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Planificación financiera: seguridad en la familia.

  • yosorep
  • 7 nov 2024
  • 5 Min. de lectura

El proceso y la actividad de Planificación Financiera Personal (PFP) es algo que se lleva haciendo desde hace medio siglo al menos. De una manera más relevante sobre todo en EE. UU. y algo menos en Europa. El hecho de que en España sea menos habitual no solo radica en el desconocimiento y desinterés del que debiera ser el primer interesado, la familia o núcleo familiar que necesita esta planificación, sino también a la poca relevancia que se le ha dado a la figura del planificador, e incluso la autopercepción y en algunos casos capacidad que considera de sí mismo el planificador.


En el proceso planificador intervienen al menos tres figuras:

1.      Familia.

2.      Planificador.

3.      Banco.


Sin embargo, considero que esta última figura también ha tenido parte importante en la responsabilidad de la baja planificación, y en muchos casos deficiente en Europa y España. En el caso de España, con una sociedad con baja formación financiera y bancarizada, los bancos han tenido la capacidad de vender más que asesorar y sobre todo casi nunca planificar. Los resultados por tanto serán deficientes e incompletos.


En definitiva, no se han cruzado todos los intereses necesarios para que la sociedad se beneficie de esta planificación en las familias. Desde las instituciones no se ha promovido ni la educación financiera, ni la preparación de planificadores, ni la promoción misma de la planificación en las familias. Y las propias familias no han considerado necesario hacer planificación y en el mejor caso, haciéndolo, buscar la independencia y capacidad del planificador apropiado, no el banco que, si bien puede ser un "socio" a tener en cuenta, en la mayoría de los casos, ni tiene personal capacitado ni intereses independientes.


También es relevante tener claro la diferencia notable entre asesorar y planificar. En el primer caso, el asesor considera un porfolio o una estrategia para invertir normalmente el capital financiero y quizás incluso inmobiliario, pero no tiene en cuenta aspectos transversales a la familia y que tienen que ver con sus expectativas, deseos y proyectos vitales. El asesor no conoce o suele molestarse por los aspectos del futuro de la familia, sus miembros y los proyectos que le ilusionan o preocupan.


 El planificador, sin embargo, hace reflexionar y comparte la reflexión con la familia de sus todos proyectos, para evaluarlos en base a su estado actual, y calcular cómo alcanzar estos en el futuro en base a un plan completo y detallado de pasos a realizar para ello. Revisa con ellos periódicamente su evolución y comparte ideas y educación en aspectos necesarios para poder llevar a cabo de manera eficaz todo lo planeado. Porque en definitiva, la planificación financiera es un proceso trascendente y transversal, que no solo se dedica de aspectos financieros. Se pregunta y prepara para todos los aspectos que nos interesan o pueden sobrevenir en nuestras vidas:

 

·        Estudios de hijos y formación continua de la familia. Incluido el reciclaje profesional.

·        Casarse, separarse en su caso y eventos familiares.

·        Ocio y aficiones.

·        Viajes y relaciones sociales.

·        La empresa en el caso de ser empresario con toda su problemática completa.

·        Compras de viviendas e inversiones inmobiliarias.

·        Potenciales enfermedades, incapacidades y dependencias.

·        Jubilación, prejubilación, vida activa en el futuro.

·        Emancipaciones y ayudas a hijos, padres y familiares.

·        Morir y la herencia.

·        Etc…


En resumen, planificar es reflexionar y tener en cuenta. Estar preparados para atender aquellos hitos vitales a los que nos podemos enfrentar y a los que deseamos emprender. Incluye la flexibilidad de repasar y cambiar la planificación, eso sí, desde la superioridad de un marco ya disponible que es la previa planificación realizada y la ventaja que esto supone.

 

Ahorrar, planificar e invertir.


Partamos de que los tres conceptos son diferentes y que, relacionados y enlazados de manera correcta y efectiva, son fundamentales para hacer la vida que queremos o en cualquier caso mejor.


La relación entre los tres necesita de una actitud disciplinada que conlleva una rutina, pero que no tiene resultado sin un objetivo concreto y actualizado. La automatización nos ayudará a ejecutar lo que buscamos, bueno o malo. Pero sin un objetivo difícilmente llegaremos a nada, ni seremos conscientes de nuestro avance y tampoco reconoceremos las herramientas que necesitamos para ello. Sin objetivo probablemente llegaremos a una situación monótona, ineficaz y definitivamente nos replantee si continuamos con esa rutina sin resultados.


Ese objetivo que buscamos obliga a planificar, y en este caso comprenderemos que el ahorro no es suficiente. Que a este primero lo que le da sentido y alimenta el interés es la inversión y que ambos, sin la planificación no es posible.


Es como el símil que un profesor me indicara en su día. Ahorrar es como apuntarse al gimnasio. Con esta actividad requerimos y disponemos rutina y esfuerzo. Método. Pero si no nos hemos preguntado qué queremos conseguir (planificar), es difícil conseguir algo. Y en el caso de que, por nuestra cuenta, o por lo que dicen los demás, nos apuntemos a una clase de spinning, cardio u otra actividad que nos motive o arrastre los “asesores” que nos rodean, estaremos invirtiendo dinero y tiempo, quizás te divierta, pero sin saber a dónde llegar. Sin embargo, si hablamos con alguien competente, le explicamos nuestros intereses, nuestra vida personal y profesional, hábitos alimenticios, estaremos planificando junto a un entrenador que nos ayudará (planificar) a alcanzar lo que necesitamos, con tiempo y método (ahorro), y con pautas de alimentación, descanso, rutinas apropiadas (inversión).


Una objeción típica, además del compromiso, es el efecto económico de planificar o tener entrenador. Ir al gimnasio por ir, e incluso a veces pagar sin ir, es más caro que el caso de contratar alguien que de sentido a lo que hacemos, donde los resultados alimentarán la convicción de lo que hacemos: seguridad, salud, felicidad…Estos los veremos y disfrutamos en el largo plazo.

 

Asesorar no es planificar.


Al entrar en explicar qué es cada cosa y las diferencias, no ha lugar a ningún tipo de discusión sobre que es mejor. Las dos son necesarias, si bien podemos indicar de inicio que la planificación puede y suele incluir asesoramiento, y al revés no.


En definitiva, son actividades y servicios distintos, en muchos casos demandados por clientes distintos que buscan cubrir necesidades diferentes.


El asesoramiento financiero tiene una definición legal (Mifid): el asesoramiento en materia de inversión se define como la prestación de recomendaciones personalizadas a un cliente, a petición de este o iniciativa de la empresa de inversión, con respecto a una o más operaciones relativas a instrumentos financieros.


En definitiva, engloba los siguientes puntos:


·        Optimizar el patrimonio financiero.

·        Encontrar un buen producto financiero.

·        Teniendo en cuenta el perfil de riesgo del cliente.

·        Preferencia por productos con beneficios fiscales.

·        No es común la recurrencia. Relación puntual.


El asesoramiento incluye la posibilidad de en cierto modo diversificar y contar con varios asesores financieros de compañías diferentes para hacer inversiones a través de estas.


La planificación financiera no tiene una definición legal como lo tiene el asesoramiento. Ello es debido a que no es una actividad regulada en la mayoría de los países. En Europa si está en Holanda y Bélgica. En definitiva es el desarrollo de un plan exhaustivo que determina la totalidad de objetivos financieros y vitales del individuo y su unidad familiar, seleccionando y ejecutando las mejores estrategias coordinadas para alcanzar dichos objetivos. En definitiva, tiene en cuenta:


·        El patrimonio del cliente y su familia, que incluye activos financieros, inmobiliarios, empresariales, incluso capacidades profesionales. Opción holística.

·        El foco: cubrir las necesidades vitales.

·        Visión estricta cliente cuyo núcleo es la familia y las circunstancias que la rodean, no el individuo solo.

·        Estrategia combinada de definición aproximada de perfil de riesgo del cliente incluyendo educación, formación e iluminación.

·        Recurrencia en el servicio: planificación y revisión.

·        Relación única planificador-familia.


Espero que esta entrada sirva para generar dudas, que puedo contestar por aquí y en cualquier caso iré resolviendo en las siguientes entradas.



 

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