Normas, sorpresas y causas.
- yosorep
- 28 ago 2020
- 6 Min. de lectura
Hemos llegado a conocer el funcionamiento de nuestro sistema de decisiones que asume el protagonismo recurrente de una de sus partes. Ese sistema decisorio podríamos definirlo de manera metafórica como una computadora u ordenador, con una capacidad de funcionamiento en modo automático por uno de los dos sistemas decisorios. El protagonista S1. Pero ese modo automático que supone el S1, tiene la posibilidad de pasar a un modo manual y controlado por el S2.
El sistema S1 funciona a través de relaciones asociativas: tenemos experiencias que nos permiten tomar las decisiones más inmediatas de una manera bastante eficaz. Este sistema es maravilloso, pero a su vez limitado. Para ello el modo manual del S2 nos permite racionalizar decisiones, con una posibilidad de evitar errores limitantes del S1, siempre y cuando la pereza no venza a S2 en su misión y capacidad.
El sistema S1 , dentro de lo que podríamos denominar como función principal es mantener y actualizar un modo normal de actuación dentro de un mundo personal. Dicho modelo funciona bajo un sistema de asociaciones de ideas vinculadas que se caracterizan por suceder de manera regular en distintos espacios de tiempo. Estos vínculos de ideas se refuerzan entre si y generan patrones que permiten interpretar el presente y generar expectativas de futuro. Son importantes pues las ideas de asociación, regular y vínculos, que genera una serie de patrones de ideas que resuelven la mayoría de nuestras necesidades decisorias.
La sorpresa es un aspecto fundamental de nuestra vida normal, que se convierte en un indicador de sensibilidad sobre nuestra manera de entender el mundo. Podemos entender dos clases de sorpresa básica: activa y pasiva.
Nos sorprenderá que algo activamente esperado no suceda (activo). Sin embargo en el caso de la sorpresa pasiva, es su probabilidad lo que la hace pasivo, pero no la propia sorpresa de su suceso. Es decir; es una sorpresa activa esperar la llamada de alguien que está planeada pero que finalmente no ocurre. Nos llama otra persona. Por el mismo ejemplo , si la misma llamada no esperada e improbable es de alguien que razonablemente no es probable, es una sorpresa pasiva. En algunos casos, ciertas expectativas pasivas se pueden tornar en activas. Ello puede ocurrir cuando un evento no probable ocurre en un espacio de tiempo y lugar y se repite en poco tiempo después en el mismo lugar (ejemplo accidente de coche). Desde ese momento, el acontecimiento que la probabilidad no avalaría que ocurriese de nuevo, generará la expectativa contraria: esperaremos de manera activa volver a ver el accidente en el mismo lugar, la semana siguiente...
El psicólogo Dale Miller, dio lugar a la Teoría de lo normal como aquella teoría que explica cómo determinados hechos, acontecimientos o circunstancias son reconocidas como normales y ello es debido a que inconscientemente encontramos “coherencia asociativa” en cada caso. Sólo en caso de que algo altere la normalidad de lo coherente, se producirá una anomalía, que además, frecuentemente es detectado con rapidez y sutileza asombrosa.
Somos capaces de comunicarnos con los demás porque nuestro conocimiento del mundo y nuestro uso de las palabras son en gran medida cosas compartidas. Normas comunes que permiten encontrar comúnmente anomalías. El S1, que entiende el lenguaje y las palabras tiene acceso a esa serie de normas relativas que le hace reconocer valores normales y rangos y por ello detectar las anomalías.
Esta teoría sería capaz de explicar la respuesta que podríamos dar a la siguiente pregunta: ¿Cuántos animales de cada especie introdujo Moisés en su arca?. Quién no advierte el error ha caído en la denominada ilusión de Moisés: personaje bíblico, bisílabo, con un arca propia y comparte dos vocales con Noé. Caeremos en la "trampa" si no existe una anomalía clara y evidente del contexto, sonido o palabras...
Por contra y sin tener que ver la realidad, nos sonará raro y alarmará nuestra credibilidad escuchar a una persona de cierta condición social, digamos elevada, por estar molesto por el nuevo tatuaje que tiene en la espalda.
VISIONES DE CAUSAS E INTENCIONES
La manera en que suele funcionar el S1 en la toma de decisiones se produce reuniendo una relación de efectos y nudos de relaciones, de las cuales se infieren causas sobre las mismas. El sistema busca de manera recurrente historias que justifiquen sus decisiones en esas causas relacionales y referencias anteriores. El S2 las aceptará y des dará el visto bueno.
El construir una historia coherente en situaciones concretas es una capacidad del S1, automática, que elabora con su capacidad de establecer coherencia con los acontecimientos. El S2, recibirá y aceptará en estos casos la relación causal correspondiente.
La instrumentación sesgada y favorable de las causas fueron ejemplarmente demostradas por Nassim N. Taleb en su libro el Cisne Negro, en el que defiende la necesidad dominante del S1 de buscar de manera recurrente causas a cualquier efecto, aunque sea de manera paradójica y contradictoria. En su libro pone de ejemplo como un mismo acontecimiento puede generar en media hora titulares distintos que justifiquen con una causa razonable un efecto ya ocurrido. Así, fue durante el histórico momento que EE.UU. tenía acosado a Sadam Hussein, como un titular de Bloomberg decía que: "el tesoro estadounidense sube; puede que la captura de Hussein no frene el terrorismo". Es decir, el titular justificaba el comportamiento del mercado de activos que compraba bonos de EE.UU. entendiendo la necesidad de refugiarse ante una probable inseguridad. Sin embargo, cuando media hora después los precios de los bonos cayeron y el mercado de acciones se revalorizó, la misma agencia nos indicaba: "el tesoro estadounidense baja; la captura de Hussein incrementa el atractivo de los activos de riesgos". Un mismo hecho justifica dos efectos totalmente opuestos. Y esto pasa a diario....No hay razón. Buscamos la causalidad conveniente y la justificamos con una narración. Por supuesto esta contradicción no explica nada pero justifica y satisface una necesidad de coherencia.
Buscamos sistemáticamente, a través del S1 una causalidad en las cosas. La manera de buscar automáticamente causas conforma nuestro pensamiento. Cualquier acontecimiento relevante tiene consecuencias que necesitan de una causa que la explique. El S1, es capaz de encontrar series causales coherentes que vinculen fragmentos de conocimientos de que dispone. Y ocurre incluso con la limitación de información con la que cuenta el S1 o la incapacidad propia del sistema de evaluar información estadística o probabilística, como ya hemos podido ver. Así en una frase como:
"Hemos disfrutado de una agradable paseo en el centro de la ciudad, del mercadillo y de las comidas que allí ofrecían. Cuando llegamos a casa, no encontraba la cartera".
Frecuentemente el S1, con información incompleta tendrá la tendencia a reconocer en la situación comentada la más que probable causa de una robo o la idea de una carterista. Inventaremos una historia plausible asociada a la mala sorpresa e incluso no valoraremos la más probable opción de pérdida u olvido en alguna de las compras o puestos del mercadillo. Ese es el funcionamiento de S1 y su necesidad de buscar una causa y asociar una historia que la justifique.
En 1945 Albert Michotte llegó a la conclusión de que existe una predisposición desde nacimiento a tener impresiones de causalidad, que estos no dependen de patrones de causación, es decir, vemos la causalidad igual que vemos los colores.
Heider y Simmel en 1944 nos hablaron de la causalidad intencional dar a entender cómo nuestra mente está preparada y deseosa de identificar agentes y dotarlos de personalidad e intenciones específicas. Hemos nacido con la capacidad de hacer atribuciones intencionales.
Paul Bloom en 2005, nos habla de la disposición innata de separar causalidad física de la intencional. Hecho que explica la casi universalidad de las creencias religiosas. (Divinidad inmaterial=>creador material; Almas inmortales=>control cuerpo material y mortal). Percibimos de manera separada el mundo de los objetos y el de la mente o espiritual y así aceptamos las dos partes de la creencia de la mayoría de las religiones: Un Dios superior o alma inmortal, sin cuerpo, es capaz de crear el mundo y la materia. Vivimos con un alma inmortal encerrada que controla un cuerpo y abandona en el momento de la muerte del cuerpo material. La religión es creación de S1.
Las intuiciones causales son una capacidad propia de S1 que es comúnmente utilizada en la toma de decisiones . Lo hemos visto de manera reiterada en todas las entradas anteriores. El pensamiento causal se utiliza en situaciones en las que sería más conveniente un razonamiento estadístico, el cual no aplica nunca el S1, incapaz de hacer esta serie de razonamientos, que en cualquier caso, no está al alcance de la mayoría de las personas, pero es una opción siempre al alcance único del sistema 2.
El S1 como agente que puede vincular una serie de nudos causales o cómo máquina asociativa de ideas y experiencias, son en ambos casos ficciones recreativas para poder entender todo esto. Sirven para poder entender y representar como funciona nuestra mente y resuelve la mayoría de las situaciones en un modo de eficiencia y con un buen grado de acierto : economía mental. Pero vamos siendo conscientes que no es ni la única opción ni la preferible en determinados casos.
Nota: esta información corresponde a la desarrollada en el libro de Daniel Kahneman Pensar rápido, pensar despacio.
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