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UN EXPERTO LLAMADO LINDY. De nuevo Taleb.

  • yosorep
  • hace 3 días
  • 5 Min. de lectura

“Lo que ha sobrevivido al tiempo no es casualidad: es señal de que guarda un valor oculto.”


 

Lindy’s, un famoso restaurante en Nueva York frecuentado por comediantes y escritores en la década de 1960, ha sido hasta su cierre predicho por Taleb en 2018, el lugar donde los comediantes observaban que los programas de televisión que llevaban más tiempo en emisión tendían a durar aún más. Esta observación informal se convirtió en lo que llamaron “Lindy’s Law” o efecto Lindy.


Nassim Nicholas Taleb retomó esta idea y la formalizó como el “efecto Lindy” en sus libros, especialmente Antifrágil. Lo generalizó más allá del entretenimiento, aplicándolo a cualquier cosa no perecedera: ideas, tecnologías, libros, costumbres. De este modo lo mediatizó como una heurística universal, útil y sólida.


Para explicar cómo funciona, podemos poner el ejemplo de que, si un libro ha sido leído durante 100 años, es probable que se siga leyendo otros 100. Su longevidad pasada se convierte en una predicción de su longevidad futura. En definitiva y antes de seguir profundizando:



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El efecto Lindy sostiene que cuanto más tiempo ha existido algo no perecedero, más probable es que siga existiendo en el futuro.

 






Con estas primeras ideas indicadas queda bastante claro a qué se refiere este efecto. Y podemos encontrar ejemplos cercanos en los que descubrir este efecto. Los veremos después. Pero desde una perspectiva más profunda, mistagógica, que mantiene que el universo es un sistema complejo, este efecto Lindy tiene más cosas que decir.


Taleb señala que el efecto Lindy se comprende y explica mejor desde los conceptos de creación propia fragilidad y anti fragilidad. Y el matemático Iddo Eliazar formula de manera probabilística para sostener que la representación del tiempo pasado y de vida de algo determina la supervivencia futura o al menos en su esperanza.

 


Entropía como destino



Me gustaría aquí introducir otro concepto relacionado, el de entropía (segunda ley de la termodinámica) que hace referencia a que todo sistema cerrado tiende al desorden. La energía disponible para producir orden disminuye con el tiempo. Es una ley física universal, que describe la flecha del tiempo y la inevitabilidad de la degradación.


Con todos estos conceptos podemos atar cabo o llegar a relaciones si podemos definir la fragilidad como una respuesta al desorden, en el que el tiempo juega un papel fundamental como componente fundamental de ese desorden.


 

Fragilidad y robustez como respuestas


 

Es en la amplitud de este tiempo en el que se medirá la capacidad de resistencia y en algunos casos antifragilidad de las cosas.


 Y ojo, que tenemos que distinguir bien que, si el tiempo se convierte en juez de las cosas frágiles, sólo podrán resistir a ese estrés del tiempo las cosas que Taleb denomina robustas o tiene un grado de robustez. Esto podría ser suficiente para sobrevivir, pero no para mejorar. Y la mejora es el componente que añade la antifragilidad, que, desafiando a la entropía, no solo la resiste, sino que lo hace más fuerte en el tiempo.


 Por tanto, el tiempo equivale a desorden e incertidumbre, y la resistencia a este tiempo es la supervivencia, como capacidad de gestionar el desorden. “Lo frágil reacciona de una manera asimétrica ante la volatilidad y ante unos agentes estresantes, es decir, experimentará más daños que beneficios si se expone a estos agentes”. Sin embargo, lo antifrágil no solo lo salva, sino que lo mejora.


 

Antifragilidad como superación creativa


La antifragilidad no niega la entropía. Más bien, reconoce que el desorden es inevitable y lo convierte en oportunidad. En términos filosóficos la entropía es el destino, la antifragilidad es el arte de bailar con él.


Quizás, nos podríamos quedar con un ejemplo, y decir que la entropía es el viento que, como el tiempo y la incertidumbre, que dispersa las hojas de un árbol. Pero puede hacer mucho más en un árbol sin buenas raíces. La antifragilidad es el árbol que, al sentir el viento, fortalece sus raíces y aprende a crecer torcido, pero más firme.


La antifragilidad es casi una pedagogía espiritual que nos enseña que el caos no es solo amenaza, sino revelación. La entropía nos recuerda la finitud; la antifragilidad nos invita a transformar esa finitud en creatividad.

 


Donde encontramos Lindy


"En términos probabilísticos, la volatilidad y el tiempo son lo mismo".


Si Lindy nos habla del tiempo como juez de lo que perdura, la entropía nos recuerda que ese mismo tiempo es también agente de desgaste. La antifragilidad aparece entonces como la paradoja que convierte el desgaste en fuerza.

 

Este principio, popularizado por Nassim Nicholas Taleb en su libro Antifrágil, y el concepto de fragilidad permitió conferir que el tiempo es el juez único de las cosas, donde aplicamos cosas a ideas, tecnologías, libros, hábitos, instituciones y otros elementos que no tienen una fecha de caducidad física. Nadie puede engañar a Lindy. Ejemplos:


  • Literatura: Obras como La Ilíada o Don Quijote han perdurado siglos, lo que sugiere que seguirán siendo relevantes.


  • Filosofía: Corrientes como el estoicismo o el taoísmo, con milenios de historia, siguen influyendo en la ética contemporánea.


  • Tecnología: Protocolos como TCP/IP o lenguajes como C han resistido el paso del tiempo, mientras que tecnologías recientes aún deben demostrar su durabilidad.


  • Hábitos y prácticas: Meditación, ayuno intermitente, escritura reflexiva —si han sido útiles durante generaciones, es probable que sigan siéndolo.


A su vez, todo esto tiene implicaciones prácticas en aspectos de la vida:


  • Toma de decisiones: Si dudas entre adoptar una nueva tendencia o seguir una práctica antigua, el efecto Lindy sugiere que lo antiguo tiene mayor probabilidad de perdurar.


  • Inversiones: Empresas con más de 100 años de historia (como Coca-Cola) suelen tener mayor resiliencia que startups recientes.


  • Cultura y arte: La música clásica, el cine de autor, los mitos fundacionales —todo lo que ha sobrevivido décadas o siglos tiene más “esperanza de vida” que lo efímero.


Y la utilidad del efecto Lindy puede verse como una forma de discernimiento temporal: lo que ha resistido el paso del tiempo ha sido filtrado por generaciones de experiencia, lo que le confiere una especie de sabiduría acumulada. En un camino hacia la esencia de las cosas, este principio puede ayudarte a distinguir entre lo que es moda y lo que es fundamento.


Taleb conecta el efecto Lindy con su crítica a las élites y a quienes toman decisiones sin asumir riesgos. Para ello señala que modas intelectuales, políticas o tecnológicas que nacen y mueren rápido, son efímeras. Sin embargo, instituciones, prácticas y saberes que han sobrevivido generaciones, porque han demostrado utilidad y capacidad de adaptación, están amparadas por el efecto Lindy.

La implicación práctica de todo ello es confiar más en lo que ha resistido el paso del tiempo que en lo que apenas empieza a difundirse.


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“El futuro pertenece a lo que ya ha demostrado su fuerza en el pasado.”

“El tiempo no destruye lo esencial: lo revela.”

 
 
 

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