Pensar con claridad: una propuesta para tomar decisiones II.
- yosorep
- 6 dic 2024
- 16 Min. de lectura
Tras ver en la entrada primera el estado de situación general en el que nos desenvolvemos al tomar decisiones, y apuntando lo determinante que puede resultar en nuestras vidas. No por ser personas exitosas sino por ser personas que se reconocen a sí mismos, libres y capaces de influir en la vida que quieren tener. Es en cierto modo apuntar a la posibilidad del libre albedrío que otros muestran como incapacidad humana, como bien defiende Sam Harris.
Esta parte la inicia Shaen Parrish con el título:
FORTALECIMIENTO
Criticar a los demás es más fácil que conocerse a uno mismo. Bruce Lee.
La fuerza de voluntad no es un valor despreciable. La frase cobra sentido cuando la explicamos. Porque la fuerza de voluntad, siendo una capacidad que permite alcanzar nuestros objetivos, no deja de ser una característica que se desarrolla contra la corriente de nuestros condicionantes biológicos y sociales. De hecho, siendo de valor, también podríamos entender que sea utilizada suspicazmente por aquellos que no quieren que nada cambie. La fuerza de voluntad es una capacidad difícil de encontrar, pero sobre todo de desarrollar.
Nuestros condicionantes biológicos, ya presentados anteriormente, nos dirigen a la autopreservación, a mantener jerarquías sociales, a defender nuestro territorio. Contra esto la fuerza de voluntad no puede sola. Es necesario una estrategia de judo, en la que la biología que aceptamos y nos perjudica, se convierta en la llave que nos facilite el camino contrario. Controlar y apoderarnos de las fuerzas biológicas que utilizan los condicionantes predeterminados o la fuerza de la inercia, son un camino más fácil, que debemos tener en cuenta.
La inercia que hemos conocido como fuerza que mantiene el statu quo, normalmente en un estado subóptimo, puede y debe ser usada en el sentido contrario para poder alcanzar nuestros objetivos. Pensar, sentir y actuar en el sentido apropiado y coherente con tus metas. Establecer una fuente de inercias positivas.
Para establecer inercias positivas usaremos como herramienta fundamental el ritual. Una acción que te conecte con lo que tienes que hacer en el momento del dilema: estar presente, hacer una pausa, parar para responder y actuar después. Es el contar hasta…. Se trata de que el temperamento y el condicionante del momento no influya en tu rendimiento presente y posterior, ni en la decisión que debas tomar. El ritual te obliga a concentrarte en el presente y la decisión que has de tomar, en la jugada que te toca, no en la que ya fue.
Poner en pausa los condicionantes biológicos predeterminados para discernir. En ese momento no importa el mundo y lo que te rodea. Ser consciente de la realidad y ese mundo es relevante, pero no debe ser condicionante para tu decisión. Un ejemplo es lo que a ruido se refiere en las decisiones con la frase de:
"lo que importa es lo que tú decidas en tu casa, no lo que se decida en la Casa Blanca" atribuida a Harry S. Truman, el 33º presidente de los Estados Unidos, que enfatiza la importancia de las decisiones personales y familiares sobre las decisiones políticas a nivel nacional. Su mensaje subrayaba que, aunque las políticas gubernamentales son importantes, las decisiones que tomamos en nuestra vida diaria y en nuestros hogares tienen un impacto significativo en nuestra vida y bienestar.
Pero fortalecerse no es tener fuerza de voluntad. La fuerza de voluntad bien entendida nos sirve, pero la clave de pensar con claridad estará en un ejercicio personal de fortalecimiento que domine los caballos de nuestra naturaleza para convertir los vientos de en contra en la fuerza necesaria para alcanzar los objetivos con el manejo apropiado de las velas.
Las fortalezas básicas que SP destaca son cuatro:
1. Autorresponsabilidad: “asume la responsabilidad de desarrollar tus capacidades, gestionar tus incapacidades, y aplicar la razón para gobernar tus acciones”.
2. Autoconocimiento: “conocer tus propias fortalezas y debilidades, saber lo que eres capaz de hacer y lo que no”.
3. Autocontrol: Dominar tus miedos, tus deseos y tus emociones.
4. Seguridad en ti mismo: confiar en tus capacidades y en tu valía para los demás.
Autorresponsabilidad.
En una paráfrasis, autorresponsabilidad es ser amo de tu destino y dueño de tu alma. No es necesario que nadie te exija en la vida, eres tú quien lo hace y quien maneja tu vida. Se consciente de todo lo que puedes y debes esperar de ti. Asume responsabilidades contigo mismo.
Si bien las recompensas externas nos pueden gustar, no deben ser la guía de nuestras decisiones. Tener lo que se denomina “locus de control interno”, del psicólogo Julian Rotter, es someterse a la autorresponsabilidad y entender que nada que me ocurra está fuera de mi culpa. Es ser honesto con uno mismo, y confesarse responsable del mando de tu propia vida y del mayor grado de responsabilidad de tus actos y resultados.
No hacer este ejercicio y práctica es abandonarse al piloto automático social, con las recompensas externas, evitando los castigos y consecuencias, y midiendo nuestro comportamiento de manera relativa y comparativa con los demás. Estos son los seguidores…, no son los líderes que asumen que todo es culpa propia.
Y recuerda, que todo este ejercicio es de un resultado que mejora tu posición mañana…
Las excusas son la fácil artimaña que elude la responsabilidad de nuestros actos, ya se a por omisión o acción. Y para entender todo lo que viene a continuación nada como leer la afirmación de Jeff Bezos:
“Quejarse no es una estrategia. Tienes que trabajar con el mundo tal como lo encuentras, no como te gustaría encontrarlo”.
Las excusas son una defensa de nuestro ego, cuando alguien amenaza la imagen personal que nos creamos y tratamos de defenderla. Sin embargo, más nos convendría utilizar toda la energía que usamos para defendernos en pasar a la acción. La excusa no mejora la situación que nos encontramos, pero la acción se pone en camino a ello.
Es importante reconocer que, con frecuencia, las personas que nos dicen algo que no hacemos bien intentan ser amables con nosotros, aunque el contenido de lo que nos dicen no sea agradable. Nos tomamos de manera personal las cosas, y suele ocurrir que más le importamos al que nos dice las cosas que no van bien que al que las calla. Y en el mismo sentido, a esas personas y a todas en general, nuestras excusas no les interesan. A nadie le importan tus excusas salvo a ti.
“Cuando las acciones de las personas tienen consecuencias que no se alinean con cómo se ven a sí mismas, tienden a aislar sus egos culpando a terceros o a unas circunstancias desfavorables”.
Este es el caso del denominado sesgo de autoservicio o sesgo por interés personal, en el que evaluamos las cosas de tal modo que protejan o mejoren la imagen que tenemos de nosotros mimos.
El quid de la cuestión no está en la culpa, sino en la responsabilidad. Debemos olvidar la culpa y optar por asumir la responsabilidad. Porque en el fondo ese deseo de protegernos nos impide avanzar. Quejarte no cambia la situación que nos enfrentemos, y en cada caso, eres tú quien tiene que afrontar las consecuencias. Centrarse en el siguiente paso hacia la solución es el que te acerca a tu objetivo. Compadecerte lo único que hace es distraerte de lo que sí debes y puedes controlar. Debes jugar con las opciones que tienes y aprovechar las energías que dispones puestas donde tienes control.
Por otro lado, debemos tener presente y en cuenta que en muchos casos las circunstancias difíciles generan oportunidades. Fijándonos en la persona que somos, y no en lo que está fuera de nosotros y en los demás, en muchos de los casos más allá del resultado, seremos mejores que ayer. Porque ser excepcional empieza por ser responsable de tus acciones y jugar las cartas que te tocan en cada partida.
Desear un mundo distinto no es lo mismo que negociar cómo debiera funcionar. Aceptar cómo funciona es el punto de partida, tu acción reflexionada y responsable el segundo. Y criticar, quejarse, es negociar, no aceptar. SP denomina a esta negociación y pérdida de energía “estar en el lado equivocado de lo correcto”, donde te centras en el ego en vez de alcanzar el resultado.
Cuando dejamos de negociar y aceptamos la realidad, pasando a la acción, aparecen las soluciones, aunque sean personales. El mundo deberá quedar para después.
Tu manera de reaccionar siempre puede mejorar las cosas.
Hemos ser consciente de no poder controlar todo, pero también que tu reacción te permite elegir por empeorar o mejorar las cosas. No olvidemos que cada reacción tiene un impacto en el futuro, independiente de su relevancia.
Negarse a aceptar algo que ya ha pasado puede ser una locura. Centrarse en que el mundo es algo que nos pasa a nosotros en particular no sirve para mis objetivos, para alcanzar lo que quiero. No resuelve lo que está alrededor nuestra. Es más eficaz mirar en nosotros, aceptar lo de fuera y evaluar lo que disponemos para actuar en consecuencia.
Quejarse no es la solución cuando queremos cambiar el mundo. La solución empieza por cambiarnos a nosotros mismos e influir en los que más cerca tenemos o queremos. Tener convicciones no es malo, pero protegerlas del mundo no debe convertirse en obsesión. Quejarse no produce nada salvo frustración y en la mayoría de los casos distanciarte de la realidad. Y esto último nos aleja también de la solución.
No eres una víctima salvo de ti mismo. El victimismo es un relato construido sobre una falsa realidad. Y por más que nos lo contemos no se hace cierto y no resuelve problemas. Como el resto de los relatos…Los relatos que se refieren a una historia negativa son los que más se convierten en realidades, y señalar en ellos a alguien no nos convierte en mejores personas ni nos acerca a discernir nuestra realidad.
La culpa es una afirmación de nuestra incapacidad para influir en el resultado que necesitamos o buscamos. La verdad es que tomamos repetidas elecciones en la vida que se convierten en hábitos, y estos determinan nuestra trayectoria y nuestros resultados.
La persona victimista o la que adopta esa postura se está mintiendo a sí misma. Está eludiendo la responsabilidad de afrontar la realidad, de pensar y decidir, de actuar y cambiar. Todo esto es un esfuerzo, es duro e incómodo, pero es responsabilidad nuestra. Apoyarnos en las personas que nos rodean y aceptar que acepten nuestra narrativa es una trampa propia. No ayudan a cambiarnos.
Importan tanto las cosas que hacemos como las que dejamos de hacer. Hacer lo correcto es la referencia de acción y la pasividad en muchos casos no es hacer lo correcto.
En definitiva, “la autorresponsabilidad es la fortaleza de darse cuenta de que incluso aunque no lo controles todo, si puedes controlar cómo reaccionas a todo”. Esta mentalidad que capacita para actuar y no reaccionar, transformar obstáculos en oportunidades, aprendizaje y crecimiento. Aprender a enfrentarse a las adversidades para alcanzar la felicidad (sentido de la vida) y aceptar que a menudo consistirá en aceptar las cosas para seguir avanzando.
Autoconocimiento.
Conócete a ti mismo dice el oráculo de Delfos en el templo del mismo lugar. Debe de tener 2.500 años, por ser atribuida a Sócrates. Pues aún estamos igual…pensándolo.
Suele indicarse que autoconocerse es saber cuáles son tus fortalezas y debilidades, habilidades y limitaciones, saber lo que sabes y lo que no. Eso es, pero mi opinión es que es algo más profundo que no viene a explicar ahora y que omite Shaen Parrish.
Pero de todos modos si es saber los puntos ciegos que tenemos y que hay cosas que desconocemos y no somos conscientes de ello. Las incógnitas desconocidas.
Se llega al autoconocimiento diciendo no lo se. No justificando resultados, y sin entender las cosas.
Lo importante no es el volumen de tu conocimiento, sino cómo lo emplees. Saber qué sabes. Los límites de tu conocimiento. Moverte dentro de ellos y ampliarlos si es posible. Como dijera Charlie Munger: “tienes que determinar dónde tienes ventaja y permanecer ahí”, refiriéndose a sus decisiones de inversión.
Autocontrol
El autocontrol es la capacidad de dominar tus miedos, tus deseos, tus emociones. La evolución nos ha llevado aquí con la capacidad de reaccionar de manera rápida a las amenazas y oportunidades ambientales y externas inmediatas. Reacciones fisiológicas y conductuales por defecto que no podemos suprimir ni evitar las condiciones que las desencadenan. Lo único que podemos gestionar es cómo reaccionamos ante ellas.
Todas las personas sufrimos las emociones, sin embargo, unas son esclavas de ellas y otras prefieren -con la dificultad de ser capaces- tomar las riendas de estas. Son las que prefieren discernir y tomar el mando de esas emociones las que consiguen la orientación adecuada.
“El autocontrol consiste en crear espacio para la razón en lugar de sucumbir a ciegas a los instintos “. Es la capacidad de gestionar tus emociones, no permitir que la distancia entre tu y las emociones se acorte hasta tomar estas las riendas por ti. Pensar con claridad es superar la reacción emocional predeterminada y perder una batalla en el presente por ganar una guerra en el futuro.
Seguridad en uno mismo.
La seguridad en uno mismo consiste en confiar en tus capacidades no solo en tu provecho sino en el valor que tienen para los demás.
Solo se puede tener libertad e independencia con seguridad en uno mismo, enfrentado a la presión social y su política de corrección, al ego, la inercia y las emociones. También tiene una dimensión temporal relevante y es pensar en largo plazo. Los resultados de nuestras proposiciones no son en el corto plazo. Los atajos no sirven. Tener esto claro reafirma la seguridad en uno mismo como autoconstrucción.
La seguridad en ti mismo capacita tomar decisiones y retroalimenta tu autoconocimiento. La seguridad en uno mismo requiere de la humildad y la alimenta, porque necesita reconocer las deficiencias que hemos de salvar y corregir. Es lo contrario del ego.
Ante una tarea, humanamente podremos tener dudas de la capacidad, pero con seguridad en uno mismo la tarea es el objetivo, y si no tenemos limitaciones reales para la misma, el propio resultado apuntala la confianza y la seguridad.
“Mueren más sueños por falta de seguridad en uno mismo que por falta de competencias”. Aquí cobra importancia de cómo te hablas a ti mismo. De si no te elevas de la negativa vocecilla interior y recuerdas y gritas de los resultados anteriores de tu perseverancia.
Recordar las adversidades pasadas y cómo las salvaste es una prueba de tu capacidad y un medio para llegar a la seguridad en ti mismo en momentos concretos donde se hace necesaria.
Aceptar verdades incómodas o el propio mundo como es más fácil con la seguridad en uno mismo. Negar las cosas evitando el dolor de afrontarlas retrasa y dificulta las soluciones. Un ejemplo típico es el pretexto de aguardar el momento oportuno para hacer algo cuando no existe un momento perfecto para hacer algo. Unos pueden ser mejores que otros, pero nunca perfectos y la seguridad en ti mismo debe ayudarte a hacer lo que tienes que hacer sin procrastinar.
La honestidad y la sinceridad con uno mismo acepta las verdades incómodas y busca la retroalimentación que proporciona el mundo y la realidad en lugar de buscar los likes. La realidad no es un concurso de popularidad, y nunca será el pensamiento único de la convención social predeterminada.
Preferir tener la razón y negar otras posibilidades es en ocasiones un caso de comodidad y ahorro de energías que te aleja del foco para adaptarnos a la realidad y mejorar. Es valioso cambiar de opinión si me acerca a la realidad, si es con honestidad y dentro de lo correcto. No debemos confundir cambiar de opinión con la mentira. Debemos evitar lo que SP denomina estar en el lado equivocado de lo correcto y “confundir” mejor resultado con mejor resultado para mí.
Una condición para tener razón es la capacidad de cambiar de opinión. Anclarse en una perspectiva es ideología. Y la falta de perspectiva crea los puntos ciegos alejados de la razón.
El lado equivocado de lo correcto es defender que si no tienes razón no tienes valor, y defender tu posición es irrenunciable. Tienes que centrarte en lo que es correcto (algo importante sin lugar a duda) en lugar de lo que tiene la razón. Lo correcto te acerca a los resultados.
La seguridad en uno mismo es la capacidad de centrarse en lo correcto en lugar de en quién tiene razón. Es afrontar la realidad con firmeza. Admitir errores y capacidad de cambiar de opinión. Los resultados por encima del ego.
Virtudes en acción.
Pensar con claridad, ejercer un buen juicio, es combinar todo lo expuesto:
· Autorresponsabilidad.
· Autoconocimiento.
· Autocontrol.
· Seguridad en uno mismo.
Muchas de las decisiones que tomamos están basadas en no hacerlo en contra de la normalidad, centrado más en lo que podemos perder que en lo que ganamos. El problema es que sin entrar en lo que perdemos, lo que dejamos de ganar suele ser nuestro tiempo y la libertad.
Para actuar en contra de la normalidad y conocer lo que realmente nos llena, es fundamental desarrollar las cuatro virtudes. En caso contrario, tomaremos el camino fácil, pero que no nos hacer progresar en ningún aspecto.
No es posible resistirse a la convención social predeterminada si no confiamos en nosotros mismos como para reaccionar mejor en el futuro aplicando sólo nuestra fuerza de voluntad, sin hábitos. Si no te pones reglas de salvaguarda, pararte a reflexionar y tomar la decisión, no obtendrás respuestas claras. Si ni siquiera te lo planteas, ni hablamos… Estamos hablando de poner reglas automáticas que se apoyan en la inercia biológica, pero en el aspecto positivo.
Estas cuatro virtudes son necesarias para oponer resistencia a la convención social predeterminada.
Determinar estándares.
Nuestro ambiente influye en nosotros. Si creemos en esto, sin caer en elitismo ni soberbia, debemos reconocer que será importante eludir relacionarse con las personas equivocadas. Es así porque de manera inconsciente nos volvemos como las personas que tenemos cerca. Adoptamos los pensamientos, las actitudes, sentimientos e ideas de los que nos rodean, de una manera gradual e imperceptible hasta que se ha desarrollado lo suficiente.
Adoptar estándares no te llevan a donde quieres ir (salvo que no quieras ir a ninguna parte en concreto), porque los estándares se convierten en hábitos y los hábitos en resultados. Los resultados excepcionales requieren estándares superiores a la media y rodearse de grupos apropiados de persona (ejemplo del mastermind o grupo maestro de Napoleón Hill). Porque las mejores personas no crean los estándares de excelencia, sino que son estos estándares los que conforman estas personas excelentes.
Pero debemos preguntarnos qué son estándares elevados. Y podemos sacar la respuesta después de profundizar en más ideas.
El máximo rendimiento de los estándares elevados proviene de virtudes como el compromiso, cumplir con aquello que tienes que hacer para llegar a tu objetivo y continuar siempre que no encuentres una alternativa mejor. Además, el compromiso ejemplarizado en un líder ayuda a los que le rodean a mejorar con las expectativas que promueva el líder.
Otra virtud es la motivación. Pero no deberíamos esperar a que fuese externa. La motivación viene después del compromiso y debemos también buscar los pasos para llegar a ella y no bajar los estándares.
La excelencia exige excelencia y es el único camino a ser maestro de un oficio o desempeño. Consagración y tesón en la dedicación. Elevación de los estándares y listones propios. Puede sonar a esfuerzo elevado, y así puede ser. Pero debemos enamorarnos de lo que buscamos para poder fluir en la actividad en busca de la maestría.
Trabajar al lado de un maestro es la mejor opción. Que te exija y te guíe. Pero el primer maestro debiera ser tú mismo y tu disposición, y rodearte del grupo maestro de personas que te convienen en tu camino. Volar como Icaro en la propuesta de Seth Godín (El engaño de Icaro), apoyado en ti, tus seguidores y la gente que te hace mejor.
Modelos y práctica.
Para poder elevar el listón en el desarrollo de tus virtudes es necesario ser conscientes de manejar dos aspectos:
· Elegir modelos idóneos. Aquellas personas que eleven tus estándares de manera consciente o no. Están a tu alrededor y tu debes elegirlas, porque si tu no eliges las personas que te rodean en tu vida estarán ahí por casualidad. No se trata de eliminas personas de tu vida, pero si discernir y buscar las que te aportan y sirven de modelos.
“Muéstrame tu referente y te mostraré tu futuro”. Debes buscar el modelo que te mejore, combinando habilidad y esfuerzo. No debes esperar y confiar en el destino, sino elegir a las personas cuyo comportamiento quieres imitar, para trascender lo que tu herencia familiar te ha dado. Y esta herencia me refiero tanto buena como no tanto.
Otras personas lo han indicado. Desde las más recientes personas de la historia como Peter Kaufman: “la técnica más responsable de mi éxito en la vida ha sido estudiar y adoptar los buenos modelos de otras personas”, hasta las más antiguas cómo Séneca en sus cartas a Lucilio, instan a elegir un modelo o referente correcto que ajuste nuestra forma de ser.
Hemos de buscar el extremo positivo de la campana de Gauss, el lado favorable de la antifragilidad, y apalancarte en los conocimientos que otros pagaron con su vida y experiencia y que en muchos casos no conseguirías solo en tu propia vida entera. Cóbrate gratis las lecciones que otros pagaron y que te ayuden e inspiren para conseguir la mejor versión de ti. Personas vivas o muertas, reales o de la ficción.
Consigue tu grupo maestro y junta de dirección personal (Jim Collins). Personas con reputación en sus logros, ejemplares en conducta, actitud, competencia e imperfectas. Ninguna será perfecta, acepta y reconoce sus defectos y aprende sus virtudes. No caigas en la miopía del descarte por los defectos de una persona rechazando lo bueno que tiene. “Nunca me avergonzará una cita buena de un mal autor” (Séneca).
La junta de dirección personal y el grupo maestro no son la misma cosa. Sin entrar en más detalles, podríamos decir que el grupo maestro puede ser más estable, pero la junta de dirección no es estática, como ocurre en las direcciones empresariales. Las personas que aportan y han generado mejoras en ti pueden salir y conducirte a las que las sustituyen y ahora buscas o necesitas.
Hoy día es posible tener la información y la influencia de las personas que quieras elegir desde un libro, artículos, un blog o redes. Recoger sus experiencias, y elegirlas personalmente te permitirá hacer el ramo que necesitas parafraseando a Montaigne, cogiendo las flores de otros y uniéndolas con una cinta propia. Recrearse con su olor y belleza, pero no quedándose ahí. Ponerlo en práctica.
· Práctica con la imitación en los aspectos en los que quieres ser virtuoso. Aprender a pensar claro sobre cómo harían ellos en cada situación.
Y es obligado aclarar que imitar al grupo de personas que tomamos como referencia, de las que ya hemos indicado debemos contar con sus defectos desconocidos, no consiste en estar a su altura o fracasar. No es una competencia con los modelos, sino con tu yo anterior, para ser mejor cada día.
La imitación no es una replicación sin más. Es una interiorización y reflexión que se materializa en una base de datos de acciones y situaciones. De ahí, crear un espacio y método para reflexionar. Una Inteligencia Humana generativa. Será de pasar de una reacción mimética e intuitiva a una razonada.
De la imitación y la práctica a la acción reflexionada hacia lo correcto. “Aspirar a ser la mejor versión de nosotros mismos, adoptando una posición moral que nos permita actuar solos cuando la marea social avance en la dirección incorrecta”.
Finalmente, la aspiración sin presuntuosidad es compartir lo que te cobras de los demás. Formar parte del modelo y la junta de otras personas cercanas, porque nunca sabes a quién llegas, debes ser consciente siempre de lo que haces y dices. Puedes ser el ejemplo de muchas personas: hijos, pareja, amigos y compañeros.
Como dice Aristóteles, las virtudes se obtienen usándolas primero. Aprendemos haciendo. Seguir el ejemplo de manera reiterada del modelo, pero no solo miméticamente, sino con uso de la razón y un espacio para la reflexión, y preguntarte en cada situación cómo lo hace tu modelo. Aparca tus instintos por un momento antes de tomar acción.
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