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La falta de libertad es una negación del liberalismo.

  • yosorep
  • 26 oct
  • 4 Min. de lectura

 

Vivimos en una época en la que a mi modo de ver pocas personas tienen interés por conocer el mundo, cuanto menos el universo. Para ellos la complejidad no va más allá de resolver un problema que le ocurre en su día a día.


En esa línea, se integran en el perfil de personas que no son capaces por su mentalidad de la resolución de problemas con la fórmula simple de la linealidad, por lo que no entienden ni conciben la posibilidad de la complejidad del universo, que no tienen interés por entender, pues les basta con la simple distribución de soluciones entre blanco y negro. A lo sumo, aceptan las teorías más elaboradas pero superadas por la realidad de distribuciones normales.


Este tipo de personas no se interesan de más allá de surfear con el dedo la pantalla de su móvil en un scrolliing infinito, para pararse en una red social en la que compartir su idea formada y reforzada en el sesgo de confirmación, y desde ahí compartir la idea cocinada que ha aceptado religiosamente y que digiere y alimenta su propio sesgo de interés personal.


Desde ahí es capaz de atrincherarse como un bot, lanzando consignas no fundadas, pero en la idea que defiende desde un pensamiento motivado, que como una defensa en línea recibe desbordamientos intelectuales por izquierda y derecha. Porque sus ideas se confunden en los dos extremos que engloba a este perfil de personas, que elige un extremo o el otro, cuando ambos son la misma línea de pensamiento (por darles la duda de pensar).


Para ellos la polimatía, el pensamiento crítico, la duda, y cualquier cosa que sea un planteamiento de la realidad o una búsqueda de la verdad, es un ejercicio inabordable y complacientemente innecesario. Prefieren ser Charo o PePe. Y claro, la ciencia en general y la filosofía o la historia pican demasiado como para aceptar que formen parte de su fuente de principios y pensamientos.


Y este soliloquio para dar entrada a una pregunta que me hice tras una “conversación” en una red social a cuenta de una idea, la libertad. Y un hecho histórico, la dictadura de Pinochet.


En ella mis manifestaciones eran consecuencia de mis maduraciones epistémicas de años con las que en muchos casos intento alejarme de los extremos, de lo lineal y por las que mis defensas argumentales se amurallan como Ciudad Rodrigo. Entonces el asedio de preguntas y respuestas hace desistir al que sin argumentos solo entiende que existe la línea recta para acercarse a la verdad.


Entrando en harina, el liberalismo clásico, al que me encuentro afín tras años de maduración, y siempre con los matices personales, es una idea que desde mi punto de vista tiene la libertad como principio central. Desde ahí todo se construye y se enriquece con los matices que en muchos casos se convierte en el “problema” de esta idea: la constante discusión entre los propios, que no aceptan un fin de sus ideas y no religan en un pensamiento único.


El liberalismo clásico, nacido en los siglos XVII y XVIII con pensadores como John Locke, Adam Smith e incluso Montesquieu, se basa en la defensa de:


  • Libertades individuales (de expresión, asociación, religión).

  • Estado de derecho y separación de poderes.

  • Propiedad privada y libre mercado.

  • Gobierno limitado y representativo.


En este marco, la libertad política y la libertad económica son inseparables. No se puede tener una sin la otra y sin traicionar el espíritu del liberalismo clásico.


En el caso de la situación vivida en la dictadura de Pinochet, se da la conocida paradoja chilena bajo Pinochet, en la que encontramos una contradicción. El régimen de Pinochet aplicó políticas económicas liberales, pero lo hizo sin libertad política. No había elecciones libres, partidos estaban prohibidos, y la represión era brutal.


Esto ha llevado a muchos a hablar de un "liberalismo autoritario" o incluso de un "neoliberalismo coercitivo", donde el mercado es "libre" pero las personas no lo son. Para el caso de la segunda acepción, neoliberalismo es un palabro que para mi redunda con intención despreciativa. La libertad y el liberalismo es único. Ni nuevo ni antiguo. Uno.


Y en el caso de los calificativos como autoritario o coercitivo, son imposibles entre los principios del liberalismo por definición.


El liberalismo se apoya en ideas económicas que por si propia no son liberalismo en ausencia de libertades plenas. Por lo que, desde mi punto de vista, la economía no define el liberalismo. Puede ser una consideración necesaria y relevante, pero no suficiente. Porque la libertad prima sobre la economía. Pero además creo que en libertad la economía llegará cerca de los principios económicos cercanos a las de economías libres en un rango amplio entre las de pensadores como Smith o las de Murray Rothbard.


Algunos críticos, como el filósofo argentino José Pablo Feinmann, han dicho que “el mercado fue libre, pero el pueblo no”. Y otros, como Friedrich Hayek (uno de los padres del liberalismo económico), se mostraron incómodos con regímenes que aplicaban sus ideas sin respetar las libertades civiles. Me suscribo a sus ideas e incomodidades.


Resumiendo. ¿Era liberalismo la política de Pinochet? Depende de cómo definamos "liberalismo" y ahí está el error de muchos o la intención fraudulenta de otros:


  • Si lo entendemos solo como política económica, entonces sí: Chile fue un laboratorio neoliberal. Y uso esa palabra para identificar la intencionalidad de los que usan es liberalismo para confundirlo con socialismo.

  • Si lo entendemos como una filosofía integral de libertad, entonces no: el régimen contradijo los principios fundamentales del liberalismo clásico.


     

La falta de libertad política es una negación del liberalismo en su forma más pura.


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