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Intelectual pero idiota.

  • yosorep
  • 18 oct
  • 4 Min. de lectura

Releyendo a Taleb en uno de sus libros, Jugarse la piel, me parece interesante la idea que presenta en uno de sus capítulos que en su día publicara y fuera críticamente interpretado. Y cuando me refiero a crítica, me refiero a la negativa. Taleb es un personaje controvertido, pero por otro lado imprescindible si aspiras a conocer el mundo o la realidad.


Es en esta capítulo, Intelectual pero idiota se dedica a hablar de dos colectivos simbióticos, que además de en la mayoría de los casos no jugarse la piel quieren ser los que dirijan la vida del resto de la población. El problema entonces no es tanto ellos como el hecho de que somos nosotros, ese resto de la población, los que aceptamos sus propuestas.


Estos colectivos son en primer lugar esa creciente minoría de políticos, funcionarios que no se juegan nada que se apoyan en el segundo colectivo beneficiado por ellos, los periodistas, infiltrados de la mano política, ambos auto considerados intelectuales con la complacencia de toda la población que acepta que sean ellos los que nos digan qué debemos hacer, qué debemos comer, cómo debemos hablar, cómo debemos pensar y por terminar a quién debemos votar…Obviamente a ellos.


En este caso el tuerto no es rey entre los ciegos, sino que muchos supuestos tuertos siguen al ciego. Y es que hemos aceptado, como en la caverna de Platón, aceptar la realidad contada de la oscuridad en lugar de la realidad revelada del exterior y la experiencia.


Hemos dejado de escuchar a nuestros mayores y a los clásicos, aceptando que la academia puede ser suficiente para la fe. Confundiendo la ciencia con el cientifismo, aceptamos que gestionen lo nuestro, no lo suyo, sin rigurosidad en sus acciones y con otro ojo puesto en nuestra fiscalización.


Odian estos flautistas la realidad, el empirismo y la ciencia, que quien se esfuerza en seguir permite exponer desnuda las vergüenzas de estos reyes falsos.


Son personas que solo pueden enseñar linealidad y quieren hacernos creer que podemos concluir el todo de la agregación lineal. No son capaces de entender la complejidad del mundo y ya se encargan ellos de confundirnos con las opciones binarias, el blanco o el negro. Elegir es contra elegir. Mostrarse frente al otro. Enemistar para conseguir.


Taleb denomina a estas personas los IPI, el intelectual, pero idiota. Otro producto de la modernidad, que en su evolución desde mediados del siglo pasado vemos ahora en su máximo y confío sea una burbuja, que ya me gustara explotar. Pero para ello es necesario ser verdaderos intelectuales, comprometidos con la opinión crítica y con profundizar más allá de las pastas de los libros y aplicando todo al universo complejo que nos rodea. Pero es ahora cuando vemos más idiotas asumiendo el poder.


Y todo parejo con el crecimiento del Estado, que se ha multiplicado en esa ola entre 5 y 10 veces en relación al PIB. No es una coincidencia.


El IPI se ha hecho más presente en todas partes por la fuerza mediática que la respalda, donde los medios se esfuerzan en encontrar esos pocos, pero influyentes idiotas, que cuentan con referencias satélites en otros lugares que van desde las universidades a los propios científicos que confirman una teoría como única fe. Lástima que esos políticos que ocupan plazas vacantes escasas aunque crecientes tengan tanto poder e influencia.

 

Todo aquello que no comprende el IPI es señalado y acallado cuando no apoya su postura. Los demás estamos mal de la cabeza por preguntarnos y querer conocer lo que ellos no son capaces de saber y ni siquiera intentan en su limitada capacidad o interés propio.


Y para el resto que le sigue se arroga conocer los intereses de ellos y su capacidad de poder atenderlos, que más bien son los suyos.

 

Cuando la gente que se pone enfrente de los IPI hace algo que tiene sentido para ellos, pero no lo tiene para él, los tilda de incultos. Se produce la manoseada llamada participación en el proceso político, que llaman democracia, cuando se ajusta a sus deseos, y populismos cuando los que consideran como palurdos se atreven a votar algo que va en su contra.

 

El IPI es lo que según Taleb el filósofo Nietzsche denominó filisteo educado. Aquel individuo que sin tener la erudición que se creen postulan constantemente conclusiones sofistas que seguramente no saben lo que es pero que les viene bien para los resultados que buscan. Lo peor es que los que los siguen confunden los sofismas como dogma, teoría científica y razón concluyente de la bondad de lo que los IPI proponen. Situación de la que en realidad deberíamos huir como de un barbero que se propone hacernos una cirugía cerebral.

 

Los IPI son muy cuidados de estar suscritos a la erudición para mantener su apariencia. Pero no conocen lo que ni siquiera se han molestado en leer, cuanto menos profundizar, y que hablan en los encuentros con medios o entre otro tipo de reuniones.


Se llenan de decir que defienden la libertad de expresión, o la igualdad de razas o económica, pero no serían capaz de dar la mano a según que personas, compartir una cerveza y cuanto menos respetar sus opiniones.

 

Partiendo de que confunden Oriente Próximo de Oriente Medio, como suscriptores, tienen montones de libros de los que cree conocer su contenido por las pastas, como creen que se pueden conocer la lógica universal, compleja y de segundo orden con la básica lógica lineal a la que han sido capaces de llegar.

Y claro, se han equivocado no solo en el presente y como previsiblemente en el futuro, sino en el pasado defendiendo los errores del estalinismo, el maoísmo, los islamismos, el conductismo, la teoría de carteras, regresiones lineales, la vivienda pública, salafismo, maratones, teorías genéticas, y toda aquella serie de cosas que completamente refutadas todavía defienden. Son los ateos modernos pero que defienden su fe en sus narrativas.


ree

 

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