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Pensar con claridad: una propuesta para tomar decisiones.

  • yosorep
  • 24 nov 2024
  • 12 Min. de lectura

Estoy leyendo este best-seller de Shaen Parrish y pretendo compartir sus ideas del propio libro "Pensar con Claridad", con las reflexiones personales. Espero que sea de vuestro provecho y disfrute el trabajo de este escritor basada en las relaciones y entrevistas con decenas de personas que han mostrado con su ejemplo la capacidad de desenvolverse con "éxito" en el mundo en el que viven.


Shaen Parrish, escribe el libro sobre la inquietud que le surge al hacerse varias preguntas:


·        ¿Cómo podemos razonar mejor?

·        ¿Por qué las personas toman malas decisiones?

·        ¿Por qué algunas personas consiguen de manera recurrente mejores resultados que otras con la misma información?

·        ¿Cómo podría acertar en mis decisiones con más frecuencia, reduciendo la probabilidad de obtener un mal resultado en decisiones de vital importancia?


 

En definitiva, SP busca y estudia responder a las preguntas que permitan pensar con claridad, discernir y dominar la toma de decisiones, apoyándose en el razonamiento apalancado sobre toda la información que disponemos útil, al alcance de todos, reduciendo la probabilidad al máximo de tomar malas decisiones, sobre todo, en el caso de las más vitales y con una capacidad de influencia en el largo plazo.


Una de las primeras conclusiones a las que llega, muy propias del mundo de los inversores y de los dirigentes empresariales, es que más importante que ganar es evitar perder.


De hecho, sus investigaciones le llevan a compartir opinión con grandes de la toma de decisiones como Daniel Kahneman, Charlie Munger, Bill Ackman, y otros…Y de todos ellos saca una conclusión relevante:


Para obtener los resultados que buscamos, tenemos que actuar.

 

Pero actuar no es eludir un primer paso fundamental, que supone crear un espacio de reflexión en nuestros pensamientos, en todo aquello que sentimos y en las consecuentes acciones. Crear un hábito, una habilidad, que te permita mejorar desde profesionalmente, hasta de manera personal y las relaciones con las personas.


Para ello es fundamental crear el espacio del pensamiento claro, alejado de los enemigos del pensamiento que buscamos, alejado de impulsos provenientes de la biología y sus instintos (pensamiento rápido).


Cuando creamos un ritual o hábito, con una cadena de acciones, creamos ese espacio para pensar con claridad.


La práctica de este pensamiento claro dominará nuestras debilidades y afianzará las fortalezas. Y la recurrencia en tus acciones permitirá aclarar el camino de unos objetivos determinados, que en definitiva son los que dan sentido a todo lo que hacemos.


El slogan de SP es dominar lo mejor de lo que otras personas ya han averiguado. Su trabajo ha sido componer las ideas de las personas que conoció y le explicaron. Hacer un puzle que requiere la dedicación personal y en el tiempo, con resultado relevantes para tu vida.

 

SP afirma que lo que ocurre en momentos ordinarios puede determinar nuestro futuro. Porque el día a día es una serie de elecciones no apreciadas. Y ser consciente de esto es fundamental, porque como pone como ejemplo, puedes que elijas o tengas la suerte de casarte con la persona más asombrosa, pero si lo das por supuesto, si no te esfuerzas, el resultado será opuesto al de todo el potencial que existe.


No es inhabitual que terminemos el día con poca energía y estrés, y la sensación de estar ocupado todo el tiempo. Son situaciones en la que los momentos ordinarios piensan por nosotros. Y esos momentos acumulados en días influyen en la posibilidad de alcanzar nuestros objetivos.


Cada momento en el que tomamos una decisión nos coloca mejor o peor para gestionar el futuro, complicando o facilitando nuestra existencia, formando la posición de nuestro presente. Somos inconscientes con la consecuencia. Y alejarnos de una buena posición nos alejará de la posibilidad de tomar buenas decisiones.


Es necesario tomar buenas decisiones conscientes pero no influidos por las circunstancias. Evitar errores forzados y aceptados por nuestro ego.


Buscar buenos puntos de partida se hacen fundamental para tomar buenas decisiones. Y eso se hace teniendo en la vida posiciones que no sean forzadas y eviten tomar la peor decisión, porque si así lo hacemos, las malas situaciones que siempre llegan se pueden convertir en oportunidades fantásticas. Una opción de anti fragilidad talebsiana.


Además, esta posición de partida tiene el tiempo a favor si lo usamos bien: decidir bien en los momentos ordinarios y estar en la posición apropiada. Cada momento ordinario es una oportunidad para forjarte un futuro más fácil o difícil.


Antes de acabar con lo que hoy os comparto, teniendo que dedicar varias entradas para todo. Paso a escribir lo que Shane Parrish denomina:


LOS ENEMIGOS DE PENSAR CON CLARIDAD.

 

¿Pensar mal o no pensar siquiera?


En muchas ocasiones las circunstancias están pensando por nosotros (enfadados).  Nos olvidamos de que deberíamos estar pensando y dejamos libertad a nuestros impulsos. La diferencia está en una pausa consciente que de paso a la razón del pensamiento. Con esa pausa evitamos el secuestro de nuestro cerebro por la biología impulsiva.


Reaccionar sin razonar hace peor cualquier situación y volver a la situación previa se hace difícil y con un coste de tiempo y energía que podríamos haber ahorrado y dedicado a construir con una pausa desde el punto de partida.


Los instintos biológicos llevan a tu mente a hacer aquello para lo que está programada, y no es otra cosa que, actuar de manera rápida y eficaz sin malgastar tiempo y con la experiencia heurística. Sin embargo el procesamiento de la información y de la situación consciente, requiere tiempo y energía que la biología trata de ahorrarse.


Tenemos unos condicionantes predeterminados, configurados genéticamente por defecto en la evolución de años:


·        Reacción emocional predeterminada: los sentimientos matan a las razones.

·        Ego predeterminado: tendencia a defender nuestra jerarquía y valor personal.

·        Convención social predeterminada: nos ajustamos a las normas del grupo social al que pertenecemos.

·        Inercia predeterminada: hábitos de facilidad y comodidad, resistencia al cambio y familiaridad.


La reacción emocional predeterminada.


La reacción emocional predeterminada tiene una definición que sería la de una respuesta guiada por las emociones que surge como respuesta automática en una persona que experimenta un estímulo específico. Estas reacciones son generalmente rápidas y no requieren un procesamiento consciente, ya que están influenciadas por experiencias previas, aprendizaje y factores biológicos.


El ejemplo que pone SP es el de Sony Corleone en comparación con su padre Vito, en el que la paciencia y la disciplina, dos valores de visión largoplacista, le permite pensar siempre antes de reaccionar, y en el caso de reaccionar es eficiente y resolutivo en la base de pensamientos previos que han generado una sabiduría (no confundir con heurística).


Todos tenemos un poco de Sony en el sentido de que aceptamos el control de las emociones en nuestras acciones. La mayoría de las veces (o todas) con un resultado del que no nos lleva a nada o a lo peor.

Una lista infinita, resumidas en el poder del ego, nos alejan de las soluciones mejores cuando nos dejamos llevar por la rabia, el miedo en general y el particular a perder oportunidades (FOMO), la indignación por la crítica, etc.…Cuando las emociones entran en juego multiplicamos los resultados por cero.


Cuando pasamos a la acción sin los pasos previos necesarios que nos ponen a pensar con claridad, dejamos la posibilidad de la acción directa de la emoción. A ello, sumamos las vulnerabilidades biológicas diarias a las que nos enfrentamos: falta de sueño, hambre, cansancio, emoción, distracciones, estrés.

 

El ego predeterminado.


Podríamos identificar el ego predeterminado como una percepción o creencia sobre uno mismo que está establecida de antemano, sin ser cuestionada o examinada críticamente. Es una forma de autoimagen que se acepta como verdadera sin considerar otras perspectivas o la posibilidad de cambio. Este tipo de ego puede influir en cómo una persona se comporta y toma decisiones, ya que actúa bajo la suposición de que su percepción de sí misma es inmutable y absoluta y nos lleva a promover nuestra imagen personal y proteger nuestra autoestima a toda costa.


No podemos confundirlo con tener éxito, que es consecuencia de un bagaje de decisiones y acciones acertadas sobre la base de conocimiento profundo y seguramente reflexivo. Sin embargo, lo que el ego nos trae es el interés por aparentar éxito, cuando el conocimiento superficial combinado con el ego nos lleva a una seguridad imprudente. A creernos más inteligentes y versados de lo que realmente somos: exceso de confianza y fatal arrogancia (expresión esta última que titula un fabuloso libro de F.A. Hayek)


El conocimiento que respalda a el ego proviene de una superficialidad promovida en redes, que nos arroga una seguridad ficticia de la realidad de las situaciones que se plantean y que el ego nos permite no solo opinar, sino solucionar.


Todo ello provoca los juicios precipitados y el foco en los resultados de las cosas que nos aparecen o informan. No vemos la realidad que hay detrás. Y la seguridad que nos rodea oculta uno de los riesgos más importantes, no saber que no sabemos lo que creemos saber y la ceguera ante eventos de riesgo. Buscamos entonces más una preferencia por la posición percibida que nos nivele alto en la jerarquía social en que nos desenvolvemos, en vez de una real ampliación de conocimiento y habilidades.


Sentir que tenemos razón en lugar de tenerla nos basta cuando la soberbia del ego se apodera de nosotros. Porque sentirnos bien por tener razón y sostener nuestras creencias nos hace capaces de hacer una nueva visión del mundo conforme a nuestra mirada. La realidad es nuestra fabricación.


Esta capacidad del ego nos hace ver las cosas confundidas con lo que queremos o creemos en vez de ver el mundo como es en realidad o como funciona. Y tener la razón no es más que una condición ególatra de mantener un estatus superior sobre las personas de nuestro entorno, sin importar el asunto o tema de discusión.


Y es paradójico, porque tener la razón no termina de ser en cierto modo, como es dejarse llevar por el ego, una señal de inseguridad. Necesitamos que nuestra apariencia refuerce muestro estatus, y nos alejamos de la pura realidad de que todos cometemos errores y no tenemos toda la sabiduría universal. Perdemos por no dar importancia a los resultados de este comportamiento en el futuro, por proteger nuestro estatus en el presente.

 

Convención social predeterminada.

 

Decía Walter Lipman: Allí donde todos piensan parecido, nadie piensa demasiado.


Una convención social predeterminada es una norma o regla de comportamiento que se acepta y sigue de manera automática dentro de una sociedad, sin cuestionarse ni analizarse críticamente. Estas convenciones son patrones de conducta que se han establecido a lo largo del tiempo y que las personas adoptan como parte de su vida cotidiana. Suelen ser aceptadas sin reflexión consciente, lo que puede llevar a la perpetuación de ciertos hábitos y creencias sin considerar alternativas o cambios.


En resumen, es actuar de palmeros profesionales en la conformidad de lo que el grupo hace. Es una coacción no siempre manifiesta para hacer lo que el resto hace, una presión social para pertenecer a la masa, no ser marginado o decepcionar a otras personas.


Seguimos viviendo en un cuerpo antiguo, biológica y socialmente. Seguimos haciendo lo que en otra época era necesario para sobrevivir. Para encajar en el grupo se aceptaban los intereses de la comunidad, a veces, por encima de los individuales. La supervivencia fuera del grupo era inviable, pero hoy el miedo por ello resulta en todo caso anacrónico. La evolución es seguir las pistas, desde la reflexión, de las cosas que han cambiado en el mundo, incluido en la conducta necesaria.


La sociedad sigue recompensando por sumarse a lo que ellos determinan. Aunque esto no sea lo correcto (contra lo políticamente correcto de la masa). Y ese es el matiz diferenciador que solo descubre la reflexión y pensar claro: hacer lo correcto. Hacer lo correcto tiene beneficios en el largo plazo, pero dejarse llevar por lo convencional y la masa tiene premios en el corto plazo y evita los castigos de ir en su contra. Difícil de hacer y fácil sobreestimar nuestra voluntad contra ello. Nuestro instinto biológico y social tiene un bagaje histórico a su favor.


La convención social también nos lleva a ser profeta de nuestros pensamientos y creencias para señalar sus virtudes y hacer proselitismo en la adopción de estas virtudes en otros. Nos impiden ser críticos con nosotros, con el otro y con el presente, aceptando incluso que los errores del pasado no nos habrían afectado a nosotros, juzgando a la historia con los datos del presente (ejemplo del esclavismo y abolicionismo que pone SP).


El miedo nos impide asumir riesgos y alcanzar nuestro potencial. Esta es la frase que describe por qué aceptamos la convención social y su mentira, amparada en un verdadero miedo al rechazo social, a perder capital social, y confundir la comodidad de lo colectivo como pruebas de bien hacer.


Cuando preferimos estar en la comodidad del colectivo social, la única manera de diferenciarnos es trabajar más duro que los demás. Desde ese punto de vista, la persona que “pierde tiempo” dedicando a experimentar, arriesgarse o “afilar el hacha” (expresión de A. Lincoln), está apostando por un futuro mejor, con resultados. El éxito requiere de este tipo de atrevimiento. El fracaso también requiere atrevimiento, pero de otro tipo.


Como la marcha de los lemmings, si haces lo que hace todo el mundo obtendrás los mismos resultados que ellos. Llegarás al mismo sitio. Sin embargo, si quieres resultados superiores y distintos, pensar con claridad te obligará a pensar independiente y aceptar la incomodidad social. La convención social predeterminada te llevará probablemente al sitio de los lemmings: el precipicio existencial.


El deseo de encajar te aleja de la posibilidad de los resultados a cambio de estatus, pero del tipo quo. Y el acuerdo social no es más que un consuelo normalmente alejado del acierto. “El hecho de que otras personas estén o no de acuerdo contigo no hace que estés en lo cierto ni que te equivoques. Acertarás si tus hechos y tu razonamiento son correctos” (W. Buffett).


Pero ojo, que desviarse de la norma para progresar no es a cualquier precio y sentido global. El provecho de esta postura diferente no debe confundir con hacer lo complejo y repudiar lo que pueda parecer simple. Muchas veces cuando aprendemos los conocimientos básicos que nos sitúan en la media intentamos tomar atajos para destacar, y rechazamos ideas sencillas por considerarlas simplistas. Y tan cierta como simple es la idea, también de W. Buffett, de que la primera regla para invertir es no perder nunca dinero. Y vaya si es cierta.


El cambio es una disposición a pensar de manera independiente y hacer lo que nadie está haciendo. Encajar en la multitud, el miedo a decepcionar a otra persona, temer quedar al margen son señales de la convención social en nuestra vida.

 

Inercia predeterminada

 

Empezamos a hablar del enemigo de cambiar los hábitos. Nos resistiremos a cualquier cambio, aunque sea a mejor. Qué importante sería esta inercia que, Isaac Newton le dio el numero uno en sus leyes (un cuerpo en movimiento tiende a seguir en movimiento, y un cuerpo en reposo tiende a seguir en reposo).


La inercia predeterminada aplica a la capacidad cognitiva humana explicando la incapacidad de cambiar de opinión. Nos permite incluso a contradecirnos y hacer cosas paradójicas, aceptando los mismos hechos en contra de lo que piensan otros y a favor de lo que pienso yo o los míos (mi equipo, mi partido, mi …). Y con ello terminamos aceptando el cáncer de la independencia y la libertad: la complacencia. No requiere esfuerzo si funciona lo suficiente y no me complica la vida (hasta que te toque a ti, claro). Cómo nos gusta la zona de confort y cómo algunas personas lo saben utilizar. No hay personas inteligentes, sino tontos útiles y complacientes.


Como decía Kahneman, en su teoría de aversión a las pérdidas, las personas experimentan las pérdidas de manera mucho más intensa que las ganancias equivalentes en una relación 2:1. Y esta asimetría en los resultados se rebela también en la aceptación de la mediocridad ante el riesgo de quedar por debajo de la media. Y la media finalmente es la complacencia de la que hablamos antes…


El esfuerzo y la incertidumbre son los responsables de todo. Son ciertos los esfuerzos a los que nos enfrentamos en la vida y la incertidumbre es una variable fundamental en el mundo, pero lo que diferencias es como nos enfrentamos a ellos. También pensamos que somos tolerantes y capaces de cambiar las creencias. Y la historia y los hechos lo desmiente. La zona media es el punto en el que esperamos que las cosas mejoren, quizás con un poco de ayuda de mi crítica. Pero la zona media no es mágica. En realidad, es incapaz de cambiar las cosas. Esperando a que las cosas mejoren, serán otros reflexivos y buscadores de lo correcto los que hacen esa mejora. Al menos, dejemos a estos hacerlo por el resto.


La incertidumbre no aceptada es obstinarse en el error. El error de pensar que, sin el esfuerzo de enfrentarnos a las circunstancias, vamos a ser capaces de ser algo mejores. En realidad, la inercia supone un cierre de mentes, mas indolente que obstinado, que paradójicamente nos deja lejos de la posibilidad de vivir y progresar. Solo nos aseguramos de estar en el tren de la vida, sin elegir el mejor vagón y haciendo tiempo hasta que nos toque bajar. Por la fuerza.


 

La solución es apostar por la claridad.


Y nada de esto vamos a cambiarlo, pero merece la pena mejorar nuestro comportamiento y alcanzar otras metas, aspirar a ser felices, encontrar un sentido a la vida. Para ello la reprogramación, el cambio en nosotros, tiene la solución. Nosotros debemos cambiar los algoritmos que nos dirigen, que nos controlan de manera inconsciente y se activan con las relaciones sociales.


Recibimos estímulos del mundo exterior y los algoritmos ejecutan las ordenes que la evolución, la cultura, tu comunidad han establecido.


Se dice que de manera inconsciente se adoptan los hábitos de las personas con las que pasas más tiempo. Si creemos en esto, ya tenemos una pista de la reprogramación…Dotarse de un entorno apropiado y consumir hábitos de comportamientos apropiados a nuestras metas debe ser una estrategia deliberada. Será más fácil alinearse con el comportamiento adecuado cuando todo el mundo lo hace en nuestro entorno.


Allí donde la fuerza de voluntad puede flaquear, será siempre más fácil dejarse arrastrar del comportamiento determinado apropiado. Eso es reconfigurarse o reprogramarse.


El entorno que elijas y no solo la fuerza de voluntad te ayudará a tomar las mejores decisiones. Esta es la teoría, la realidad…, es más fácil reprogramar un ordenador que una persona.


Seguiremos la semana que viene con el fortalecimiento.



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