Política monetaria y fiscal: tendencia de precios.
- yosorep
- 10 may
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Quiero hablar en tres entradas sobre aspectos relacionados con macroeconomía, que sin entrar en detalles de la fontanería del sistema financiero, me permita exponer aspectos principales referentes a tres temas que indico debajo:
1. Tendencias de precios.
2. Política monetaria.
3. Política fiscal.
Empezaremos por los precio y en las dos entradas posteriores hablaremos del resto, sin prisa, para que entendamos mejor estos conceptos que nos rodean y así tener claro como funcionan aspectos de las políticas que instituciones financieras desplegadas para influir en la macroeconomía.
Los conceptos macroeconómicos nos rodean en la información que recibimos de manera recurrente en materia económica, y además nos afectan de manera incluso muy directa.
Es necesario entender la interacción de los mismos: inflación, tipos de interés, desempleo, PIB, deuda pública, etc.
Conocer como funcionan y como afectan cada uno de ellos y sus contrapartes, como la deflación en la economía nos hará tener una perspectiva más amplia de la situación económica que nos rodea.
Entender también como los actores económicos actúan a través de mecanismos que afectan a la economía y los mercados financieros, normalmente las políticas monetarias y las políticas fiscales.
Comprender qué es, en qué consiste y como nos afecta la deuda pública y el déficit, de manera directa en PIB, tipos de interés y tipos de cambio, y desde ahí a nuestras economías y vidas particulares.
Tendencias de precios.
INFLACION.
Definiremos inflación como un alza generalizada y continua de los precios de bienes y servicios en una economía. Si bien esta es una definición lanzada más para entender los efectos cotidianos de la inflación no tanto para conocer las causas, y desde mi punto de vista el efecto real que produce, que no es el alza de los precios, sino el menor valor del dinero que usamos en las transacciones diarias.
Variable principal de una economía, que afecta directamente a las personas y que determina la gestión y las medidas de las decisiones de todos los agentes económicos en general, los precios son un valor fundamental para poder tomar decisiones, que cada vez sufre más regulaciones e influencias que tratan de encorsetar su capacidad propia de ejercer su función.
Una economía sana no es la que no tiene inflación. Se dice que hay ciertos niveles saludables.
Actualmente la sitúan en un crecimiento anual del 2%. Junto a esta referencia es la que de forma expresa la FED o Reserva Federal de Estados Unidos, y de manera tácita el BCE o Banco Central Europeo intentan mantener y gestionar junto a un control del crecimiento de la economía, en el caso de EE.UU., de manera estable y con la intención de mantener a esa inflación y un nivel de empleo cercano al pleno empleo.
Causas de la inflación.
Las causas de la inflación son consecuencia de un conjunto de acciones y expectativas de la sociedad, entendida esta por un conjunto de agentes como las empresas, personas e instituciones que la conforman.
Así, más allá de los detalles en los que podamos entrar más adelante, y teniendo en cuenta que entre las causas de la inflación y su interés por controlarlas, provienen de políticas monetarias y fiscales, además de tendencias de precios y expectativas de los mismo, una primera clasificación de la inflación las divide en inflación de demanda e inflación de oferta.
Inflación de demanda.
De manera general los precios aumentan cuando la demanda es mayor que la cantidad de servicios y bienes disponibles. Esta demanda normalmente se relaciona con mayor poder adquisitivo, si bien esta idea no la tengo clara del todo.
Pero la manera normal de que ese consumo o demanda se dispare se debe a crecimiento sostenido de la economía, que genera de manera directa su efecto en el mercado de trabajo, con más y mejor remunerados puestos, alimentando un consumo agregado mayor, que no es posible responder de manera rápida y apropia, ayudando en este caso a que los precios suban.
Sin embargo, esta sencilla causa no es la única ni la más relevante en muchos casos. El aumento del acceso al crédito de las familias, un tipo de creación de masa monetaria y dinero facilita el acceso a las compras de consumo y bienes inmuebles que generan un efecto riqueza en los consumidores. Esta sería la fuente de inflación creada por expectativas y que genera tendencias de precios.
En tercer lugar, no tan frecuente, la política fiscal a través de la reducción de impuestos y el incremento de la inversión pública es otro de los factores que afectan a la inflación.
Por tanto, resumiendo, las causas de la inflación de demanda son:
· Crecimiento económico.
· Facilidad de crédito o liquidez en el sistema monetario: expectativas.
· Políticas fiscales: impuestos e inversión.
Inflación de oferta.
La inflación de la oferta se produce cuando los precios aumentan desde el lado de los productores de los bienes y servicios. Esto incluye la subida o la inflación proveniente de los salarios. Un claro ejemplo se produjo tras el cierre del Covid.
En estos casos se produce un shock, generalmente externo, que afecta a las industrias productivas y de servicios, que ven como sus costes de producción se elevan y se ven obligados a trasladarlos a sus clientes.
Este tipo de demanda, proveniente de factores externos, no es controlado de manera directa por los Bancos Centrales, y por tanto, la posibilidad de luchar contra esta inflación es más difícil que la inflación de demanda.
En cualquier caso, la inflación afecta a la economía, normalmente de tres maneras diferenciadas:
· Desajustes de precios. El efecto es que provoca una interferencia en las señales que los precios relativos dan y que de manera normal ajustan estos, provocando que las decisiones basadas en precios pierdan fiabilidad, afectando al comportamiento de las personas y empresas, y la regulación normal de oferta y demanda de precios.
· Incertidumbre. La inflación no es totalmente predecible y provoca comportamientos que desincentiven el consumo y la inversión.
· Redistribución de la renta. La inflación juega un papel de distribuidor de rentas de prestamistas a prestatarios porque cuando la inflación aumenta, estos últimos ven como su deuda va reduciendo valor, de igual manera que ocurre con las personas que tiene ingresos fijos, no indexados a la inflación o por debajo de ellos, que van perdiendo el poder adquisitivo.
La medición de la inflación se suele hacer a través de índices de precios al consumidor o IPC/PCI.
Esto se hace a través de cambios en los precios de bienes y servicios que componen una cesta previamente confeccionada y que no siempre se mantiene. Y en algunos casos se pueden confeccionar y confeccionan índices con naturalezas distintas, que tienen dentro servicios y bienes distintos: índices de precios al consumo, índice de precios industriales o índice de precios o costes laborales.
Normalmente cada país define los componentes y ponderaciones que más se acerquen a las características de su economía.
Dentro de las mediciones de la inflación, debemos destacar la inflación subyacente, que tiene en cuenta la mayor volatilidad que suele tener los productos alimenticios no elaborados y los productos energéticos, que en este caso quedan fuera de la medición. La característica de esta medición es pues su estabilidad a lo largo del tiempo. Por lo general suele estar por debajo del índice de precios general.
Por otro lado, el deflactor del PIB es una medida que se utiliza para ajustar el Producto Interior Bruto (PIB) nominal a precios constantes, eliminando así el efecto de la inflación. Esto permite comparar el valor real de la producción de bienes y servicios de un país en diferentes períodos de tiempo. En otras palabras, el deflactor del PIB refleja cómo han cambiado los precios de todos los bienes y servicios producidos en una economía en comparación con un año base. Es utilizado para conocer el crecimiento de una economía que se debe a la propia inflación.
Como indicamos en el caso de la inflación de oferta, los costes laborales que influyen en la misma tienen una incidencia relevante en las tensiones inflacionistas. Es más relevante cuan más cerradas sean las economías.
El coste laboral unitario mide el coste medio salarial de producir una unidad de producción. En otras palabras, refleja cuánto cuesta en términos de salarios producir una unidad de un bien o servicio y es importante porque permite evaluar la eficiencia y competitividad de una economía, ya que un aumento en el coste laboral unitario puede indicar una disminución en la productividad o un aumento en los salarios sin un correspondiente aumento en la producción.
Actualmente nos encontramos en una situación en la que la flexibilización de los salarios hace que suelan estar por debajo de la inflación.
La curva de Phillips.
Uno de los indicadores claves de la economía, junto a la inflación es el del paro. Mantener un equilibrio virtuoso es un objetivo de las políticas económicas que se manifiesta a través del concepto económico de la curva de Phillips.
La curva de Phillips muestra una relación inversa entre los dos indicadores: inflación y paro. Es decir, que cuando el desempleo es bajo la inflación tiende a ser alta y viceversa. Muestran una relación negativa que obliga a las autoridades monetarias a enfrentarse a decisiones en las que controlar la inflación junto a un crecimiento económico sostenido y sano resulta complicado.
La idea detrás de la curva de Phillips es que cuando el desempleo es bajo, hay más demanda de trabajadores, lo que puede llevar a aumentos salariales. Estos aumentos salariales, a su vez, pueden traducirse en mayores costos de producción para las empresas, que luego pueden trasladar estos costos a los precios de los bienes y servicios, resultando en inflación. Por otro lado, cuando el desempleo es alto, hay menos presión para aumentar los salarios, lo que puede llevar a una menor inflación.
Si bien no es una relación inversa directa, todos los casos graficados con muestras significativas observan una relación negativa entre desempleo e inflación.
Además, la relación se ha demostrado que no es constante, sino que cambia a lo largo del tiempo en diferentes períodos económicos.

En ese sentido históricamente la pendiente negativa ha sido mayor y se ha ido aplanando haciendo dudar de la relevancia como indicador.
Y es cierto que se están manteniendo en las últimas décadas bajas tasas de inflación con niveles de paro relativamente bajos. Lo que lleva a discusión sobre si esta situación es un cambio estructural o consecuencia de un ciclo.
Otro término económico relacionado con la inflación es el denominado NAIRU, acrónimo en inglés que significa Non-Accelerating Inflation Rate of Unemployment, o en español, Tasa de Desempleo No Aceleradora de la Inflación. Este concepto se refiere al nivel específico de desempleo en una economía que no provoca un aumento de la inflación.
La teoría del NAIRU argumenta que no existe un intercambio duradero entre inflación y desempleo, como se desprendía de la curva de Phillips. En otras palabras, si la tasa de desempleo cae por debajo del NAIRU, es probable que la inflación se dispare. Por el contrario, si la tasa de desempleo es mayor que el NAIRU, los precios tienden a caer.
En los países con mercados pocos flexibles el nivel de tasa de NAIRU es superior, lo que lleva a que se dispare de manera más sensible la inflación ante los cambios de la política de desempleo.
De aquí, también podemos sacar la tasa natural de desempleo o desempleo estructural, normalmente estable en el tiempo, dependiente de la demografía, la productividad y las políticas públicas. Esta tasa natural de desempleo ha oscilado en España entre el 10-15%.
La Ley de Okun.
Esta ley o concepto económico expresa una relación empírica entre dos variables económicas: tasa de desempleo y producción de un país. Establece una relación empírica entre el desempleo y el producto interno bruto (PIB) de un país formulada por el economista estadounidense Arthur Okun en la década de 1960,y esta ley sugiere que por cada punto porcentual que la tasa de desempleo se desvía de su tasa natural, el PIB real se desvía en aproximadamente un 2% en la dirección opuesta.
Esta relación lineal negativa hace que, si la tasa de desempleo aumenta, el PIB tiende a disminuir, y viceversa. Esta relación se utiliza para entender cómo las fluctuaciones en el mercado laboral pueden afectar el crecimiento económico de un país. La Ley de Okun es una herramienta útil para los economistas y los responsables de la política económica, ya que les permite estimar el impacto potencial de los cambios en el desempleo sobre la producción económica.
Okun determinó que para mantener el mismo empleo una economía necesitaba crecer cada año alrededor de un 3%, de lo que se deduce que los aumentos de la productividad permiten con el mismo número de trabajadores subir la productividad ese 2-3% sin necesidad de contratación superior.
Es a partir de un crecimiento superior al 3% cuando se genera más empleo en una razón de 1% más de empleo por cada 2% de producción.
En cuanto la aplicación de la inflación a la planificación financiera, mirando horizontes a largo plazo, es una variable relevante a la hora de hacer cálculos y proyecciones.
De estas inflaciones tomamos de manera común un dato general o fijo de inflación, pero debemos ser conscientes, y tomando como ejemplo España, que la inflación no es igual en cada una de las regiones y dentro de estos casos nunca es tampoco igual según los sectores a los que dirijamos nuestra atención: sanidad, educación, alimentación, ocio, consumo energético, etc.…
DEFLACION.
La definición de deflación es la de la bajada generalizada del nivel de precios de bienes y servicios en una economía. Es un movimiento contrario a la inflación y tiene efectos netos negativos para la economía.
El efecto directo de la bajada de precios en la psicología de los consumidores es retraer o retrasar el incentivo de consumo y compras, alimentando la bajada de los precios. Y todo ello afecta de manera directa no solo al consumo, sino a la inversión, manteniendo el dinero en liquidez y sin aplicación, esperando un mejor momento para ello. Esto conlleva una mayor reducción de la demanda agregada y avoca a una espiral deflacionista.
Esta situación es conocida como trampa de la liquidez, en la que los valores de los activos tienden a perder valor y las decisiones de inversión se van posponiendo de manera recurrente. En este caso, también perjudicando la deuda financiera, que aumento conforme los salarios e ingresos caen mientras los préstamos se mantienen constantes, y los bienes que garantizan o respaldan deuda caen de valor, generando un efecto pobreza.
Los periodos deflacionistas hacen necesarios aplicación de medidas de política monetaria y de política fiscal de gobiernos determinadas a corregir la situación.
En el caso de la política monetaria deberá activar la circulación del dinero con bajadas de tipos de interés, promoviendo de este modo la concesión de crédito y el consumo o gasto del dinero, además de la inversión ante la situación de represión financiera.
Por su parte, la política fiscal se debe dirigir a aumentar la inversión pública y reducir los impuestos, sustituyendo en el primer caso a la iniciativa privada y en el segundo, aumentando la cantidad de dinero en manos de empresas y particulares, aun a costa de la reducción de los ingresos del gobierno. Son políticas deficitarias.
Entre las causas de la deflación podemos encontrar tres casos con ejemplos:
· Una deflación benigna que se produce por motivos de crecimiento económico y mejoras en la productividad en muchos casos por mejoras y aplicación de evolución tecnológica. La tecnología reduce los costes de producción y el ejemplo más claro lo hemos vivido en los últimos años previos a la pandemia.
· La deflación por endeudamiento, que se produce por la reducción de la oferta de crédito bancario en situaciones de crisis bancarias como las de 2008-2009 en EE.UU., en las que la percepción de riesgos de impagos y morosidad contraen la oferta de crédito bancario comercial e incluso centrales.
· La deflación debida a la apreciación de la divisa local, junto a reducciones de precios en países exportadores, como fue el caso de la importación de deflación de China debida a la globalización.
Debemos diferenciar la deflación de la desinflación. En la deflación, como indicamos, se produce una caída de los precios de bienes y servicios y los niveles de precios marcan lecturas negativas. Sin embargo, en la desinflación lo que se produce es una desaceleración de los precios, en los que, aun subiendo, se hace a ritmo menor. Este último caso es el que ha venido ocurriendo desde 2023.
Los períodos deflacionistas no son habituales, y los más reconocidos son los de la gran depresión en EE.UU. en la década de 1930 y la de Japón en los 90s. Estos suelen coincidir con periodos bajistas o de corrección en el mercado de acciones y el inmobiliario, además de disminuir el consumo. Y a su vez, esta caída del valor de los inmuebles y activos provoca en algunos casos la insolvencia de la deuda adquirida en su compra y la restricción del crédito debida a ello.
Los Bancos Centrales suelen tener una muy decidida acción sobre estos casos lo que contribuye a que sean más cortas estas crisis.
ESTANFLACIÓN
La estanflación es la conjunción de una situación de estancamiento económico o desaceleración de la economía, unida a un nivel creciente de precios y crecimiento de la inflación.
Es un escenario en el que la economía no crece o es incluso recesiva, pero los precios de los bienes y servicios continúan subiendo, lo que resulta en una inflación persistente.
Este fenómeno es particularmente desafiante para las políticas económicas tradicionales que los Bancos Centrales utilizan para manejar la economía porque para combatir la inflación, el aumento de las tasas de interés puede empeorar el estancamiento económico. Por otro lado, las medidas para estimular el crecimiento económico, como la reducción de las tasas de interés o el aumento del gasto público, pueden agravar la inflación. Son medidas que para resolver una de las partes generan iatrogenia o efectos perjudiciales para el otro problema de la ecuación.
La estanflación es un desafío significativo para los responsables de la política económica, ya que requiere un equilibrio cuidadoso entre controlar la inflación y estimular el crecimiento económico. Este término se popularizó en la década de 1970, cuando muchos países desarrollados experimentaron estanflación debido a la crisis del petróleo, que provocó un aumento drástico en los precios del petróleo y, a su vez, en los precios de muchos otros bienes y servicios.
Este último ejemplo es la evidencia de que la mayoría de las veces esta situación se produce porque en un ciclo de crecimiento débil o recesivo, se produce a la vez un shock externo que incrementa la inflación.
Pero también en otras ocasiones se producen shock porque las empresas no pueden producir por falta de materias primas para producir o falta de medios para ellos y la demanda se mantiene provocando las subidas de precios.
En estos casos cuando los agentes provocadores son externos, la posibilidad de influir de la autoridad monetaria y gobiernos es muy reducida.
Y con esto dejamos aparcada esta entrada hasta las dos siguientes con la política monetaria y la fiscal.
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