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Política fiscal

  • yosorep
  • 10 may
  • 13 Min. de lectura

Reconocido cómo los precios son referencia fundamental en la gestión macroeconómica de las principales instituciones internacionales de sus políticas económicas, y en algunos casos el crecimiento. Y habiendo reconocido como las dos opciones de influencia en las política monetaria y la fiscal. Ahora desarrollamos el papel del Estado en esta parte de la intervención en la economía a través de la política fiscal.



Política Fiscal.

 


La política fiscal la compone una serie de medidas implementadas por los Gobiernos de cada país con la intención de dirigir la economía a las metas establecidas y ante los propios cambios de ciclos que la economía tiene.


Para ello utilizará una serie de herramientas, que de manera fundamental son el gasto público, su volumen y destino, y la forma de financiar todos estos a través de los impuestos.

 

Todas estas medidas utilizadas por los gobiernos para influir en la economía de un país, ejercen un impacto sobre la demanda agregada, influyendo en la producción, el empleo y niveles de precios.


La política fiscal se implementa principalmente a través de dos mecanismos: los impuestos y el gasto público. Al ajustar los niveles de impuestos, el gobierno puede influir en la cantidad de dinero que los individuos y las empresas tienen disponible para gastar. Por ejemplo, una reducción de impuestos puede aumentar el poder adquisitivo de los consumidores y estimular el consumo, mientras que un aumento de impuestos puede reducir la demanda agregada y ayudar a controlar la inflación.


Por otro lado, el gasto público se refiere a las inversiones y gastos realizados por el gobierno en áreas como infraestructura, educación, salud y defensa. Al aumentar el gasto público, el gobierno puede estimular la economía y crear empleo, mientras que una reducción del gasto público puede ayudar a controlar el déficit fiscal y la deuda pública. En este segundo caso, el efecto es mucho más directo, pues las inversiones y los gastos se manifiestan en una creación directa de empleo.

 

Ya hemos anticipado detalles sobre la política fiscal, pero hemos de indicar que esta posibilidad se basa en la teoría económica Keynesiana, que mantiene que la política fiscal tiene la capacidad de influir en el corto plazo en las variables macroeconómicas de un país. Realidad parcial que es factible en economías cerradas, algo no habitual, sobre todo en países occidentales, donde la influencia de la globalidad tiene relevancia.

 

  

Podríamos enumerar como cuatro los objetivos de la política fiscal que manejan los países:

 

Ø  Promover el crecimiento económico de manera estable.


Ø  Plena ocupación de los recursos productivos: humanos, materiales y financieros.


Ø  Mejor distribución de la riqueza.


Ø  Estabilidad de precios.

 


La política fiscal debe tener en cuenta los ciclos económicos y responder a ellos, suavizando los efectos adversos de estos ciclos, debiendo hacer para ello políticas contracíclicas.

 

Para no dar por sentado qué son los ciclos económicos, podemos recordar que son fluctuaciones en la actividad económica de un país o región a lo largo del tiempo. Fluctuaciones que se caracterizan por periodos de expansión, donde la economía crece, seguidos de periodos de contracción, donde la economía se reduce.


 

Los ciclos económicos se dividen en varias fases:

·        Recuperación: La economía está estancada o crece ligeramente.

·        Expansión: Fase de mayor crecimiento económico.

·        Auge: El crecimiento económico empieza a mostrar señales de agotamiento.

·        Recesión: La actividad económica se reduce, disminuyendo el consumo, la inversión y la producción de bienes y servicios.

·        Depresión: Una fase de recesión continua en el tiempo y sin previsión de mejora.


La duración de los ciclos económicos puede variar, y no siguen un patrón fijo, lo que hace que su comportamiento sea impredecible.

 

La aplicación de las políticas contracíclicas supondrán en cada caso:

 

Ø  En momentos de recesión, las políticas fiscales deben ir encaminadas a reducir los impuestos e incrementar el gasto público. En estos momentos en los que la propia reducción de impuestos aumenta los ingresos de las personas, la recaudación del gobierno decrecerá y forzará a políticas de endeudamiento del gobierno.


Ø  En momentos de crecimiento, evitar en cierto modo que la economía crezca con niveles que ejerzan presiones de los precios al alza y posibles burbujas de activos. En estos casos se reduce el gasto e incrementa los impuestos, compensando o reduciendo niveles de deuda acumuladas de períodos recesivos.

 

Esta es la teoría. Pero la realidad no siempre ocurre en este sentido.



Estabilizadores automáticos.

 

Los estabilizadores automáticos son mecanismos integrados en los presupuestos públicos de un Estado que se ajustan automáticamente en respuesta a cambios en el nivel de actividad económica. Estos estabilizadores ayudan a suavizar las fluctuaciones cíclicas de la economía sin necesidad de intervención directa del gobierno.


Desde el lado de los ingresos como de los gastos, estos mecanismos responden autónomamente a las fluctuaciones cíclicas de la actividad económica, comportándose de manera anticíclica, generando superávits fiscales en etapas de auge y déficits fiscales en recesiones o depresiones económicas.


Por ejemplo, durante una recesión económica, los ingresos fiscales disminuyen y el gasto en prestaciones por desempleo aumenta automáticamente, lo que ayuda a sostener la demanda agregada y mitigar la caída económica. Por el contrario, en períodos de expansión económica, los ingresos fiscales aumentan y el gasto en prestaciones por desempleo disminuye, lo que ayuda a evitar el sobrecalentamiento de la economía.


 

Tipos de política fiscal.

 


Las políticas fiscales que pueden desarrollar los gobiernos son de dos tipos:

 

Política fiscal expansiva: se desarrollan en situaciones de bajo crecimiento o de recesión, cuando los estabilizadores automáticos no son suficientes, debiendo el gobierno forzar el crecimiento de la economía (PIB) vía incremento de gastos que ayuden a aumentar la demanda agregada: Consumo, Inversión, Gasto Público, Exportaciones- Importaciones. La aplicación de estas políticas se aplica de diferentes maneras:

 

Ø  Reducción de los impuestos.

Ø  Aumento del gasto público.

Ø  Estímulo a la inversión privada (vía bonificaciones o exenciones).

Ø  Incentivos fiscales para estímulo de demanda de no residentes.

 

Al final es fundamental la confianza generada en los agentes económicos y de ellos dependerá que las propias medidas tengan efectos. La propensión marginal para consumir no es una constante en cada crisis.

 

Política fiscal contractiva: se desarrolla en episodios de presiones inflacionistas motivadas en la mayoría de los casos por incrementos de la demanda agregada. Y esta se aplica de las siguientes maneras:

 

Ø  Aumento de los impuestos.

Ø  Reducción del gasto público.

Ø  Reducción de estímulos a las inversiones y exportaciones netas.

 


La fiscalidad juega un papel fundamental en estas políticas, debido a que los impuestos son el medio de financiación natural de los gobiernos. Actúa como catalizador o freno de las actividades económicas, generando impulso o desaceleración. Pero su capacidad de reacción no siempre está acorde con las necesidades que debe cubrir, recurriendo en esos casos a la deuda.


La emisión de deuda es entonces la forma de cubrir el déficit público que se genera por la diferencia negativa entre ingresos y gastos públicos.


La deuda pública es estructural. Difícilmente se devolverá y los políticos además de conscientes de ello, alimentan esta deuda no siendo responsables de la que no han contraído ellos y añadiendo a su vez de manera irresponsable para dejar a los siguientes.


Al final, cada año, se debe emitir deuda no solo para renovar la existente, sino además contraer nueva y pagar los intereses cada vez más importantes que se generan. Es importante destacar el concepto de carga de la deuda entendida como porcentaje de intereses sobre los ingresos del estado y que ya en el 2023 era del 5,5%. Hemos de tener en cuenta que devolvemos la deuda con los ingresos, no con el PIB.

 


Presupuestos y deuda pública.


 

Los presupuestos del estado son un plan financiero anual que el gobierno elabora y aprueba para gestionar los ingresos y gastos públicos. Este documento es esencial para la planificación y ejecución de las políticas públicas, ya que establece las prioridades de gasto y las fuentes de ingresos, como impuestos y otras contribuciones.

 

En este sentido, a grandes rasgos y a nivel nacional, del total de ingresos que el Estado recaba vienen de una manera general de los impuestos, tanto directos como indirectos y de las cotizaciones a la seguridad social. Estas partidas son aproximadamente similares a fechas cercanas, levemente por encima la de las cotizaciones. Si bien la parte destacada en crecimiento en los últimos tres años y lo que las proyecciones señalan es que la presión fiscal de los impuestos directos seguirá creciendo. Que no solo es la que más ha crecido, sino la que siga creciendo en un futuro, por lo que la capacidad de las personas se verá disminuida tanto para su consumo como la inversión.


Es decir, la realidad demuestra que es la clase media la que está y seguirá siendo perjudicada.

 

Con respecto a los gastos, estos siguen evolucionando de manera creciente, de los que destaca y nos debe hacer mirar, el crecimiento y tendencia de los pagos de intereses de la deuda.


Los gastos suelen ser independientes del ciclo y en muchos casos contracíclicos, por lo que las reducciones de ingresos solo pueden provocar saldos negativos o déficits.


Todas estas cifras se suelen dar en relación con el PIB del país, para de manera más fácil ver su verdadera evolución, y poder comparar en el tiempo.

 

El saldo primario es la diferencia directa entre los ingresos y los gastos. Si esta diferencia es negativa por ser los gastos superiores a los ingresos, se genera un déficit público.

 

En definitiva, el déficit público es un concepto económico que se refiere a la situación en la que los gastos del gobierno superan a sus ingresos en un período determinado. Esto significa que el gobierno está gastando más dinero del que está recibiendo, lo que puede llevar a la necesidad de financiar ese déficit a través de la emisión de deuda pública o mediante la creación de dinero.

 

La deuda pública y el déficit afectan directamente al Producto Interno Bruto (PIB), los tipos de interés y los tipos de cambio, y desde ahí a nuestras economías y vidas particulares.

 

El déficit público puede tener varias causas, entre las que se incluyen:


1.      Gastos públicos elevados: Esto puede deberse a políticas expansivas, como el aumento de la inversión pública o el gasto en programas sociales.


2.      Reducción de ingresos: Puede ser resultado de una disminución en la recaudación de impuestos debido a una desaceleración económica o a políticas fiscales que reducen los impuestos.


3.      Crisis económicas: En tiempos de crisis, los gobiernos suelen aumentar el gasto para estimular la economía, lo que puede llevar a un déficit.




Como se puede observar a la izquierda y con referencia a % de PIB, vemos las partidas más relevantes de ingresos y gastos y como las propias previsiones, más allá de los datos reales, arrojan  saldos públicos negativos que en el mejor de los casos pueden mejorar, pero que no son capaces de resolver el saldo estructural de déficit y que supone un lastre sin posible solución, también en el mejor de los casos, en al menos dos generaciones.

 

 

 

 



Déficit primario.

 

Es la diferencia entre los gastos corrientes de un Estado y su recaudación de impuestos. Excluye los intereses de la deuda pública.


La utilidad de este déficit primario es que recoge los pagos y los cobros sobre los que el gobierno tiene control. Es decir, el gobierno puede variar su nivel de gastos y los impuestos que recauda a través de la política fiscal.


Es importante tener en cuenta que en el déficit primario no se recoge el pago de intereses de la deuda, ya que no depende del gobierno, sino que están comprometidos desde los gobiernos anteriores. Si bien, puede contribuir al resultado de crecimiento futuro.


Cuando incluimos los intereses de la deuda en el déficit, estamos hablando del déficit fiscal.

 

Déficit Primario = Gastos del Gobierno - Ingresos del Gobierno - Pagos de Intereses

 

Déficit Fiscal = Gastos del Gobierno - Ingresos del Gobierno

 

El déficit primario resulta importante a la hora de calcular la sostenibilidad de la deuda pública. La consecuencia directa de los déficits primarios de cada año es la necesidad de endeudarse para hacer frente a los gastos necesarios.

 



A la izquierda, hasta 2022, podemos observar como la deuda ha evolucionado en España en el siglo actual.

Los distintos gobiernos son responsables de la carga de deuda en estocaje que en estructura dificulta la devolución y hace que la carga de esta sea cada vez mayor con independencia de los tipos a los que los paguemos.

 

En los casos de gobiernos en los que se produce un superávit primario, donde la recaudación es superior a los gastos, estos recursos podrán pagar los intereses de la deuda y eventualmente amortizar parte de esta.


Pero para que la deuda sea sostenible, es necesario que un país tenga un crecimiento nominal que le permita cubrir su déficit primario y el pago de los intereses.

 


Saldo-déficit estructural.

 


El saldo o déficit estructural es el saldo público que descuenta el efecto del ciclo económico. Y es relevante la participación del ciclo, de manera que en casos de reducción del déficit, estos pueden deberse más que a gestión o disciplina fiscal a los efectos favorables del ciclo económico. En el mismo sentido, el ciclo económico desfavorable perjudicará la posibilidad de mantener el déficit público a raya. De ahí el interés y relevancia de separar estas dos partes del déficit.

 

El componente cíclico de este saldo se calcula en dos etapas, en el que en una primera valoramos el componente del ciclo por diferencia entre el PIB observado y el potencial, siendo el resultado positivo en momentos altos del ciclo.


En una segunda etapa, calculamos el impacto de ciclo en los componentes del saldo, ingresos y saldo. De manera que los cálculos del Banco de España estiman que las mejoras de 1% de PIB, por encima del potencial reducen el saldo público estructural 0.4%.


 

Deuda pública.


 

Existe un acuerdo tácito, no declarado, que indica que los países no podrán pagar la deuda emitida. Además, la deuda es una posibilidad bien acogida y relativamente más elevada en países occidentales y desarrollados. Con niveles por encima del 100%, la zona euro en particular cuenta con una ratio de deuda/PIB ya no solo elevado, sino en tendencia desfavorable. Esto no es una excusa, pero se endeuda porque puede. Porque, sin embargo, los países de mercados emergentes y economías menos desarrolladas son los que mantienen aún deudas relativas al PIB menores. Quizás porque no pueden endeudarse más. Y es que el mercado señala con los tipos la capacidad de endeudamiento de cada uno de los países.


 

Vemos en este recorte de cuadro y a cierre de 2024, como la mayoría de países occidentales y desarrollados mantienen niveles de deuda sobre PIB elevados. Salvo casos excepcionales como Alemania y algunos países europeos que no aparecen en el cuadro como Holanda o Irlanda, la deuda es elevada.


Sin embargo, países menos desarrollados como Angola tienen niveles de deuda inferiores porque no pueden tener más.


En un caso u otro es la “sostenibilidad” de la deuda la que permite que algunos países se puedan endeudar más y otros no.


 

Deuda pública y Efecto Crowding out.


 

El efecto crowding out se refiere a una situación en la que el aumento del gasto público en una economía lleva a una reducción en la inversión privada. Esto ocurre porque el gobierno, al financiar su gasto mediante la emisión de deuda, compite con el sector privado por los recursos financieros disponibles. Esta es una situación que se da partiendo de una serie de premisas:

 

1.      Los recursos financieros de una economía son finitos.

2.      Los Estados tienen una deuda estructural.

3.      Las empresas requieren financiación para crecer.

 

Como resultado, se produce una competencia por los capitales, y el acceso de ese capital para las empresas se puede encontrar con que los tipos de interés pueden aumentar, haciendo que sea más costoso para las empresas y los individuos obtener préstamos para invertir en proyectos privados.


Este fenómeno puede limitar el crecimiento económico a largo plazo, ya que la inversión privada es un motor importante para la innovación y la expansión de la capacidad productiva de una economía. El gobierno capta capital de inversores que no podrá ser utilizado para empresas productivas.


Pero este es un efecto que no funciona tanto en economías abiertas y globales en el que mercado de capitales ofrece alternativas que no tendría sin la existencia de estos mercados.

 


Deuda pública en España.

 


La deuda pública española con relación al PIB ha tenido una evolución que ha sido determinada sobre todo por un déficit público que no ha dejado de existir y acumular desde 2008 y concretamente en períodos 2008-2012 y a partir de 2020.

 




Podemos observar como la deuda per cápita, total y como porcentaje del PIB no ha dejado de incrementar y debemos tener en cuenta sobre todo los valores absolutos y per cápita. Los valores sobre PIB en muchos casos enmascaran detalles de inflación y otros que no dejan tener una valoración real de la magnitud del problema.

Debajo, podemos ver como ha evolucionado en casi 40 años, como porcentaje de PIB con los distintos gobiernos.





 

En cualquier caso, la pandemia ya no es la excusa de la emisión y el crecimiento de la deuda y la deuda neta, que descuenta las amortizaciones anuales, sigue creciendo a un ritmo que supone la emisión de unos 180 millones de euros para pagar las emisiones que van venciendo.

En 2024, la deuda pública de España ha experimentado varios cambios a lo largo del año. Aquí tienes un resumen de la evolución de la deuda:










·        En el tercer trimestre de 2024, la deuda pública de España aumentó en 10.053 millones de euros, situándose en 1.636.116 millones de euros, lo que representa el 104,3% del PIB.


·        En el segundo trimestre de 2024, la deuda se situó en 1.626.063 millones de euros, equivalente al 105,3% del PIB.


·        En el primer trimestre de 2024, la deuda fue de 1.614.709 millones de euros, lo que representa el 106,3% del PIB.

 

En definitiva, se sigue emitiendo deuda, ya no solo para poder atender lo que vence cada año, sino que además se va emitiendo más para poder pagar los intereses crecientes y cubrir los déficits de cada año.


Por otro lado, el coste de la deuda, que se fue reduciendo en los últimos años, y desde 2012 que fuéramos rescatados por las palabras de Draghi, también ha tenido un aliado por los bajos tipos y por la bajada de la prima de riesgos con respecto a bono alemán. Sin embargo, el coste ha rebotado desde 2021 con el 1.73% de media, en unos años en los que las emisiones además de crecer en volumen lo han hecho en carestía, por lo que de manera irreversible tocará pagar más por los intereses en los próximos años.

 

Otro dato importante es quién tiene la deuda de un país. Por poner un ejemplo, en el caso de Japón, un país muy endeudado, la deuda esta comprada en su mayoría entre ellos. Por lo que tendrían que negociar entre ellos. En el caso de la deuda española, está en manos de inversores extranjeros, y el BCE. De lo que podemos sacar conclusión de la dependencia externa de esa deuda y también la ayuda que supone todas las compras realizadas por el BCE, que además de ayudarnos a endeudarnos, también generaron la confianza para el resto de los compradores externos.



 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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