes pueden predisponer, pero no predeterminar. Las áreas donde estás genéticamente predispuesto al éxito son las áreas donde los hábitos tenderán a ser más satisfactorios. La clave está en dirigir tu esfuerzo hacia áreas que te entusiasmen, en armonía con tus habilidades”.
La clave está en descubrir y definir esas áreas que juegan a mi favor. Y la personalidad es importante.
La influencia de la personalidad en tus hábitos.
James Clear apuesta por la teoría genetista asegurando que los genes están detrás de los comportamientos y hábitos que desarrollamos. Que tu personalidad particular es consecuencia de un cúmulo de rasgos genéticos que generan predisposición a actuar. Y se apoya en el estudio de los Big Five, que hace referencia a cinco espectros de comportamiento que suponen una escala determinante de nuestra personalidad, de marcado carácter biológico:
· Apertura a la experiencia: desde curioso-creador hasta cauteloso-consistencia.
· Responsabilidad: desde organizado-eficiente hasta despreocupado-espontáneo.
· Extraversión: desde activo-sociable hasta solitario-reservado.
· Amabilidad: desde amigable-compasivo hasta desafiante-desapegado.
· Neuroticismo: desde ansioso-sensible hasta seguro-tranquilo-estable.
Sin embargo, considero que la genética, que sí predispone sobre todo para habilidades físicas y en algún caso mentales, no es única ni preferente determinante de la personalidad y los hábitos. Otras teorías defienden que factores ambientales y experiencias propias y subjetivas tienen un valor fundamental. Entre ellas, teorías como la del aprendizaje social, la epigenética, constructivista, humanistas o de desarrollo psicosocial.
Pero en cualquier caso nuestros hábitos si determinan nuestra personalidad con independencias de los tipos de factores que influyan la misma. En cierto modo nos empujan y nos favorecen o perjudican.
Conocerlos y ser conscientes facilita la capacidad de poder trabajar sobre ellos en nuestro favor. Es por ello por lo que se hace relevante desarrollar hábitos que funcionen para tu personalidad.
Los hábitos no se pueden tomar con las referencias de otras personas. Saber discernir la parte fundamental del hábito y las convenientes para tu personalidad mejoran la potencialidad efectiva del hábito y su consolidación. No tienes que desarrollar ni todos los hábitos que te propongan ni de la manera que les funcione a otros. Has de buscar y aspirar a tu versión.
Encontrar un hábito en el que las probabilidades estén a tu favor.
Si eliges tus hábitos en función de las cosas que se te den mejor y tus capacidades, sin duda tendrás más probabilidades de consolidar el hábito y de tener éxito en ser lo que quieres. En este último sentido, tu ya eres parte de tus capacidades y probablemente no puedas prescindir de ello.
No es fácil encontrar estas habilidades que te permitan fluir y estar motivado. Pero es conveniente dedicar tiempo a analizar tus capacidades. Desde estas capacidades, desarrollar los mejores hábitos, potenciarán tu competencia, mejorarán tu energía, seguramente mejorarás en ingresos y reconocimiento, oportunidades y felicidad. Podrías alcanzar un circulo virtuoso con límites desconocidos.
Busca la opción de elegir el hábito correcto que te hace fluir y evita la resistencia continua de un hábito incorrecto.
¿Pero cómo elegimos el hábito correcto? Encontrar ese hábito que permite alcanzar el éxito, con probabilidades más altas y satisfacción, tendrá que ver con hacer sencillo o que te sea sencillo. Y además que, con el tiempo, a largo plazo, con el avance y la mejora fluida, se convierta en un verdadero reto. Pero en cualquier caso lo fundamental es pasar siempre a la acción y no permanecer en la planificación. El método prueba y error, conscientes de la limitación de que solo una vida poseemos. No tenemos más tiempo incierto que una vida.
En cualquier caso, la exploración será un período continuo -como salir con una persona- hasta encontrar una opción en la que poner foco porque hemos detectado como una de las mejores soluciones. Si sigue funcionando, explota la opción y explora menos, en paralelo. Si el resultado no va siendo el conveniente, toca seguir explorando: intercambio de exploración y explotación en función de los resultados que vayamos teniendo.
En esta estrategia o proceso de explotación de lo que funciona sin dejar de explorar, será importante controlar el porcentaje que dedicas a cada una y no dejarte llevar por la exigencia de la explotación en un mundo en el que cada vez es más necesario explorar. Mejorar de manera continua y generar opciones se convierte en una necesidad y una manera de sentirte bien y por supuesto de conocerse.
El tiempo que dispongas y la fase personal y profesional también condicionaran de manera relevante todo este proceso.
James Clear también habla de hacerse preguntas, no solo en el sentido de filosofar, que yo si propongo, sino para descubrir las áreas de facilidad y satisfacción que permitan dedicarte a los mejores hábitos para ti:
· ¿Me funciona para mí y me divierte? Lo que importa es la falta o ausencia de dolor y resistencia de la tarea en comparación con la gente. Allí donde eres más y disfrutas en comparación con otros, puede estar tu trabajo o hábito ideal.
· ¿Me hace perder la noción del tiempo? Es la aplicación práctica y pura de la fluidez del libro FLOW de Mihaly Csikszentmihaly. Es estar en la zona,” un estado de concentración total y disfrute durante una actividad, donde las personas se encuentran completamente absortas y experimentan una sensación de tiempo distorsionado y una pérdida de la autoconciencia”. Esto no será continuo, pero la aspiración es que si sea habitual.
· ¿Dónde encuentro recompensas mayores que la media? Es un criterio de eficacia y eficiencia. Ver donde tus resultados son óptimos.
· ¿Qué se me da bien de manera natural? Es una de las más difíciles preguntas, porque mirar hacia dentro y preguntarte por aquello que te hace sentir vivo, comprometido y gozando.
La suerte puede jugar un papel importante. Pero la suerte sin habilidades descubiertas, sin ambiente favorable, y sin la exposición apropiada a las oportunidades no suele jugar su papel. La opción se presenta cuando además de tener cartas, las reconocemos, sabemos jugar y creemos en el esfuerzo y trabajo para ganar las partidas. En definitiva, la suerte tiene más posibilidades de funcionar cuando pones las probabilidades a tu favor.
En otras ocasiones llegas a ver que se te da bien algo, pero no eres el mejor. Un mínimo detalle diferente, la diferenciación, puede desmarcarte y hacerte pleno en tus hábitos, reduciendo la competencia. Un buen jugador trabaja duro para ganar en el juego al que todos los demás están jugando. Un jugador extraordinario crea un nuevo juego que favorece sus fortalezas y evita sus debilidades.
El agua hirviendo ablanda una patata y endurece un huevo. Saber qué hábito te favorece, hace mejor o puedes aprovechar, es fundamental.
Obtener lo mejor de tus genes.
Ya hemos determinado que la genética tiene un favor particular en según que aspecto y ambiente, pero no elimina en ningún caso la necesidad de trabajar duro. La aplicación del trabajo y el esfuerzo sobre una habilidad favorecida por nuestra genética es factor de éxito.
La importancia de descubrir nuestras fortalezas nos permite discernir dónde poner nuestro tiempo y energía. La mayoría de las veces las personas se quedan atrapadas en las limitaciones sin hacer el esfuerzo de descubrir sus fortalezas.
Si no haces el trabajo necesario sobre tus genes dedicando el tiempo y “repeticiones” que son necesarias no podrás exponer tu éxito a la suerte necesaria.
Elige las conductas compatibles con tu personalidad, quien eres o quieres ser, con las habilidades que dispones y trabaja duro haciéndolo sencillo desde las cosas que son más sencillas.
La regla de ricitos de oro: motivación continua en vida y trabajo.
Ya tenemos claro que los hábitos a largo plazo nos hacen ser lo que queremos, como queremos y hacerlo con fluidez y disfrute. Para ello debemos llevar un proceso con una serie de reglas para no entrar en las dinámicas básicas de luchar por mantenernos motivados.
La regla de ricitos de oro se basa en el hecho de que el cerebro disfruta trabajando con niveles manejables de dificultad, pero amando siempre el reto. Un reto en el que debes perder y ganar puntos que permita la posibilidad de ganar y disfrutar mientras tanto. La regla establece que “los humanos experimentamos los niveles más altos de motivación cuando, al trabajar en alguna tarea, esta está en el límite de nuestras habilidades actuales. No demasiado difícil. No demasiado sencilla. Solo lo justo”.
Se trata de expandir rutinas en cantidades pequeñas cada vez, actualizando la información y el conocimiento de esas rutinas, con estímulos y alimentaciones positivas fáciles de obtener y con pequeños riesgos y potenciales fallos para mantener el trabajo duro.
Una vez que un hábito queda establecido, lo más conveniente es seguir avanzando y enganchar desde este otros nuevos, siempre en pequeños avances que nos arrastren a la implicación y compromiso sin demasiado esfuerzo o motivación. Mantener la opción de entrar en estados de flujo de manera recurrente.
La mejoría requiere un balance entre desafíos que te impulsen y mejoren tus límites a la vez que continúas progresando lo suficiente para estar motivado. Son necesarios novedades que sigan siendo atractivas y satisfactorias, evitando el aburrimiento que arrastra a la complacencia del desarrollo personal.
Mantenerte centrado mientras trabajas tus metas: el aburrimiento.
A pesar de otras cosas que hemos hablado en el desarrollo de los hábitos y su posibilidad de éxito en el amparo de la genética, la suerte, y el talento. La combinación y su interacción. James Clear pone otra cualidad de una referencia que le hace un entrenador deportivo. Y esa referencia de éxito es manejar el aburrimiento.
Esa afirmación podría entrar en contradicción con la fluidez que mejora y permite alcanzar el éxito. Sin embargo, cambiando aburrimiento por perseverancia, podemos entender que antes de llegar al estado de flujo tenemos que ponernos delante de la tarea, cada día, con las ganas que tengamos e incluso cuando la fluidez y la pasión no lleguen.
En definitiva, es una apuesta por una ética de trabajo, que no de esfuerzo. El esfuerzo o resistencia vendría después o no. La diferencia es que manejar el aburrimiento es encontrar la manera de seguir adelante, cuando la pasión, la fluidez, la concentración, no se manifiesta.
También es una maestría que requiere práctica. Y esa práctica lleva inoculado la semilla de la rutina y el propio aburrimiento. Los beneficios que al principio se manifiestan y motivan, cuando ya somos conscientes de qué esperar, pueden llegar a desvanecer el interés. El problema es cuando el interés se desvanece antes que llegar al grado de hábito o nivel de éxito, poniendo en riesgo de abandono la actividad.
La mayor amenaza del éxito no es el fracaso sino el aburrimiento. En muchos casos a medio camino, cuando el hábito o la actividad pierde la fascinación del principio, cuando se hace previsible los resultados y ordinarios, buscar la novedad puede ser contradictorio e iniciar un bucle o ciclo interminable de búsqueda y también de indefinición.
Decía Maquiavelo: “los hombres desean novedad de tal manera que aquellos a quienes les va bien desean cambio tanto como aquellos a los que les está yendo mal”.
Es una evidencia como el marketing aprovecha el conocimiento de nuestra conducta mejor que nosotros mismos. Y en el caso del aburrimiento, muchos de los ladrones de atención que hoy funcionan y nos roban lo único de valor que tenemos, el tiempo, hacen uso de la activación de novedad continua y deseo: noticias y reels en redes, mensajes, videojuegos, cotilleos, pornografía, comida basura, etc.
La recompensa variable se convierte en un promotor de las descargas de dopamina necesarias para realzar recuerdos y acelerar hábitos, incluso el de cambiarlos. Es por lo que yo defiendo que, en muchos casos, los objetivos empresariales son aberrantes para la conducta y en muchos casos perjudiciales o no eficientes para la propia compañía. Estímulos básicos para ratas de laboratorio como las del psicólogo conductista Skinnner.
Las recompensas variables no crean anhelo, porque la recompensa ofrecida en intervalos variables no cambia a las personas en pensamiento o la línea de hábitos estables y eficientes. Solo reducen el aburrimiento en corto plazo.
Como ya vimos en la estrategia de Ricitos de Oro, una dificultad manejable, que ponga el deseo en medio del éxito y el fracaso, obteniendo éxitos y fracasos en un cierto equilibrio, ganancias y ganas por obtener algo. Esa es la opción atractiva y con potencial duradero.
Ningún hábito será interesante para siempre, pero si beneficioso. Por ello, solo queda enamorarse del aburrimiento para ser perseverante con tu hábito. Continuas a pesar del aburrimiento es lo que marca la diferencia entre profesional y aficionado. Entre experto y conocedor.
“Los profesionales se atienen a un horario, los aficionados dejan que la vida se entrometa en el camino. Los profesionales saben qué es importante para ellos y trabajan con propósito, los aficionados se desvían del curso debido a las urgencias de la vida”.
El inconveniente de crear nuevos hábitos.
Fundamento de la maestría es la descripción que James Clear hace de los hábitos. Y lo hace en el sentido de que cualquier capacidad maestra adquirida empezó por una serie de procesos o hábitos básicos que memorizados y asimilados son la base de posibilidad de acceso a la excelencia.
El inconveniente de este paso de hábito adquirido y consolidado es el coste que supone llegar a un nivel en el que se alcanza una insensibilidad a la retroalimentación y por ende a la posibilidad de mejorar y probabilidad de caer en errores no reconocidos. Es una especie de complacencia en algunos casos que, nos deja en lo “suficientemente bueno” para olvidar el “hacerlo mejor”. Y aunque parezca paradoja con alcanzar la excelencia, se refiere a dejar ángulos muertos en hábitos que se consolidan para dar pasos posteriores, pero dejando potenciales mejoras atrás cuando alcanzamos el grado de suficiente.
Cambiamos lo práctico de dejar de pensar por dejar aspectos sin mejorar que requieren ese pensamiento y atención. Solo reforzamos aún más los hábitos, pero los dejamos sin mejorar.
Y es cierto que algunos hábitos no necesitan mejoría. Con el nivel suficiente no malgastamos energía para otras cosas más importantes, pero para alcanzar la maestría necesitas niveles de desempeño más elevados y un método matizado. Repitiendo a ciegas los hábitos no seremos excepcionales en algo. El hábito es condición necesaria, pero no suficiente. Necesitamos una combinación de hábitos automáticos más práctica deliberada.
Como vimos antes, el control del hábito permite encadenar otro hábito nuevo, que es el siguiente a desarrollar. Cada hábito va dejando al descubierto otro reto en un ciclo que puede no tener fin. Pero la maestría se alcanza estrechando la concentración, poniendo foco a pequeños elementos, poco a poco, hasta interiorizar la habilidad. Alcanzar la maestría en un campo requiere formar capas de mejora sobre otros hábitos anteriores, hasta alcanzar un nuevo nivel de desempeño.
Los hábitos que adquieres por muy poderosos que lleguen a ser no deben abandonarnos de la consciencia de nuestro desempeño, para poder continuar afinando y mejorando los hábitos, evitando caer en la complacencia.
Para ello se hace necesario un sistema de reflexión y revisión.
Revisar hábitos y hacer ajustes.
Antes de ver cómo James Clear propone revisar y hacer ajustes, vamos a señalar porqué considera necesario y fundamental este proceso:
“La reflexión y revisión ofrecen un tiempo ideal para revisitar uno de los más importantes aspectos del cambio de conducta: la identidad”.
El fin último es llegar a ser quién queremos ser y eso no es posible si no nos damos cuenta de quienes somos en cada momento. Contarse verdad es lo que propone la revisión y para ello el autor explica los pasos que personalmente desarrolla en este proceso.
La reflexión y la revisión permiten mejorar a largo plazo cada uno de los hábitos buscando allí donde hemos relajado algo del proceso o no estamos sacando lo mejor de ellos por errores o simple complacencia.
Aboga por el registro de datos y de sentimientos. El objetivo final, afinar y apuntar con la creación y consolidación de hábitos de la que no tenemos la retroalimentación fundamental y necesaria sin la revisión y reflexión posterior. Descubrir donde sí o no es efectivo y eficiente cada acción que realizamos, para tomar las acciones necesarias que dirijan donde necesitamos.
Los métodos de reflexión y revisión de James Clear son:
1. Reseña anual. En el mes de diciembre revisa toda la información registrada de sus hábitos y reflexiona sobre cada uno de ellos y su progreso a través de tres preguntas, muy propias de la filosofía estoica:
a. ¿Qué salió bien este año?
b. ¿Qué no salió bien este año?
c. ¿Qué aprendí?
2. Reporte de integridad. Pasado el ecuador del año, seis meses aproximados, darse cuenta de dónde he cometido errores u omisiones y no estoy cumpliendo para llegar a ser quién me propongo. Una fecha apropiada para tomar motivación por hacer ajustes que mejoren hasta final de año y contrastar al final del año. Esta parte es fundamental y muy cualitativa en el sentido que tiene más parte de reflexión que de revisión, donde cuestionaremos nuestra identidad y si avanzamos en lo que deseamos ser. También propone responder a tres preguntas:
a. ¿Cuáles son los valores esenciales que dirigen mi vida y mi trabajo?
b. ¿Cómo estoy viviendo y trabajando con integridad en este momento?
c. ¿Cómo puedo establecer una meta más elevada en el futuro?
En definitiva, un proceso y dos fechas que nos ayudan a revisar nuestra identidad y comparar con la deseada y cómo los hábitos que desarrollo ayudan o impiden a hacerlas concretas y ciertas.
Podremos ver si mis hábitos deben ser actualizados, modificados o abandonados para aceptar nuevos.
Redirigir mis esfuerzos y mi concentración en los aspectos fundamentales que me lleven a la persona que quiero ser.
Como dice JC es un momento de ponerse en el espejo a la distancia apropiada para tener una perspectiva, sin penar por las peores decisiones que tomamos a diario pero tampoco “no poniéndose delante del espejo” nunca, y por tanto sin recibir nunca una imagen real de nosotros.
Tus creencias pueden ser un freno: reconócelas y actúa.
Si bien repetir un hábito es esencial para construir tu identidad, cabe la posibilidad de que esta nueva identidad también te frene el propio crecimiento. Aferrarse a una identidad adquirida nos deja sin posibilidad de crecimiento. Porque no consideremos la identidad como una meta sino como un camino de progresos. Si sacralizamos una identidad o nivel adquirido, corremos el riesgo de cargarnos de orgullo y acriticismo conformista, frenando la evolución de la identidad o anulando el natural paso a niveles superiores.
Aferrarse a una identidad estanca, sin posible evolución, te hace frágil a los acontecimientos de la vida. Es poner a tu identidad ante riesgos de crisis: crisis de identidad. Por ello, determinar que un aspecto o solo alguno sean la mayor parte de lo que eres, te incapacita para adaptarte a desafíos futuros.
Los errores de muchas personas están en tomar una firme definición de identidad que se relaciona con lo que habitualmente hace y cuando esta situación cambia se encuentra sin identidades alternativas o incapacidad para redefinirse.
Redefinirte a ti mismo de una manera que evitemos estas situaciones es hacerlo a través de las cualidades y no de las tareas, profesiones, trabajos que hacemos. Aunque nuestros roles familiares y profesionales cambien, si somos conscientes que somos no lo que hacemos, sino las características personales adquiridas que nos hacen válidos, tendremos mejores opciones de redefinirnos.
Unas últimas afirmaciones de James Clear: los hábitos producen numerosos beneficios, pero el inconveniente es que puede encerrarnos dentro de nuestros previos patrones de pensamiento y acción.
NADA ES PERMANENTE. La vida es cambio constante y es necesario ver si tus viejos hábitos y creencias aún te sirven.
La falta de conciencia de uno mismo es un veneno. La reflexión y la revisión son el antídoto.
Conclusiones
El poder de los hábitos atómicos es que pequeños cambios conducen a resultados extraordinarios. El resultado es poder cambiar tu vida y transformarla desde un pequeño cambio repetido miles de veces. Un 1% capitalizado por repeticiones que se amplifica con nuevos hábitos en pilas paralelas, encadenados e insertados, todos orientados a una meta que no tiene fin.
Es un compromiso con cambios continuos, pequeños y sostenibles, donde el éxito no es una identidad única y definitiva, sino una identidad de valores flexibles, que debemos afinar de manera continua: “afilar el hacha”.
Los malos hábitos no es consecuencia de una mala persona sino de un sistema equivocado o desconocido que James Clear nos propone en base a su experiencia personal. Con Cuatro Leyes del Cambio de Conducta, una serie de herramientas y estrategias para construir ese sistema necesario que moldee los hábitos mejores, propones los pasos y conductas necesarias para adquirir los buenos hábitos y evitar los malos hábitos:
Es un proceso continuo, sin meta ni solución permanente. Toda una posibilidad para dar sentido a nuestra vida. Las mejoras deben ser continuas y revisadas. La personalidad flexible y buscando la diversificación de fuentes de mejora y hábitos. Toda una estrategia Core de hábitos con un infinito y diversificado mundo de estrategias satélites, flexibles, capacitantes para la vida.
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