La Paradoja de Popper-Gödel.
- yosorep
- 28 sept
- 6 Min. de lectura
Hablando la semana pasada de cómo el principio de la minoría ha funcionado en las sociedades desde hace tiempo y dejando en modo pregunta la opción de opinar sobre cómo está actuando hoy en nuestra sociedad, hoy abundo en más detalles y dejo de nuevo una pregunta en el aire aún más comprometida.
El proceso por el que una minoría hace prevalecer una idea o un comportamiento sobre una mayoría flexible y en muchos casos apática, debe pasar por un proceso de renormalización previo.
Esto es algo que la historia es capaz de recordarnos, y como quiera que el dicho indica que esta historia se repite o en algunos casos rima, vamos a ver qué hemos podido ver en el pasado y como ha funcionado el principio de la minoría.
El efecto veto se produce cuando uno de los individuos de un grupo o un subgrupo dentro de otro mayor, pueden orientar las decisiones de los demás. En la mayoría de los casos suele ser una decisión determinada además de por la influencia del promotor, por la seguridad o evitar la incertidumbre por parte del resto. En la actitud general de las personas de buscar la seguridad, en muchos casos termina en complacencia. En aquella atribución a Benjamin Franklin : “Aquellos que renuncian a la libertad esencial para comprar un poco de seguridad temporal no merecen ni libertad ni seguridad.”, estaríamos en muchos casos en la situación de complacencia que cambiando incertidumbre por seguridad, multiplica la primera, y pierde la segunda. Esto último podría incluir una especie de efecto manada o una estrategia de buscar la mejor opción.
Otro efecto de la regla de la minoría es el uso de la lengua franca, de la que podemos ver ejemplos presentes en el inglés e históricos en el arameo. Esta capacidad de la palabra ha permitido esta asimetría, que sin embargo contrasta con la genética, que se ha compartido, acumulado y seguido por el contrario la regla de la mayoría. Pero esta asimetría ha sido neutra o no ha tenido efectos negativos generales, aunque conozcamos casos actuales de minorías mentirosas que usan la lengua como pica de enfrentamiento.
Sin embargo, en lo que a religión refiere, el islam ha contado con dos reglas favorecedoras de asimetría que les ha permitido crecer más que otras religiones en general y en zonas concretas de medio oriente en particular. Ellos son los únicos que por los matrimonios de mujer islámica todo hijo, desde la pareja incluida es desde entonces islámico. Y como segundo punto favorable, está el hecho de que la apostasía esté penada con la muerte. Nadie puede salir.
La combinación de todo esto junto con la primitiva falta de obstinación con las demás religiones le permitió iniciar un crecimiento que ahora si se mantiene en la obstinada postura original de los cristianos en la época romana. El favor de Constantino unida a la obstinación contra las religiones locales romanas, permitiría hacer crecer al cristianismo en occidente por entonces.
La intolerancia religiosa ha sido la fuente de la preminencia y crecimiento de las religiones que, a pensar de Taleb, destaca en los cristianos protestantes, islamistas salafistas e incluso el ateísmo fundamentalista, que paradójicamente se adaptan a mentes mediocres e incapaces ante la ambigüedad y la incertidumbre. Yo añadiría a las religiones ideológicas asimiladas al socialismo de los últimos dos siglos, donde habiendo tenido múltiples objetivos mesiánicos incumplidos, sin embargo han sido incapaces de reconocer el "capitalismo resucitado" que les ha permitido estar donde están.
Otro peligrosa argucia de esta minoría, que puede ser favorable si los valores que proponen son neutros para el resto o realmente mejora la sociedad, es la de erigirse en únicos valedores de la verdadera moralidad. Se hacen acreedores de la certeza moralina, defensores y padres de una moral particular desde la que juzgan a los demás, normalmente con una particular forma de ver esa moral que genera clases, categorías y discriminación. En muchos casos señalamiento de herejías, censura y ajusticiamiento mediático.
Para prohibir algo o ponerlo en una lista negra o para cancelar a una persona, solo hace falta que haya unos pocos motivados activistas que se empeñen en ello. Es la regla que en muchas de las prohibiciones se produce.
Los valores de la moralidad en una sociedad que aparentemente se forman por una evolución del consenso no siguen realmente esta ruta. Ahora hablamos de los que non consecuencia de una imposición de una minoría intolerante que se considera con una superioridad moral. (Ver el libro de Pablo Malo). Esto incluye los derechos civiles.
La religión y la transmisión moral siguen unos mecanismos de renormalización. Cuando se ha establecido una norma moral en la sociedad, basta con que haya una pequeña minoría de intransigentes extendidos geográficamente para que estos impongan la suya. La moralidad universal como corriente espontánea que se va acumulando en las sociedades es una falsa idea que solo sucede en una pequeña parte de la humanidad. Realidad que funciona en los dos sentidos. Tanto en lo bueno como en lo malo. Pero es cierto que para hacer el mal es necesario menos personas que para hacer el bien. Como ejemplo tenemos el caso de Polonia y los judíos, donde para salvar a un judío era necesario tener un red extensa que se caía con la sola denuncia de una persona.
La estabilidad de esta regla de la minoría se sustenta en una serie de reglas generales y prevalentes que son principios. Normas que evolucionaron con el tiempo al mismo tiempo que se hacían universales y se extendían. Normas que cumplen una serie de requisitos o propiedades:
· Son binarias.
· Son discretas.
· No tienen gradaciones.
No hay categorías en general, y son consecuencia de una idea de la minoría, porque son de este tipo de grupos de donde salen las opciones o negro o blanco, sin categorías grises y porque la estabilidad de las normas es más estable bajo el gobierno de la minoría.
Si bien hay minorías intolerantes que han hecho prevalecer el principio de la minoría para el desarrollo normal de valores y reglas de la sociedad, sólo es ciertamente admisible que esta capacidad de prevalecer se permita siempre que dentro de la intolerancia permitan la paz de los demás que no cumplan las normas, con los castigos en su caso que puedan corresponder según el caso y la normalización correspondiente.
Hoy día es un debate en occidente si la libertad puede ser socavada por determinadas políticas de cierto carácter intrusivo que provienen de fuentes fundamentalistas. Sobre estas preguntas, las propondremos al final, pero tanto Gödel como Popper, sin entrar en una paradoja exacta, pero si desde una tensión conceptual entre las ideas de Kurt Gödel y Karl Popper, Taleb expone una paradoja pendiente de resolver.
Ambos encontraron una misma inconsistencia desde puntos distintos. Porque vieron la posibilidad de cómo la facilidad de una sociedad democrática tolerante y libre puede dar la posibilidad de destruir esos valores desde una minoría intolerante y antidemocrática que se apoya en los valores de esa sociedad que destruye. De lo que surge la necesidad de preguntarse si debemos ser más intolerantes con algunas de esas minorías intolerantes.
Esta paradoja trata de responder y resolver si por ejemplo la libertad de occidente, la ilustración, puede ser socavada por políticas y valores que quieren imponerse de una manera fundamentalista e intolerante. Y se trata de responder a preguntas tales como:
¿Puede la democracia, que por definición supone la mayoría, ser tolerante con sus enemigos?
¿Debemos de estar de acuerdo con negar la libertad de expresión a todo partido político que defienda negar la libertad de expresión?
¿Puede una sociedad que ha decidido ser tolerante mostrarse intolerante con la intolerancia?
Gödel descubrió en la democracia de Estados Unidos una incoherencia en su Constitución, que Popper descubrió de manera independiente en los sistemas democráticos.
Taleb responde a las preguntas anteriores con la regla de la minoría indicando que una minoría intolerante tiene la capacidad de acabar no solo con la democracia sino incluso con el mundo. Y ello justifica en estos casos la intolerancia con estas posibilidades porque estarán utilizando nuestros valores o principios en nuestra contra. Ellos no creen en esos principios, pero son útiles para sus propósitos.

Paradoja de la Tolerancia. K. Popper y K. Gödel.



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