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Las trampas del dinero (tercera parte). Resumiendo todo.

  • yosorep
  • 6 jun
  • 20 Min. de lectura


Las expectativas.


 

Las expectativas distorsionan nuestros juicios de valor. El término expectativas suele oírse y leerse en la información de los mercados bursátiles. Los precios de las acciones suelen reflejar rendimiento de una empresa en relación con las expectativas de los analistas e inversores. Y de este modo el valor de las acciones sube o baja en función que las expectativas marcadas previas a la información facilitada en el mercado.

 

En este caso lo que dejamos pasar por alto es el hecho de que el precio incorrecto es el que creó las expectativas, no los resultados.


También actuamos de manera complaciente y  leemos a especialistas con capacidad de confianza para llegar a valoraciones correctas. El futuro siempre es incierto y aunque pretendamos prever no conoceremos los detalles, los aspectos y circunstancias no previstas.

 

Pero tener expectativas siempre gusta a las personas. Es soñar. Es poner colores al futuro que no conocemos pero que nos interesa y del que deseamos certidumbre. Nuestra mente utiliza las expectativas para completar nuestra visión del futuro.


 

Grandes esperanzas


 

Las expectativas alteran el valor de nuestras experiencias en dos momentos diferentes: primero antes de la experiencia de una compra, en el período de espera o anticipación; y segundo, durante la propia experiencia. Esos tipos de expectativas proporcionan placer o dolor anticipando la experiencia y en el mismo modo modifican la experiencia en sí.


 

La anticipación mejora el consumo

 


Las expectativas añaden valor en cada compra y decisión que tomamos ya sea en sentido positivo o un negativo. Es lo que en otros aspectos comúnmente llamamos preocupación , pues el resultado final puede ser distinto del imaginado aunque tengamos la capacidad de modificarlo según las propias expectativas mantenidas .

 

 Como ejemplo, comprar unas vacaciones un mes antes de irnos puede provocar desde una semana de paseo en las propias vacaciones a 5 semanas completas de placer. Eso mismo que ocurre con la lotería a muchas personas, sabiendo que las probabilidades que se tienen son muy escasas, sin embargo, la expectativa de equivocarse y ganar provoca en sí el placer suficiente para seguir comprando.

 

Resumiendo, un alto nivel de expectativas ya sea positiva o negativa si influyen en nuestra relación con las propias experiencias que viviremos.


 

Vínculo expectativas –experiencia


 

Las expectativas no solo modifican nuestra percepción de una experiencia, sino la experiencia en sí misma. Las expectativas impactan cómo nos preparamos para una experiencia, incluso en cómo la vivimos, tanto objetiva como subjetivamente.

 

Las expectativas son capaces de mejorar el rendimiento, realzar sensaciones, y alterarte perspectivas. Como los rituales o el lenguaje, las expectativas inducen a concentrarnos en los aspectos positivos o negativos de una actividad. Las expectativas tienen el poder de cambiar la realidad.

 

El efecto de las expectativas me recuerda a la utilizada visualización de los deportistas a la hora de enfrentarse a un reto o una competición. De hecho, existe una corriente que utiliza la expectativa para hacer que el rendimiento vaya más allá de nuestras capacidades mentales y físicas.


 

A la Caza de las marcas

 


Un gran poder de las marcas es la promover una serie de sueños y la de incrementar la percepción de valor, influyendo en el comportamiento subjetivo de los consumidores de dichas marcas.

 

En este sentido la propia neurociencia ha podido testar y confirmar esto en las personas.

 

 Resumiendo, las marcas hacen que la gente afirme que disfrutan más de las cosas desde el propio cerebro. Y este es el sentido de las marcas que buscan generar expectativas propias, únicas de la marca que haga convenir a las personas y su cerebro que el consumo de la misma eres mejor y diferente a los demás. Esto convierte a las personas en verdaderos creyentes.


El poder de las expectativas y de las marcas en concreto es la de generar profecías auto cumplidas y en muchos casos una fidelidad propia de una religión. Es un proceso de “autogregarismo”. Todo ello a su vez provoca otro efecto: la reputación.


 

El pasado es el prólogo

 


nuestras experiencias pasadas también influye en las expectativas sobre experiencias futuras. Una buena experiencia con un producto o servicio induce a sobrevalorar ese producto proyectando nuestra experiencia pasada hacia un posible consumo futuro. (Ejemplo de las secuelas de cine).

 

Nos faltaría recordar un efecto negativo de las expectativas como es el caso de la decepción, que se produce cuando la brecha entre expectativas y realidad es demasiado grande. En este sentido es el pasado juega trayendo unas expectativas, que no cumplidas nos lleven a la decepción.


Y es que el hecho de que algo haya salido bien en el pasado no significa que podría salir bien en el futuro. Sin embargo, nuestras expectativas están cargadas de experiencias del pasado, que aplicamos de manera directa a las experiencias sucesivas.


 

El tiempo lo es todo.

 


El poder de las expectativas es más potente cuando pagamos por algo antes de consumirlo o experimentarlo. En esos casos pagamos y compramos las expectativas al consumo futuro además del efecto psicológico que produce el no pagar. El disfrute de algo parecido a gratuito es bien distinto al pago en el momento de pago y consumo.


 

Movimientos rituales y mantras.

 


Rituales y el lenguaje también, hace que la expectativa influya en el rendimiento y el disfrute. Los rituales pueden realzar aún más nuestra experiencia, reducen la ansiedad, aumenta la confianza y la concentración.

 

 



Perdemos el control.


 

Se nos da muy mal los conocimientos asociados al ahorro. Sin embargo el ahorro no solo es necesario sino imprescindible por estar muy relacionado con el control de nuestras vidas y la posibilidad de disfrutar un colchón de seguridad en el presente, una posible jubilación en el futuro.



La procrastinación del ahorro es un hecho actual en todas las partes del mundo con leves diferencias. Y el problema de la jubilación futura es tan importante y actual tanto en países con sistemas de pensiones públicos como aquellos que los mantienen solo privados o estos son más importantes.

 

Pero los problemas más graves son la actitud del ahorro y la concienciación de dependencia personal de ellos. 


En el año 2014 1/3 de los adultos que Estados Unidos no había empezado a ahorrar para su jubilación y tampoco lo había hecho 1/4 parte de los que se aproximaban al final de las carreras profesionales entre 50 y 64 años. El 30% de los estadounidenses han logrado tan poco para una jubilación que tendrá que trabajar a los 80 años cuando la esperanza de vida en este país a esta edad está en 78 %, es decir no habrá posibilidad de jubilación. Al menos tranquila. Buena suerte mundo.

 

¿Qué está pasando aquí? Es el problema que tenemos todos los humanos con las recompensas a largo plazo y con el autocontrol.

 

Chiste: levanten la mano si ayer se prometió a sí mismo que hoy se despertaría temprano para ir al gimnasio. Deje la mano levantada si levantar esa mano ha sido el único ejercicio que ha hecho hoy.

 

Nuestra capacidad para retrasar en el tiempo las gratificaciones y para controlarnos influye poderosamente en nuestra forma de gastar –malgastar nuestro dinero.

 

¿Por qué nos cuesta tanto autocontrolarnos? Porque tendremos que evaluar mucho más las cosas que podemos obtener de forma inmediata que las que podamos obtener en el futuro, incluso siendo conscientes de que estas últimas nos benefician más. El futuro no nos tienta tanto como el presente.

 

Ejemplo: en el test de los malvaviscos Walter Mischel demuestra la diferencia entre nuestra selección presente y nuestra elección futura que radica simplemente en que en las elecciones inmediatas intervienen las emociones, y en las decisiones futuras, no.


 

Pero lo que es seguro es que por muy extraordinarias personas que seamos, en ningún caso las cosas que nos propongamos hacer en el futuro y que no empecemos a hacer hoy se realizarán con seguridad: hacer ejercicio con regularidad, controlar la dieta a diario, tomar nuestra medicación, levantarnos pronto, ahorrar para la jubilación, no hablar por el móvil mientras conducimos. Son los hábitos de hoy lo que nos aseguran los hábitos y resultados del mañana. No hay otra posibilidad.

 


Es cierto que existe el problema de que nunca vivimos en el futuro, sino en el presente, y que en ese presente las emociones tienden a cruzarse en nuestro camino. Constantemente.

 

En nuestro presente las emociones son muy reales y poderosas, nos hacen caer en la tentación una y otra vez, y cometer todos los errores uno tras otro.


 

Definición emocional de futuro

 


Estamos emocionalmente desconectados de nuestro futuro por la indefinición del mismo. Imaginamos nuestro futuro y nosotros mismos de manera muy diferente y distinta a como estamos y somos ahora, pero eso no es tan comprensible como nuestra realidad y sus tentaciones. Es, en definitiva, mucho más difícil conectar con un futuro abstracto que con un presente tangible. De este modo, un ejemplo excepcional de diferente carga emocional es el del ahorro, y la dificultad de empezar a no disfrutar de algo-dinero hoy por la posibilidad de disfrutarlo-necesitarlo en el futuro.

 

La manera racional de valorar las cosas es en base a los costes de oportunidad, que no tiene nada de emocional. Y en este caso, añadir a la ecuación de la decisión la expectativa de un gasto o necesidad en el futuro complica aún más las cosas.

 

Hay además datos para consultar y preguntas que podemos y debemos hacernos para poder tomar esa decisión futura y el tomar el ahorro presente como seguro de posibilidad de la jubilación. ¿Cuándo dejaremos de trabajar?, ¿Cuánto tiempo viviremos? ¿Cuánto cobraremos de pensiones públicas? ¿durante cuánto tiempo? ¿Qué necesitaremos?, ¿Tendremos algún grado de dependencia física personal o de nuestra familia? etc.…Muy complicado. Pero necesario….

 

En cualquier caso, puede hacer falta el asesoramiento y la creación de un borrador o planteamiento de escenario futuro, que convenientemente deberemos revisar de manera anual para constatar en qué grado se cumplen las previsiones y si es necesario hacer modificaciones.

 


La tentación vive arriba

 


Solemos intentar vencer la tentación con lo que denominamos fuerza de voluntad pero normalmente tenemos poco de los segundo para superar las interminables reservas de lo primero .Pero las sensaciones son realmente difíciles de vencer , al punto de que muchos casos son reguladas por los Estados y sus leyes para que tomemos las decisiones correctas y evitemos las tentaciones: evitar robos, conducir borracho, abusar de drogas y de medicina, casarse con parientes de sangre etc. ….Aun siendo conscientes de que hay cosas que no debemos hacer, en realidad lo hacemos. Como conducir y ver el móvil a la vez. Nadie en su sano juicio piensa que es un acto inteligente y lo hacemos.

 

Son factores emocionales los que nos llevan a hacer actos estúpidos y  los que nos incapacitan también para retrasar recompensas porque no es seguro que vayamos a morir mirando el móvil en un momento en que conducimos y pecamos  de un exceso de confianza en la capacidad de evitar la muerte . Estos factores emocionales provocan una distorsión en la ecuación del valor y de la toma de decisiones en base a los costes de oportunidad.

 

Lo que hacemos en el presente a diario nos recuerda lo que tenemos y lo que somos, y la imposibilidad de saber lo que seremos en el futuro, enfrenta de manera desequilibrada con la anterior a la hora de tomar decisiones conscientes y racionales.

 

Sin abusar de las excusas, las tentaciones son propiciadas en nuestra sociedad de consumo y es fácil ser consciente de la variedad de opciones y momentos en los que la tentación es puesta en marcha desde la televisión, internet, revistas o el simple paseo por un centro comercial.

 

En definitiva, el autocontrol no solo exige reconocer y comprender las tentaciones presentes, sino también la fuerza de voluntad para evitarlas. Y la fuerza voluntad requiere de fuerza , esfuerzo para resistir la tentación , para no acceder a nuestros instintos y a nuestras emociones .

 

La incapacidad de obrar es una simple manifestación de una fuerza de voluntad reducida pero el ahorro requiere algo más que fuerza de voluntad. Requiere de un plan y una estrategia y de unos hábitos y tips a seguir.

 

Por ello al principio del nuestro ciclo vital deberíamos empezar a ahorrar sin por supuesto ser el objetivo de la jubilación la referencia, que está lejana. De ahí que el plan y el objetivo debe ser revisable en toda nuestra vida en base a nuestras necesidades, nuestras costumbres, nuestras situaciones, que varían y variaran.

 

Es corriente ver cómo se reduce nuestra fuerza de voluntad, nuestra capacidad de resistir ante circunstancias concretas. En determinados momentos tomamos decisiones o hacemos cosas que no veríamos bien en condiciones normales que no se vean afectadas por la excitación sexual, el alcohol, la fatiga y la distracción entre otros….

 


Trabajando juntos en nuestra contra.


 

El problema del autocontrol no funciona independiente del resto de problemas de valoración que conocemos, sino que los amplifica. Es difícil pensar correctamente en el dinero, porque es un verdadero desafío tener que sopesar costes de oportunidad, evitar el valor relativo, ignorar el dolor de pagar, sortear nuestras expectativas, mirar más allá del lenguaje etc.

 

Ejemplo: A veces comemos como peces sin autocontrol por el simple hecho de que tenemos comida delante y que el comer satisface.

 

 Diferencia entre pagar en efectivo y con tarjeta. El efecto de la contabilidad mental. Exceso de confianza en nosotros.


Mantenemos excesiva confianza en que nuestro yo presente renuncie a determinadas decisiones como confiamos en que nuestro yo futuro tome las decisiones que no tomó nuestro presente, pero ambos son igual de imprudentes e insensatos.

 


Dinero no tan fácil.

 

El hecho de ganar una gran cantidad de dinero fácilmente intensifica los retos del autocontrol y a menudo un incremento repentino de que esa es un desafío demasiado difícil. Pese a lo que se podría pensar añadir una gran suma a nuestra cuenta corriente no garantiza en absoluto que seamos capaces de gestionar mejor nuestras finanzas.

 

Casi toda la sociedad en que vivimos alienta y recompensa la pérdida del autocontrol. Es la esencia de los reality shows que jalean a los que se comportan peor, pierden los estribos y dramatizan las situaciones. Nadie vería un programa llamado ¿come más verduras que un niño de primaria?

 


Los problemas de autocontrol están en todas partes y nos han acompañado desde que el mundo es mundo. Desde los tiempos de Adán y Eva y la manzana jugosa.

 

la tentación no solo está en todas partes, sino que cada vez se nota más y está más presente: publicidad, programas de televisión, redes sociales y referencias personales intervienen en todas estas tentaciones.

 

Los intereses comerciales solo quieren que hagamos lo que es bueno para la compañía y quieren que lo hagamos cuanto antes. Beneficios a corto plazo, sin preocuparse demasiado; nada en absoluto por nuestros intereses a largo plazo.

 

 A medida que vamos evolucionando teléfonos móviles, aplicaciones televisiones, páginas web, tiendas aumentan las tentaciones. Pero el conocimiento y las nuevas tecnologías también están para poder apoyarnos y ayudarnos a buscar e idear formas de usar el dinero que sea más favorable a nuestros propios intereses a largo plazo no a los intereses a corto plazo.

 


La importancia del dinero

 


Las personas tomamos decisiones en base a heurísticas. Es decir, tomamos decisiones en base a experiencias anteriores, con resultados conocidos, para casos iguales, similares o asimilables, que nos permitan tomar la decisión con cierto grado de confianza. La heurística es por tanto el proceso habitual de decisiones humanas que utiliza “referencias”. Y un caso particular usado en el consumo es el precio: “si es caro, debe ser bueno”.

 

Y es que los precios son emisores de señales orientados a alentar la compra. Un ejemplo muy ilustrativo es el de los productos de lujo. El precio no suele tener oferta ni bajar en el mercado dado que si así lo hiciera podría perder el valor que proporcionan a sus usuarios de marca con exclusividad y calidad. Igual ocurriría en el caso de productos de la salud y la medicina en la que solemos contratar a los mejores y más caros especialistas y productos farmacéuticos confiados en la seguridad o habilidad que proporciona el precio elevado.

 

En estos casos estamos echando mano de un mecanismo para valorar las cosas: asignar un significado a cada precio asociando el precio a valor.

 

Con sentido o sin él, un precio elevado tiende a hacernos pensar en un valor elevado, muy habitual en la atención médica, la comida, la ropa, etcétera. Pero en ocasiones, la ausencia de mala calidad es tan importante como la presencia de buena calidad.

 

No deberían influir en el valor, rendimiento, placer, pero lo hacen. Utilizar el precio para inferir la calidad es un método bastante impreciso, y por supuesto denota la falta de los conocimientos técnicos del producto, de sus características o en algunos casos el propio apremio por tomar la decisión.


 

Efecto anclaje y coherencia arbitraria.

 


Situaciones inciertas  

 


Por regla general no tenemos idea de cuánto valen las cosas que compramos. Sin contexto, carecemos de la capacidad para calcular el valor real de algo. Por eso en muchos casos el precio o el dinero en sí se convierte en una dimensión significativa del valor.

 

Sentimos de manera general cierto amor por la precisión , que en el caso de nuestras decisiones generales y particularmente financieras , la psicología nos ofrece una respuesta vagamente correcta ,mientras que la economía nos ofrece una respuesta precisamente incorrecta .


Este amor por la precisión es una Ilusión .De esta manera es comúnmente aceptada el dinero y el precio asociado a las cosas como referencia que facilita la medición y la comparación a la hora de elegirlos .Ejemplo : ganar 850.000 € al año y ser el mejor pagado de una empresa buena o ganar 90000 y no ser el mejor pagado.

 


Coherencia arbitraria

 


Nos cuesta mucho comparar un tipo de producto o una experiencia con otro u otra muy diferente. No usamos los costes de oportunidad para comparar un Toyota con unas vacaciones o con 20 cremas caras, sino que compramos cosas de la misma categoría.

 

Una vez que existe más de un producto dentro de una misma categoría, el dinero pasa a ser un método atractivo para hacer comparaciones entre ellos llegando a ignorar los costes de oportunidad. Pero en definitiva las dificultades de medición explican el tirón gravitatorio del que siempre es fácil de cuantificar, medir y comparar: permiten evaluar viabilidad. Un factor permite prestarle más atención y que eso es importante en nuestras decisiones.

 

Tendemos a centrar nuestra atención en lo más medible y comparable, ¿Hay algo malo en ello? Sí, ya que puede ser un gran problema cuando la parte claramente medible no es la más importante de la decisión. Esto es, cuando no es el fin deseado sino simple medio para llegar a ese fin. No es objetivo final en la vida, sino un medio para lograr un fin pero como es algo mucho más tangible que por ejemplo la felicidad, el bienestar, o los propósitos vitales tendemos a basar nuestras decisiones en el dinero en lugar de objetivos más importantes.

 


Ganar el juego de la vida.

 


El dinero es un indicador significativo de cosas y de valor. Y podemos considerar esto como positivo porque facilita a los individuos tomar decisiones. Sin embargo, el dinero no facilita las decisiones en nuestras vidas cuando lo ponemos en relación con cosas que no son bienes y servicios. Y es que, aunque el dinero es tangible, muchas necesidades humanas como el amor, la felicidad o las risas tienen valor de nuestras vidas, pero no relacionadas con el dinero.

 

 Un ejemplo muy común es la valoración del trabajo de un artista. Históricamente muchos de ellos necesitaron de un mecenas para sobrevivir cuando el valor de sus obras no era mi medible por el dinero. En muchos casos encontramos cómo cosas que hacemos, con mucho valor para nosotros, si no son recompensadas con dinero no son valoradas por la sociedad.

 

 

Manzanas con manzanas, polvo con polvo.

 


En realidad, el dinero no es más que un medio para realizar intercambios. No deberíamos otorgarle ningún simbolismo, si no limitarnos a tratarlo como lo que es: un instrumento.

 

Comparar el placer entre tomar dos tipos de frutas distintas no debería ser tan difícil como si comparar una sola manzana con el dinero. Cuando introducimos el dinero en la ecuación lo que conseguimos es que las decisiones sean mucho más difíciles, y nos expone a cometer errores. En estos casos la estrategia útil para tomar decisiones financieras es fingir que el dinero no existe: ejemplo trueque o sustitución con alternativas aquello que estamos decidiendo comprar.

 

Este proceso puede ser realmente útil y aplicable para las grandes decisiones. Ejemplo: comprar una casa grande con gran hipoteca o casa pequeña con la hipoteca reducida. Recibiremos ofertas que quieren que gastemos más para comprar la casa grande. La referencia será a buscar usos alternativos del dinero que gastamos por la diferencia entre las dos opciones.

 

Deberíamos pensar o tomar decisiones vitales no en términos de dinero sino en términos de vida.

 


El dinero al mando


 

La mayoría de las veces el exceso de preocupación por el dinero no nos ayuda a tomar las mejores decisiones.

 

En definitiva, sobrevaloramos el dinero en general y los precios en particular intentando calcular el valor de nuestra decisión financiera, y hemos descubierto que sobrevaloramos la importancia del miedo al tomar decisiones importantes, incluso a la hora de evaluar nuestras vidas.

 

Ninguno de nosotros es lo bastante competente, y estando bastante cualificado se siente lo bastante seguro como para decir a nadie cómo debe vivir su vida pero si disponemos de suficientes datos como para demostrar que deberíamos intentar liberarnos del imperiosa y autoritaria carga del dinero.


 

Una forma imperfecta de pensar.

 


Poner el dinero en lo que importa:


Tendemos a pensar el dinero de manera incorrecta, calculando valor por métodos alejados de la realidad, equivocándonos en las valoraciones al pensar en el dinero y el gastarlo.


Damos importancia a factores irrelevantes, olvidando lo verdaderamente importante.


Podemos resumir qué es lo que debería importar a la hora de tomar decisiones y son los costes de oportunidad, descubrir el beneficio real que ofrece la compra, y el verdadero placer que obtenemos con ella, comparado con el que obtendríamos con otras formas de gastar nuestro dinero.


Existen 8 claves o cosas que nos deberían importar en un mundo perfectamente racional a la hora de tomar decisiones:


  1. Relatividad: precios rebajados, ahorros, o cuánto nos gastamos al mismo tiempo en otras cosas.

  2. Contabilidad mental: Clasificamos nuestro dinero, su procedencia y sensaciones que nos inspiran.

  3. Dolor del pago: solemos evitar este dolor con las facilidades de pago bancaria.

  4. El anclaje: El primer precio que observamos o los que hemos pagado anteriormente por un producto no sirven como referencia.

  5. Efecto dotación y aversión a las pérdidas:  referente cuando has sentido de propiedad.

  6. Justicia y esfuerzo: el trabajo duro dedicado a nuestras creaciones y producciones también a nuestras propiedades.

  7. Autocontrol: tentaciones del presente.

  8. Importancia del dinero: de comparación del precio en un producto, una experiencia o cosa.

 

Otras cosas que afectan serían el lenguaje y los rituales, palabras descriptivas que recuerdan el deseo de consumir y la satisfacción del consumo. También las expectativas, es decir, como anticipamos el hecho de consumir en vez de su verdadera naturaleza. Tanto las palabras el lenguaje los rituales y las expectativas se diferencian del otro grupo de factores porque ellos sí pueden modificar el valor de la propia experiencia. Ejemplo descuento de 25%...vs explicaciones de un maitre o somelier.

 

Si bien estos aspectos del lenguaje los rituales y las expectativas no debieran influir, en comparación con los otros, ofrecen una experiencia más placentera, por lo que cabe hacerse la pregunta de si es verdaderamente un error.


En cualquier caso debiéramos no ser nosotros mismos quienes tomasen la decisión de añadir todos o no, sobre todo si es función de obtener más placer y evitando que sean otros los que fuesen aceptar tales influencia: la venta.


Resumen, conocer estas cosas no siempre evitarán que cometamos errores en el primer lunes, pero en un trabajo de consciencia nos pueden permitir mejorar nuestro proceso de decisiones tanto individual como colectivo. Ser conscientes de nuestros errores habituales es un plus. El segundo paso será transformar esa consciencia en un plan efectivo y concreto de cambio.


Una de las principales lecciones de la economía conductual o economía del comportamiento, es que los pequeños cambios que realizamos en el entorno en el que vivimos importan mucho. Comprender la debilidad humana es un primer paso  y considerar lo que podemos hacer cada uno, para evitar ,corregir o mitigar los errores de valoración que solemos cometer.




Mas errores, más soluciones..


 

Ignoramos los costes de oportunidad: deberíamos realizar las transacciones en términos de costes de oportunidad, considerando que sacrificamos a cambio de lo que obtenemos. Una manera sería traduciendo el dinero en tiempo: cuántas horas, días, meses necesitamos trabajar para obtener algo, es decir cambiar la referencia dinero por tiempo.


No olvidarnos de que todo es relativo: ver un precio rebajado, debería olvidar tener en cuenta el precio antiguo no cuanto nos estamos ahorrando sino tener en cuenta única y exclusivamente lo que vamos a gastarnos. Es sobre todo importante en el caso de compras importantes o complejas, como por ejemplo coche o casa. Olvidarnos de pensar en porcentajes calcular el importe exacto.


Compartimentamos: cada dólar es igual que los demás, es su característica de fungibilidad. No importa de dónde proceda el dinero, trabajo, herencia lotería o profesión. Todo pertenece a una única cuenta: nuestro dinero. Derrochar ciertas clases de dinero porque no se ha completado su presupuesto, no es razonable. Realizar la contabilidad mental para clasificar nuestros datos puede ser una herramienta presupuestaria útil, sobre todo si no somos capaces de calcula el coste de oportunidad de manera continua e instantánea, pero peligrosa al exponernos hay coherencias en el uso de nuestro dinero.


Evitamos el dolor: Cierto nivel de dolor al pagar nos induce ha considerar mejor el valor de las cosas en nuestras sociedades. Nos ayuda a pensar antes de comprar y considerar los costos de oportunidad. La opción radical o como el principio de la educación sería no usar tarjetas de crédito y ser escéptico con las nuevas tecnologías de pago que se saltan un proceso de reflexión.


Confiamos en nosotros mismos: Establecemos precios de referencias en los que confiamos para tomar decisiones rápidas. Es Asunto conveniente que nos cuestionemos nuestros hábitos porque, si no aprendemos de nuestros errores estamos condenados a repetirlos. Ejemplo: ¿realmente vale un café 4€?


Sobrevaloramos lo que tenemos y lo que podemos perder: Una reforma que hagamos en nuestra casa no incrementa necesariamente su valor y nuestros gustos son solo nuestros. Debemos tener cuidado con las promociones y las ofertas de prueba, y el efecto “perder la oportunidad “. Los costes hundidos no pueden recuperarse. Lo gastado, gastado está.


Nos preocupamos por la justicia y el esfuerzo: Pero El Mundo no es justo. Que un precio sea justo no debe importarnos, solo importa la utilidad que proporciona lo que compramos. Que sea algo que necesitamos y no por cuestión de justicia. Hemos de reconocer de una vez que el conocimiento y la experiencia son valiosos, aunque sea el de los demás. Hemos de tener cuidado para no caer en la trampa del falso esfuerzo.


Creemos en la magia del lenguaje de los rituales.


Convertimos expectativas en realidad.


En ambos casos pueden influir en nuestras experiencias y es cuestión de nosotros que decidamos que quieran influir o no, y, sobre todo, en nuestro bolsillo. Se trata de elegir entre manipulación y auto manipulación.


Damos demasiada importancia al dinero: el precio No es más que uno de los muchos factores que determina el valor de las cosas. Cierto que es fácil de entender, pero nunca es el único que importa. Deberíamos tener en cuenta otros criterios no medibles, pero de verdadero valor. Hemos de tener en cuenta que el precio es una idea de valor establecido de primeras por otra persona: Asimetría de información.

Conviene estar bien informado, no solo en nuestras posibles compras sino también sobre nosotros mismos, nuestras preferencias y los errores que cometemos con el dinero.



Auto control

 

El autocontrol merece una atención especial pues para enfrentarnos a los múltiples obstáculos internos y externos, entre nosotros y las decisiones financieras racionales la decisión final necesita de un extra de fuerza de voluntad.

 

Regresa al futuro.

 

La falta de autocontrol es debida a que sobre el precio del futuro no estamos vinculados emocionalmente, como al del presente que compra que cubre nuestro deseo inmediato. Es la falta de nuestra fuerza de voluntad para vencer la tentación presente. ¿Cómo podemos incrementar nuestro autocontrol? Estableciendo metas que conecten con nuestro futuro y resistiendo la tentación.

 

En muchas ocasiones parece que no reconocemos en nosotros mismos la persona que podamos imaginar en el futuro y que esa persona a la que estamos dando el dinero con el ahorro es un desconocido.

 

Una forma de sortear esta dificultad a través de diversas técnicas consistentes de algún modo en un viaje al futuro: conversaciones imaginarias, establecer las necesidades futuras de mi yo con 65,70,85 o 100 años. (Sistema de pensiones). En definitiva, imaginar, crear y plasmar de manera concreta los proyectos vitales que nos planteemos.

 

El objetivo final es reforzar nuestra fuerza de voluntad ante las decisiones del presente que puedan tener relevancia en nuestro futuro, para lo cual tenemos que ser consciente de esa posibilidad dentro de años. Es dejar pagado para el yo del futuro las necesidades previstas.

 

Pero insistimos. Es difícil conectar con el yo futuro teniendo en cuenta las necesidades del presente y las tentaciones. Para ello necesitaremos en muchos casos de ayudas externas que, en algunos casos, pueden ser promovidas por los Estados (Nuddle) o las propias empresas.

 

En cualquier caso, es más concreto y práctico marcarse metas en fechas concretas en períodos de tiempo, para marcar las metas a conseguir. Establecer una fecha de jubilación puede ser una meta más concreta y clara que decir 20 o 10 años, y nos permitiría en el caso de contar con ayuda externa de asesores y empresas para poder establecer un plan lo más concreto posible.

 

Atadme al mástil

 

Aquellos que conocemos una historia de Ulises entenderemos este método para tomar decisiones financieras sobre su futuro en base a nuestros intereses. Consiste en llegar a acuerdos vinculantes con nosotros a través de los llamados contratos de Ulises.

 

Es un acuerdo que nos recuerde de manera recurrente o nos hagan no ver, ni oír para evitar futuras tentaciones eliminando nuestra capacidad de decisión, pero con opciones concretas: límites para establecidos en tarjeta de crédito, tarjetas de débito con saldo mensual limitado, de todo tipo de tarjetas y solo efectivos exclusivos. También planes de jubilación y ahorro obligatorios, El pre-ahorro junto con la inversión.

 

Este último caso del pre-ahorro necesita de una contribución mensual en el momento del cobro de nuestros ingresos fijo irrenunciable, automático y por defecto. Este sistema ahorra del defecto del tomar la decisión que se establece previamente de manera única y no cada mes. La opción por defecto combinada con la pereza las personas y la inercia en las acciones, ha tenido históricamente buenos resultados en los ahorros a largo plazo. Son trampas psicológicas utilizadas en propio beneficio.

Estos sistemas se han utilizado también directamente con el ahorro automático de una parte de todos los futuros aumentos de sueldo. Así las ganancias presentes no se ven afectadas y los aumentos solo fueron un poco más pequeños. Sesgo de statu quo.

Podemos auto manipularnos a través del sentimiento de culpa como es el caso de los sobres con nombres como opción básica y primera, pero esto en definitiva es compartimentar.

 



 

 

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