Piense y hágase rico XIX. El subconsciente y el cerebro. El sexto sentido.
- yosorep
- 27 nov 2020
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El subconsciente.
N. Hill explica el subconsciente como "un campo de consciencia en el que todo impulso de pensamiento que alcanza la mente objetiva por medio de cualquiera de los cinco sentidos se clasifica y graba ,y en el que pueden recordar o retirar los pensamientos del mismo modo que pueden cogerse las cartas de un fichero". En definitiva es un registro en nuestra mente, el cerebro, que de manera inconsciente se almacena. Pero el hecho de que funcione de manera no consciente, natural, no significa que no podamos actuar sobre el y que ello suponga un beneficio.
Cualquier plan, pensamiento o propósito puede almacenarse en el subconsciente, permitiendo como veremos poder materializarlo en el plano físico y monetario. Porque debemos tener claro que el subconsciente trabaja día y noche, y por defecto no podemos controlarlo, al menos completamente. Una manera de actuar sobre el es a través de la autosugestión, de la que hablamos en una entrada anterior.
N. Hill afirma que el subconsciente es el vínculo entre la mente finita del hombre y la Inteligencia Infinita, con un potencialidad de aprovechamiento de la Inteligencia Infinita y sus posibilidades a través de este control del subconsciente. El conocimiento sobre esta idea puede parecer, limitado, atrevido y con credibilidad comprometida para la mayoría de las personas. Ahí empieza la incapacidad. Es cuestión de fe y experiencia, no de juicio.
Pero la experiencia requiere un hábito, más fácil cuando cuando el empirismo de la experiencia de trasmutación del deseo en las realidades propuestas. De ahí se hace necesario además de la fe y la fe en la funcionalidad del subconsciente, el realizar el consejo de clarificación del deseo y la escritura del mismo, junto con el hábito persistente del resto de pasos o principios expuestos.
En definitiva, los principios son estímulos que permiten alcanzar la capacidad de llegar a influir en el subconsciente, con hábito y fe. No saldrá de primeras ni cuando prefiera. Pero saldrá con paciencia y persistencia.
Del mismo podo, recordemos siempre que los pensamientos negativos también influyen y forman el subconsciente, por lo que debemos evitarlos o eliminarlos. El subconsciente se alimentará de los deseos buenos tanto como de los pensamientos que nos lleguen, buenos o malos.
Todo lo que crea el ser humano proviene de un pensamiento precio o un impulso del mismo. La idea proviene del pensamiento, los planes vendrán después, y la combinación de la imaginación con la fe, y con el plan, serán almacenados en el subconsciente facilitando la obra necesaria del deseo.
La emoción juega un papel importante en todo esto, pues la reflexión no es el uso de la acción humana y su pensamiento. Por ello, el subconsciente es susceptible de ser influido sobre todo desde las emociones y sentimientos. Y de nuevo, cuidado con ello. Porque insisto, las emociones dominan recurrentemente la acción humana. Las emociones no se podrán evitar ni a veces es necesario. Bastará con reconocerlas y adaptarlas. N. Hill reconoce siete emociones positivas y otras tantas negativas:
Positivas: deseo, fe, amor, sexo, entusiasmo, romanticismo y esperanza.
Negativas: miedo, envidia, odio, venganza, codicia, superstición e ira.
Y el caso, para bien, es que las dos no pueden ocupar la mente al mismo tiempo. Unas dominarán sobre otras y la práctica o hábito juega un papel importante que depende de nosotros. La clave es hábito.
La oración o el rezo, funciona como meras palabras pronunciadas, sin efecto, si no se hace desde la fe, y emociones positivas. Desde el miedo será todo en vano y el resultado puede ser contrastado con la experiencia positiva de todos los que reciben aquello que piden desde el rezo. De este modo será en un futuro, y es ya una realidad de muchos, que la oración pueda parecer una ciencia o al menos una práctica que pueda enseñarse, siempre que se haga desde emociones controladas y positivas y no desde el miedo y la duda, la ignorancia y la superstición.
Definitivamente la experiencia y la ciencia han demostrado que muchas cosas, supersticiones antiguas, se han convertido en realidades ventajosas para la humanidad y como afirma la física cuántica, todos nuestros cerebros y toda la materia que existe, está conectada la surgir de una misma materia y energía, por lo que facilita entender y creer la posibilidad de conexión entre la mente humana y la Inteligencia Infinita. Es cuestión de fe, paciencia, persistencia y deseo sincero de comunicarse. La conexión es individual, personal e introspectiva.
El subconsciente colabora como intermediario en las oraciones y la relación con la Inteligencia Infinita. Y la fe es la única posibilidad de dar a los pensamientos una naturaleza espiritual y efectiva hacia nuestros deseos y peticiones.
"La fe y el miedo no son buenos compañeros. Donde se encuentra uno el otro no puede existir"
El cerebro.
N. Hill define el cerebro como una estación receptora-emisora de la vibración del pensamiento. En el caso, la imaginación creativa es el equipo receptor que recibe pensamientos liberados de otros cerebros. El cerebro es estimulado mediante emociones positivas o negativas, pensamientos con energía modificados con estas emociones, de las que como vimos el sexo tiene un poder especialmente importante de trasmutación.
El subconsciente es la estación emisora que funciona a través de el principio de autosugestión. Utilizar esta "estación trasmisora" supone poner en marcha el subconsciente, la imaginación y la autosugestión en un procedimiento que se inicia con un deseo.
N. Hill hace una afirmación revelada de que las mayores fuerzas, y entonces desconocidas, son intangibles. Desde el propio hecho de que existe "otro yo", que no es el físico, que es más poderoso que el que vemos al espejo. Ese otro yo y las fuerzas intangibles no son controladas por la mayoría. Pero se debe empezar por reconocerlas y conocerlas. Igual que reconocemos y la ciencia ha puesto ya en evidencia fuerzas intangibles desconocidas hace años como la electricidad, sería limitante suponer que lo único conocido o explicado supone una realidad. No comprender algo no supone su inexistencia, y no comprender la fuerza intangible no debería llevarnos a no reconocerla para aprovecharla, como la electricidad.
El cerebro es desconocido a pesar de avanzar en los últimos años. Sin embargo hemos de admitir o al menos permitirnos pensar que posee esa fuerza intangible a través del pensamiento. Fenómenos reconocidos como la telepatía, la clarividencia y asimilados, son capacidades desarrolladas del cerebro que algunos son capaces de usar y aprovechar.
N. Hill termina diciendo que "la depresión trajo consigo varias ventajas ocultas. Redujo al mundo entero a un nuevo punto de partida que proporcionó a todos una nueva oportunidad". Entonces, como ahora, las crisis sufridas como la de 1.929, traen ocultas posibilidades y ventajas que ponen a todo el mundo en la misma línea de salida. La actitud y apertura de mente puede ser importante para una nueva oportunidad. Y aquí la muestra el autor...
El sexto sentido.
El decimotercer principio y último, que presentamos en esta entrada junto a otros dos, es el sexto sentido, entendido por N. Hill como aquel con el que la persona puede comunicarse con la Inteligencia Infinita, de manera voluntaria y sin esfuerzo.
Sería la parte de subconsciente reconocida como inteligencia creativa, aparato receptor, mediante el que las ideas, los planes y los pensamientos destellan la mente y esos destellos son conocidos popularmente como corazonadas o inspiraciones.
El sexto sentido es consecuencia de un hábito y ejercicio de introspección, mediante la meditación y el desarrollo mental desde dentro. Es el medio de contacto entre la mente finita humana y la Inteligencia Infinita, una mezcla de mente y espíritu.
Este sexto sentido permitirá reconocer peligros y oportunidades, y acercarnos a la sabiduría verdadera. Y no es cuestión de ser creyente o religioso. Pero N. Hill afirma creer y haber experimentado el sexto sentido afirmando que hay un "poder, Primera Causa o Inteligencia que impregna cada átomo de materia" (…).
Pero para Hill se trata de construir un carácter propio mediante la autosugestión y aplicación ordenada de todos los principios hasta el punto de alcanzar la capacidad del sexto sentido. Ello será un esfuerzo de hábito en todas las partes del proceso, y un ejercicio de introspección y autoconocimiento personal. Requiere de un esfuerzo de ejercicio de autosugestión que alimente el subconsciente y surgirá de manera lenta.
De todos modos, resumen N. Hill que el libro no pretende alcanzar este último principio. Deja claro que el punto inicial de todo logro es el deseo. Y el punto final es el tipo de conocimiento que lleva a uno a la comprensión de sí mismo, de los demás, de las leyes de la naturaleza y reconocimiento y compresión de la felicidad.
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