Un extraño y paradójico orden de las cosas
- yosorep
- 1 nov 2024
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 9 nov 2024
Retomando escribir tras tres años de inactividad y otros tantos de lectura y reflexión, comparto una reflexión de un nuevo libro en el que comparto y discuto (en sentido figurado) con el autor sobre la situación actual de la sociedad. En su libro El Extraño orden de las cosas, del que espero compartir algo más en futuras entradas, Antonio Damasio, da una hipótesis de la evolución de la vida y su complejidad para llegar a lo que somos hoy y el estado de las cosas actuales.
Insisto que es una reflexión sobre lo que la evolución del hombre y la cultura nos ha llevado al humano actual, que comparto aquí como una especie de conclusión discutida entre ambos. Espero que os guste o cuanto menos os haga reflexionar...
Un estado de cosas ambiguo.
Aunque las condiciones locales en todo el mundo son distintas, suelen provocar las mismas o similares respuesta: ira, confrontación, aislamiento y cada vez más deriva autocrática.
Y todo ello a pesar de que tenemos referencias históricas recientes, con medios para poder recordarlas y hacerlas ver a todos los que no las sufrieron. Desde los horrores de la segunda guerra mundial, sin olvidar la primera, a las amenazas de la guerra fría y el temor continuo, y otras tantas que debieran habernos hecho reflexionar y ser capaces de resolver problemas de otra manera mejor a como seguimos haciéndolo. Parece que estamos inoculados de la complacencia.
Debería ser esta la primera mejor época para vivir, no mejor que las futuras. Sin embargo, el acceso a todas las mejoras globales, al confort y la comodidad, completas las necesidades más básicas, no parecen que nos permita afirmar que vivimos tan bien.
Acceso a conocimiento en cantidad y fácil. Capacidad de diagnóstico y cura para gran parte de enfermedades. Longevidad creciente en estados favorables de salud…Sin embargo, sin ser pesimistas, y conscientes de la mejora, sería de ciegos aceptar las cosas que no van bien, o lo suficientemente bien, para dudar si es la mejor época de las vividas. Es necesario dudar, antes de afirmar una cosa u otra. Es lo que hacían los filósofos desde hace 2.500 años y todavía algunas. Es como dice Taleb, aceptar y comprometerse con ser un empirista escéptico.
Todavía con todo lo que tenemos, cerca nuestra personas viven en la calle y no comen ni viven como nosotros. Y sólo hablamos de la proximidad. Tenemos conocimientos e información y no tenemos tiempo para leer o para reflexionar sobre quienes somos o podemos ser. No hay tiempo para perder en la poco práctica experiencia de SER. Estamos en quiebra espiritual, secular o religiosa, y aceptamos complacientes las decisiones políticas y financieras que provocaron crisis como las de 2000, 2007 y 2008, la COVID y tantas…Cerradas todas en falso y sin que pase nada. Estamos alimentando la quiebra moral y parece que, toda esta sociedad con las mejores opciones es la menos feliz de todas las épocas.
Desde hace varias décadas, en las sociedades más avanzadas se conviene de manera común aceptar la información y los hechos, por información, relatos y por noticias deformadas y sesgadas sobre todo tipo de asuntos públicos. Todo orientado al entretenimiento, en la mayoría de los casos alejadas de la realidad, la ciencia o los hechos. Hemos perdido capacidades que ahora no es tan difícil encontrar e imitar por sociedades menos avanzadas y autárquicas. Damasio propone... “Una sociedad no podrá ser viable ni sobrevivir a largo plazo si no se ocupa de conocer la realidad de su gobierno y de lo que pasa primero en su país y después en el mundo. De ser conscientes de hacia dónde va el bienestar de los ciudadanos y si este es la referencia de los que dirigen. Una pausa de minutos diarios para ser críticos y reflexionar, comprendiendo y entendiendo las dificultades que enfrenta la sociedad y cómo son atendidas o ni tan siquiera eso. Esta práctica y actitud se ha quedado obsoleta y olvidada, cuando no prácticamente desaparecida o anulada”.
Ese desinterés lleva al desaprendizaje y aplaudido desinterés por el conocimiento, sustituido por el relato. Los medios escritos, la televisión y radio, acompañando al gobierno construyen el relato sobre el pisotón de la realidad y lo convierten en forma y valor de entretenimiento repetido, donde la insistencia cuenta más que los hechos: ¿el relato está matando al dato?. Mi admirado Javier García Recuenco, directamente dice que "el relato se folla al dato". La financiación y el dinero se dirige interesadamente donde el relato es conveniente y la educación sufre al extremo en muchos casos de indolencia y adoctrinamiento. Ya no puedes aprender lo conveniente y necesario en las escuelas. La preparación de los ciudadanos, por insuficiente y dispersa, es aplaudida desde los medios y la sociedad, y es lo conveniente para los dirigentes del rebaño.
Es una carencia profunda de conocimiento detallado e imparcial de lo público, un abandono de la dialéctica y reflexión calmada entre partes que utilice criterios factuales.
Tampoco debemos caer en que el pasado fue completo, porque la información no era entonces mejor que ahora por cantidad y calidad. Sólo el esfuerzo podría superar esta época. Pero antes, no todo el mundo tenía información completa, ni reflexionaba o estaba completo de criterio. Aun así, el problema anterior era más de acceso a la información y el de hoy de desinterés por el conocimiento serio de las cosas públicas y también, como no, otras más generales. Y esto es un problema grave. Todavía a nivel global nos diferencian unas sociedades de otras los niveles de alfabetización, educación, civismo, libertad de expresión, acceso a la justicia, niveles económicos, salud y seguridad. Pero lo malo es no solo la falta, o distinto nivel en la sociedad, sino el rechazo y desinterés por defenderlos, promoverlos y aplicarlos. Cada vez es más complicado reconocer una defensa del público por los valores, derechos y obligaciones que debieran ser innegociables para la ciudadanía.
El progreso en el acceso a la información debiera ser una oportunidad y a la vez un poder para defender a la ciudadanía de la autarquía de los dirigentes, así como dar la posibilidad a la reflexión contrastada. Pero en definitiva está siendo apartada de nuestra prioridad porque generalmente el tiempo y la capacidad para valorar esa información y convertirlas en conclusiones sensatas y con criterio práctico, no está disponible. No entremos a hablar de por qué; ni siquiera nos planteamos cambiar de opinión …Sin embargo sí mostramos más disponibilidad si la información viene deglutida por el algoritmo favorable, y está sesgada por muestra acrítica predisposición a un sentido económico, político o social. Preferimos permanecer dentro de nuestro cubículo de entretenimiento y opinión. Hoy tenemos acceso al mundo a través de un dispositivo que nos cuenta el mundo como nos conviene, y aceptamos a vivir en nuestro espectáculo de Truman, complacientes, en vez de utilizar las herramientas para ser autónomos y conscientes. Hemos sido seducidos por un mundo de la vida entretenida y de consumo.
De manera paradójica, este ejercicio de vivir con información pública y personal instantánea es la que reduce la posibilidad y tiempo para la reflexión de esa información y otras. Y ello contribuye también a un deseo buscado por políticos e “influyentes” de buscar la confrontación y las opiniones polarizadas. Porque los problemas ya no son lo que buscan los que mandan y manejan la información, sino lo que el resto acepta con indolencia, o ignorancia. Finalmente nos retiramos a la opinión y creencia de la tribu a la que pertenecemos. Por muy bien informados que estemos solemos tener resistencia a cambiar de opinión y más cuando son convicciones. A pesar de las evidencias contrarias a nuestras ideas. Es un conflicto dentro del sistema mental entre la emoción y la razón. Nos construimos un refugio defensivo, un búnker contra el mundo que contradice nuestras ideas o creencias. En muchos casos, los que más maldicen la religión son los que la practican.
La influencia de los medios electrónicos y su capacidad adictiva hace que nuestra limitada atención, cada vez más incapacitada, sea desviada de nuestro tiempo de reflexión, desequilibrando aún más la relación entre volumen de información y tiempo necesario para procesarla.
Y los medios electrónicos facilitan también que la intimidad desaparezca y sea menos valorada, dando pie a la posibilidad que todos nuestros actos e ideas puedan ser supervisadas y controladas, ya sea por instituciones gubernamentales como privadas, con fines de lucro económico o político-social. La censura y la autocensura media en las decisiones y actos que realizamos, convirtiéndose en un valor importante del gobierno público.
La desconfianza entre las personas con respecto a políticos y élites, la de los que reflexionan, se apegan y añoran a un pasado que no tuvo por qué ser mejor, pero si se hace nostálgico, cuando desde un básico nivel de reflexión, se entiende que los medios sólo buscan promover intereses políticos, sociales y comerciales particulares, buscando beneficios financieros o económicos.
Toda esta visión desesperanzadora, tiene una herramienta fundamental de potencial regeneración en un apéndice en el cuarto poder. Los medios digitales se están convirtiendo en fuente libre de expresión que controla al poder, revela la incompetencia y la corrupción de los gobiernos incluso en las democracias liberales más importantes. Quizás sean el camino de la remodelación profunda pero sus resultados aún no los tenemos. Quizás la democracia es posible…y recordemos que no hay soluciones nuevas, solo medios nuevos. Y desde la Grecia clásica los problemas existieron.
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